27 abril, 2024

LA SANGRANTE AUSENCIA DE LA COMBINADA NÓRDICA FEMENINA EN JUEGOS OLÍMPICOS – Historias de los Juegos

La tendencia actual, nacida desde hace ya unos cuantos años, es que haya igualdad de género en los Juegos Olímpicos. Lejos, muy lejos, quedaron ya los tiempos en los que la participación de la mujer en los mismos estaba incluso prohibida o, pasada alguna edición, extremadamente limitada. Poco a poco -con extremada lentitud, podríamos afirmar- y gracias al esfuerzo de muchas mujeres que se empeñaron en que fuera un hecho real la participación de la mujer en la cita olímpica (destacaremos solo, por nombrar a una de las fundamentales, la labor de Alice Milliat), las mujeres fueron apareciendo en deportes. Algunas modalidades femeninas tardaron demasiado tiempo en aparecer, muchas décadas después que las modalidades practicadas por sus colegas masculinos. Algunos ejemplos: La modalidad de sable dentro de la esgrima realizada por mujeres tuvo que esperar hasta la edición de Atlanta de 1996, cuando en la modalidad masculina estaba ya desde la edición olímpica de Atenas 1896, es decir, la primera, realizada todo un siglo antes que la de Atlanta. Hay infinidad de ejemplos, como un deporte tan ampliamente practicado (también por mujeres) como el baloncesto, que tuvo que esperar 40 años para estar en unos Juegos Olímpicos. En el caso de las mujeres no pudieron ser olímpicas hasta la edición de Montreal 76, mientras los hombres ya lo eran desde los de Berlín 36. Y así infinidad de ejemplos.

El primer gran impulso para la introducción de deporte femenino en los Juegos Olímpicos lo realizó Juan Antonio Samaranch durante su mandato como presidente del Comité Olímpico Internacional, si bien hay que aclarar que en realidad introdujo numerosas nuevas modalidades, pero que eran nuevas tanto para hombres como para mujeres. A continuación fueron sumándose modalidades o pruebas que ya venían siendo olímpicas para hombres, como el caso de los 400 metros vallas en atletismo (en Los Ángeles 84) o la pértiga (en los relativamente recientes de Sídney 2000, cuando los hombres ya lo realizaban desde la primera edición de Atenas 1896. Dato sangrante).

Gyda Westvold Hansen. Foto de Geir Olsen/NTB

A día de hoy, cuando sabemos que en los Juegos de París 2024 se logrará por primera vez en la historia la paridad de deportistas en cuanto al género se refiere, queda el lastre de un deporte que aún no es olímpico en su modalidad femenina, pese a sus intentos de entrar en el calendario olímpico. Por increíble que nos pueda parecer, sigue existiendo un deporte en su totalidad (porque si bien es cierto que faltan algunos pesos y categorías en la lucha y en el boxeo estos deportes sí existen en los Juegos en su modalidad femenina) ausente de los Juegos Olímpicos en cuanto a mujeres se refiere: la combinada nórdica.

Hablamos, pues, de un deporte que entraría a formar parte de los Juegos Olímpicos de invierno. En los Juegos de Milán/Cortina habrá un 47% de participación femenina. Ese 6% de diferencia con los hombres muy posiblemente se deba al vacío que no llenarán las mujeres que compiten en este deporte doble, compuesto de la combinación del salto de esquí y esquí de fondo. La combinada nórdica masculina está presente, por contra, desde la celebración de los primeros Juegos Olímpicos de invierno, los de Chamonix de 1924. Es cierto que las mujeres no han contado con competiciones a nivel internacional hasta hace poco, pero éstas han ido creciendo a pasos agigantados. Lo corroboramos con los siguientes datos: el primer campeonato mundial a nivel femenino tuvo lugar en 2020 y las pruebas de la Copa del Mundo han avanzado en cuanto a número de pruebas, pasando de tener apenas un evento en su primera edición,también debido a la cancelación de pruebas a causa de la pandemia de Covid, a tener cuatro en la siguiente temporada, a sumar dos más en la siguiente y dos más en la última.

En ellas han participado deportistas de élite que se esfuerzan tanto o más que sus colegas masculinos. Deportistas de la talla de las noruegas Gyda Westvold Hansen o Ida Marie Hagen, las últimas ganadoras de la Copa del Mundo, a las que hay que añadir otras como Mari Leinan Lund o Nathalie Ambruster, por citar algunas. Ellas y el resto de sus compañeras realizan al inicio de cada competición en la que participan un sencillo gesto para llamar la atención del mundo: colocar sus esquíes por encima de sus cabezas en forma de X (que viene a significar “sin excepción”) reclamando la introducción de la combinada nórdica femenina en los Juegos Olímpicos. Ya lo intentaron para los de Pekín 2022 y fracasaron, algo que, contra todo pronóstico y con las críticas de sus colegas masculinos también, tampoco consiguieron para los Juegos de 2026. Otras, como la propia doble campeona de la Copa del Mundo Westvold Hansen se pintan la cara con una barba como signo de protesta.

Mientras su deporte crece en todos los sentidos: número de participantes, número de países, número de pruebas, etc. se sigue encontrando con el freno de no poder acudir a la considerada máxima cita deportiva. Por cierto, se da la paradoja de que las mujeres sí que han podido participar en combinada nórdica de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Billy Demong, cinco veces olímpico en combinada nórdica, ha llegado a definir de “farsa” la ausencia de las mujeres en combinada nórdica femenina. Se contradice esta no entrada de las mujeres con la tendencia actual, impulsada por el propio COI, de igualdad de género en los Juegos Olímpicos. Un caso flagrante de injusticia deportiva, incluso para los propios hombres, ya que esa tendencia actual a la igualdad de género en JJ.OO. podría provocar la propia desaparición de toda la modalidad deportiva, incluyendo la masculina, del calendario olímpico. Otra solución intermedia que se ha barajado es que entre en forma de prueba mixta, algo que ya existe en la Copa del Mundo. En cualquier caso, si las mujeres no llegan a ser olímpicas, especialmente en la prueba individual, se les privará de algo a lo que tienen derecho per se.



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