29 abril, 2024

“SOY CONSCIENTE DE HABER ABIERTO UNA PUERTA A OTRAS MUJERES DEPORTISTAS” – Historias de los Juegos

A la pionera del atletismo en términos de mujeres árabes Nawal El Moutawakel ya le dedicamos una entrada no solo por ser la primera campeona olímpica de 400m vallas, sino por abrir camino a muchas mujeres también a otros niveles, cuando una vez retirada alcanzó diversos puestos de importancia a nivel directivo. En esta ocasión tuvimos el gran honor de poder charlar con ella de muchos aspectos que nos fue desgranando con una familiaridad a la par que educación exquisita desde uno de esos puestos, como es el de embajadora y miembro de la Academia Laureus.

Empezamos por sus comienzos en el atletismo, que no tuvieron que ser tan fáciles en una Marruecos de hace décadas, aunque ella nos contó que “en mi carrera como atleta gocé de un total apoyo: de mi familia, mis amigos, mi club, mi federación, mi Gobierno y de mi rey. La accesibilidad a los estadios también estaba abierta pero los medios financieros eran pequeños porque en ese momento el atletismo no era muy popular en Marruecos. Teníamos ya algunos héroes [de este deporte] y mujeres que competían a nivel africano, árabe y mediterráneo, pero alcanzar el nivel olímpico y ganar en unos Juegos una medalla era algo inalcanzable para nosotros, nunca logrado por una atleta marroquí. Así que pensé ¿por qué no yo? y así fue como empezó mi sueño. Yo era (y sigo siendo) una persona pequeña, pero era potente al saltar las vallas”. En efecto, la prueba de 400m vallas femenina simplemente no existía en el panorama del atletismo y al ‘crearse’ su entrenador, Jean François, le sugirió que probara suerte en ella: “Probé muchos deportes, como el fútbol, aunque por aquel entonces no se consideraba que era un deporte para mujeres, y me cambié al atletismo. Hice salto de longitud, 100 metros, 200m, 400m, 4×100, 4×400. Las rusas y las alemanas eran muy fuertes y yo me lamentaba porque sentía que me faltaba algo y entonces mi entrenador (Jean François) me contó un día que había oído algo sobre una prueba nueva: la de los 400m vallas femeninos. Yo le dije: “Noo, fíjate en mí, soy pequeña”. Edwin Moses era mi ídolo y me fijaba en él cada día en cuanto me enteré de que iban a dar la oportunidad a las mujeres para tener la prueba de 400m vallas. Le dije a mi entrenador: “Fíjate en la altura de Moses. ¿Cómo podré yo saltar tan alto?” pero lo intenté y al intentarlo me sorprendí a mí misma porque vi que las vallas no eran tan, tan grandes. Yo poseía velocidad, resistencia y fuerza para ir por encima de las vallas y así, empecé batiendo el récord africano. Para mí eso significó que podía mejorar. En mis segunda carrera batí mi propia marca y tras mi tercera carrera nos dieron la oportunidad de competir en Helsinki, en el primer Mundial de atletismo”.

Su primera prueba de fuego a nivel internacional -el susodicho Mundial de Helsinki, celebrado en 1983- no fue en absoluto positiva para ella: “Ahí la verdad es que lo hice muy mal. Éramos nueve participantes y simplemente excluían a una…y esa una fui yo. Corrí muy mal, me caí encima de una valla…Lloré mucho. Sólo tenía que andar, ni siquiera correr. Así que pensé que el 83 no era mi año pero que el 84 sí iba a serlo”. A partir de entonces no podía sino mejorar: “Desde ese momento entrené cada día. Me ofrecieron una beca para ir a Estados Unidos. Allí tenía competiciones cada día e iba batiendo mis marcas continuamente. Competía en distintas pruebas”.

