28 abril, 2024

“EL SISTEMA CLASIFICATORIO OLÍMPICO DE ESGRIMA NO ESTÁ PREPARADO PARA QUE VAYAN LOS MEJORES” – Historias de los Juegos

No tuvo referentes, un problema de salud crónico no le facilita precisamente la práctica deportiva, le han faltado apoyos oficiales como a sus colegas de especialidad deportiva, pero junto a sus compañeras de selección (entre las que destaca Araceli Navarro) Lucía Martín-Portugués conforma una generación que ha dado en llamarse “Las chicas del sable”, pues ésa es el arma de esgrima que dominan, alcanzando muchos éxitos, como las históricas victorias en pruebas de la Copa del Mundo que catapultan a Lucía a un optimismo sobre su clasificación olímpica y el éxito que pueda lograr en los propios Juegos de París, puede que incluso más fáciles de lograr que la propia clasificación: “Hacer una medalla siempre es muy difícil porque todos los deportistas van súper preparados, pero eso es lo que pasa en un día. En el sistema de clasificación, al ser durante un año, no puedes fallar en eventos importantes, porque entonces no vas a conseguir los puntos para conseguir meterte. Sin embargo, en los Juegos Olímpicos tienes un buen día y tienes una medalla”, nos cuenta Lucía.

La sablista incide en lo injusto del sistema clasificatorio olímpico: “El sistema de clasificación de la esgrima en Europa es cuanto menos injusto porque va el país 14º del ranking porque clasifica por América y no va el 6º porque es europeo. Es un sistema que no está preparado para que vayan los mejores; está preparado para que las grandes potencias sigan manteniendo sus equipos dentro y se eliminen a los países que les pueden hacer rivalidad”. La madrileña nos desgrana las dificultades que para una europea tiene clasificarse para unos Juegos Olímpicos: “es un sistema mixto en el que se clasifica tanto por equipos como individual. En la parte por equipos van los cuatro primeros del ranking directamente y luego uno por continente. Al estar la mayor concentración de equipos fuertes dentro de Europa la plaza de Europa es mucho más cara que para la de otros países. Una vez clasificado un equipo las cuatro componentes se clasifican a nivel individual. Si no clasificamos por equipos se coge el ranking individual, se eliminan a todos los equipos clasificados y van dos esgrimistas por Europa. Si no se consigue ninguna clasificación por estos métodos se va al preolímpico, en el que sólo puede ir una persona por país no clasificado y ahí es el que ganas. Es terrorífico”.

Hoy en día puede parecernos cosa del pasado la desigualdad de género en un deporte como la esgrima, sin embargo, la propia Lucía lo ha vivido en sus propias carnes, sin ir más lejos en sus comienzos: “Yo hacía ballet y mi hermano hacía esgrima. Yo tenía que esperar a que él saliese de hacer esgrima para que mi madre nos recogiese a los dos. Yo le veía y me dije “Lo mío va a ser menos tutú y más tratrá” y le dije a mi madre que me quería cambiar a esgrima y me cambió. De hecho en ese momento ni siquiera existía el sable femenino como arma olímpica, no había casi ni Mundiales ni competiciones. En mi club sólo había sable y al principio competía con chicos. Cuando iba a las competiciones, que eran mixtas, me llevaba dos trofeos: de ganador de la competición y de chica mejor clasificada”. A eso hay que añadirle la subsiguiente falta de referentes: “No hemos tenido ningún tipo de referente a nivel de lo que es el sable. Hemos tenido a Vanesa Chichón -que ahora es la tercera mejor árbitro del mundo-, etc. pero es verdad que no hemos tenido a deportistas mujeres que hayan prolongado su carrera. Las chicas de espada fueron campeonas del mundo, pero no se potenció nada su imagen y entonces no ha llegado a nosotras ese referente. Creo que para las niñas de hoy en día es muy importante vernos entrenar a nosotras todos los días porque les permite tener ese referente cercano y vernos llorar, que creo que también es inspirador a la hora de conseguir un éxito deportivo”.

