3 mayo, 2024

EL GOLFISTA QUE SUPERÓ UN ENVENENAMIENTO – Historias de los Juegos

Son particularmente escasos los casos de perdón en caso de dar positivo por dopaje en un deportista. Nuestro protagonista de hoy lo consiguió aportando una historia humana detrás que avalaba que en ningún caso se dopaba para mejorar su rendimiento. Responde al nombre de Christiaan Bezuidenhout y se trata de un golfista sudafricano que fue olímpico en Tokio 2020 ocupando el puesto 16º puesto final.

La historia se remonta a su más tierna infancia. Contaba apenas dos años y medio cuando, mientras estaba jugando en la calle, cogió una botella de refresco que había tirada por allí y tomó un trago. En realidad el contenido de la botella resultó ser algo mucho menos refrescante: veneno para ratas. Y, como os podéis imaginar, ahí empezó su calvario. Llegó a esquivar a la muerte gracias a que en el hospital le “aspiraron” el contenido de su estómago, pero el veneno ya había perjudicado todo el sistema nervioso de su cuerpo. ¿Qué efectos le provocó que sigue padeciendo incluso en la actualidad? Ansiedad y tartamudez.

Foto de su Instagram

A los cuatro años ya se le diagnosticó ansiedad, la cual le produjo a su vez convertirse en un niño depresivo e introvertido. Cuando ganó su primer título junior y era obligatorio hablar a continuación a la Prensa ese hecho le costó un mundo. La tartamudez tampoco ayudaba, porque le provocaba vergüenza y dificultades para hablar, así que se cohibía a nivel escolar y social. Tuvo que acudir a psicólogos para cobrar confianza en sí mismo. Y aquí es donde entra su “problema” con el dopaje.

Para tratar de paliar su tartamudez su psicóloga le recetó betabloqueantes, los cuales ayudan a reducir la presión arterial y a tratar la ansiedad. Christiaan los tomó durante años, cuando aún era amateur y realmente le ayudaron a mejorar su nivel de vida en cuanto a su salud se refiere. Pero el caso es que si ganaba pruebas de golf tenía que pasar por fuerza controles antidopaje. Aunque Christiaan no trató de ocultar en ningún momento que estaba tomando eso resultó que los betabloqueantes provocaron que diera positivo en el test. Cuando le comunicaron el resultado se vino abajo. Acababa de dar un paso grande en su carrera, abandonando ya el circuito amateur, y se encontró con una suspensión de dos años por dopaje.

Ese fue el punto más bajo de su carrera. No solo no podía seguir compitiendo, sino que le dieron la espalda muchos, incluso “amigos”. Fue acusado de tomar betabloqueantes para mejorar su rendimiento. Se le asoció con una palabra muy peligrosa, y más para un deportista: drogas. Además, el golf, que había sido el mayor acicate en su vida para salir adelante y ayudarle a superar sus inseguridades ahora le estaría vetado. Más tarde se le redujo la sentencia a nueve meses, pues se confirmó que el uso de ese medicamento no se debía a ningún intento de mejora de su rendimiento. A Bezuidenhout le dolía especialmente que se hubiera dudado de su honestidad. Esos nueve meses de sanción, unido a todo el calvario que había tenido que pasar, se convirtieron sin duda en los peores de su vida, pero todo pasa, lo bueno y lo malo y, al finalizar la sanción, volvió y ganó. A partir de entonces su carrera ha disfrutado de resultados alentadores, sumando un total de trece torneos ganados en diferentes circuitos, diez de ellos ya como profesional. Ha llegado a participar en los Grandes (Masters, PGA, US Open y The Open), aunque lo hiciera con resultados discretos. Su mejor puesto en el ranking es el 33, lo que no está nada mal teniendo en cuenta la competencia que hay en el mundo del golf. No nos olvidemos de su participación olímpica en Tokio 2020, donde acabo 16º, como comentamos al principio. Pero su mayor logro ha sido limpiar su expediente y superar sus trabas de salud. Nos importa más eso que todos los éxitos deportivos que pueda lograr.

En Tokio 2020. Foto de Getty Images



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