Nos cuenta ahora cómo vivió desde dentro la histórica primera final olímpica de los 400m vallas en modalidad femenina que se llevó a cabo en los Juegos de Los Ángeles del 84: “Me tomé los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 como que era mi momento, el sitio y el instante en que tenía que triunfar. En la final cerré mis ojos y me puse a correr. Dieron salida no válida y mi corazón casi se paró, así que volví a la salida, pero no había sido yo la que había dado salida falsa. Tras la segunda salida me centré en mi propio mundo y llegué a pensar que había hecho yo una salida falsa en la segunda que se dio; pensé si tenía que pararme o continuar pero al llegar casi al final de la carrera me giré a la derecha y a la izquierda para ver por dónde andaban mis rivales y desaceleré porque todas ellas era mis amigas. Las adoraba porque todas solíamos competir en el mismo circuito de competiciones. Así que cuando acabé llegó una delegación marroquí que me dio una bandera del país y me dijeron que diera la vuelta del triunfo y yo les pregunté si había ganado. Me llevó un tiempo reaccionar y lloré porque mi padre, que me había apoyado durante toda mi carrera, había fallecido pocos meses antes y ese fue un momento triste porque él me había dicho que tenía que convertirme en campeona olímpica y me insistió en que podía hacerlo, que me convenciera de ello”.

La desgracia es que Nawal tuvo que apartarse demasiado pronto de la práctica deportiva: “Me retiré tan joven debido a una lesión por la que pasé por el quirófano. No podía caminar, incluso ahora sigo sin poder. Mi cuerpo era muy pequeño, pesaba 45 kilos, y no podía aguantar esa presión y ahora mi cuerpo se venga de mí porque le traté mal y ahora es él el que me trata mal a mí”.

Abordamos con ella -¿con quién mejor, si no?- cómo era y es para una mujer musulmana dedicarse al deporte: “Entiendo que en la comunidad musulmana de la que provengo a veces es difícil animar a una hija para que practique el atletismo pero en nuestra religión se dice que los padres deben enseñar a los hijos e hijas, sin distinción de género, sin especificar que sea sólo a los varones y no a las niñas. En el caso de mi familia mi padre era un judoca de élite y mi madre una jugadora de voleibol. Vengo de una familia que es de mentalidad abierta, que apoya a sus hijos. Todos mis hermanos y hermanas practicaban deporte”. Y en el desarrollo que se ha producido mucho tiene que ver Nawal: “Soy consciente de haber abierto una puerta a otras mujeres deportistas. En 1988 Hassiba Boulmerka era la número 1. A los pocos años las mujeres marroquíes competían para ganar, no para participar. Ganaron medallas de oro en 400m vallas, 800m, maratón, como el año pasado en el Mundial de Budapest…Y en otros deportes, como el boxeo, donde tenemos a una campeona mundial. Cuando veo todas estas mejoras me pongo muy contenta porque me digo a mí misma: “Tú has hecho algo para romper el techo de cristal”. Este invierno estuve en Arabia Saudí para asistir a los II Juegos Saudíes. He esperado cuarenta años para ver a mujeres saudíes practicar deportes como halterofilia, esgrima, natación, tiro, atletismo. A las campeonas les pregunté dónde habían estado estos años y me dijeron que habían estado esperando el momento y hoy es nuestro momento para brillar. Eso realmente me rompió el corazón”.

Está claro que Nawal El Moutawakel fue pionera en el atletismo y otras (como la mencionada Boulmerka) siguieron a su estela, pero tras su retirada Nawal quiso hacer algo más por las mujeres y comprendió que debía hacerlo desde las instituciones, desde cargos directivos, y a eso se dedicó: “En 1984 me pregunté a mí misma por qué habían tardado tantos años las mujeres en participar en una prueba como la que gané yo. Para que se oyera mi mensaje y fuera respetado sentí la necesidad de estar en ciertos organismos, así que empecé a aprender quién era yo, qué quería, adónde quería llegar y qué quería alcanzar. Entendí que tenía que empezar alcanzando ser un miembro de estos organismos a nivel nacional, luego a nivel continental y luego a nivel internacional. Fue un proceso. Tenía que ser embajadora para que es escuchara mi mensaje y así fue como empecé. Luego entré en la Federación Internacional de Atletismo. Cuando empecé allí fue la primera vez que había mujeres en los altos cargos. Fuimos cambiando todo: el proceso, el modo de pensar, etc. hasta el día de hoy, en que estamos al 50%, con paridad en todo lo que hacemos”. Dentro y fuera de las pistas, pues, esta campeona olímpica no solo ha hecho sino que sigue haciendo mucho para que el progreso de las mujeres deportistas, especialmente del mundo árabe, no se detenga. Su arrolladora fuerza natural y personalidad sin duda serán de gran ayuda para esta que se ha marcado como misión.



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