Hacíamos referencia al inicio a problemas de salud. Lucía padece epilepsia y lo peor fue cuando aún no sabían lo que tenía: “Al principio cuando me diagnosticaron la epilepsia fue duro porque no sabíamos lo que tenía, no dábamos con la medicación y sufría bastantes crisis, incluso en las competiciones”. Las crisis epilépticas ha llegado a padecerlas en medio de competiciones, como el episodio que nos narra: “Una vez estaba en un campeonato del mundo tirando, estaba en una pista elevada y de repente lo siguiente que recuerdo es que estaba en una silla”. Ya está más controlada y medicada, pero eso también puede afectar a su rendimiento: “A través de ir a muchos médicos conseguí estar estable, aunque estoy muy cansadita siempre porque tomo mucha medicación…o porque entreno siete horas al día, pero sí es verdad que estoy más cansada que mis compañeras”. Lucía no ha querido ocultar su condición, antes al contrario ha recibido la respuesta positiva de otros que también padecen epilepsia y que han agradecido hacerlo público: “Creo que hay transitar en la vida de la mejor manera posible. Tener epilepsia me ha afectado bastante en mi vida porque al final es un estigma y la gente no sabe muy bien cómo proceder. Por eso yo intento enseñar a mis compañeras qué es lo que hay que hacer si a alguien le da una crisis. Yo siempre cuento mi historia porque tenemos que contar a la gente las cosas que suceden y que los deportistas a veces parecemos superhéroes pero tenemos una parte de persona importante”. Eso la ha convertido en un doble referente: para las chicas que quieren iniciarse en esgrima y para los que padecen epilepsia en general.

Foto de su cuenta de Instagram

En este punto Lucía se nos abre con otro episodio trágico de su vida, pero del que ha aprendido -tras un esfuerzo que le ha llevado años- a sobreponerse y que supone otra prueba de ese “aspecto humano” de los deportistas de élite del que hablaba: “Por ejemplo -y esto no lo suelo contar- yo estaba en un campeonato de Europa y me llamó uno de mis hermanos y me contó que mi padre había muerto, fue terrorífico. Los siguientes años de mi carrera deportiva mi rendimiento no fue muy bueno y la gente no entendía el porqué. Una de las cosas más difíciles del mundo es que tú te levantas un día y la persona más importante de tu vida ya no está y el mundo sigue girando. Hay que sobreponerse a la vida. Siempre pienso que a mi padre no le gustaría que yo me anclase y sufriese por la vida que he tenido, sino que le gustaría que yo me sobrepusiese e intentase aprender de ello”.

Su padre seguro que estaría orgulloso, porque Lucía pertenece ahora a un movimiento, el de la esgrima española, que parece que está despertando de un letargo gracias al esfuerzo y los éxitos de deportistas como ella, Carlos Llavador , Yulen Pereira, etc.: “Creo que a pesar de las crisis, de la falta de ayudas, de la pérdida de becas, somos una generación los del 84-90 que hemos conseguido resistir a todo eso. Hemos seguido apostando por nuestro sueño, financiándonos a nosotros mismos en la mayor parte de los casos me atrevería a decir, y hemos conseguido aguantar y llegar a una edad adulta para un deporte de combate que te permite entender lo que está pasando. El problema de España en muchos deportes es que se requiere de una madurez mental que no tenemos. Como la gente se acaba retirando tan joven por falta de ayuda nunca conseguimos enganchar a las siguientes generaciones. Los de París, si conseguimos clasificarnos, serían ‘Los grandes Juegos del esfuerzo’”.

Ahora no se pone objetivos tangibles, sino que “desde hace un año y medio mis objetivos son más de rendimiento. Me gusta mucho lo que hago y disfruto de mi día a día y siempre quiero mejorar. Me concentro en mejorar y en poder ser la mejor versión de Lucía y al final creo que la consecuencia es que esté consiguiendo esas medallas en pruebas de la Copa del Mundo y que podamos conseguir como equipo la clasificación olímpica. Ahora mismo me centro en cada día aprender un poco más”.

Si tenemos la suerte de verla en los Juegos de París damos por sentado que veremos a una competidora nata, que dará el 110% de sí misma. 



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