17 octubre, 2025

reciclar plásticos y convertirlos en combustible

reciclar plásticos y convertirlos en combustible

Cómo separar y reciclar correctamente los plásticos de distintos tipos mezclados de la basura (especialmente los que contienen cloro, como el PVC) sigue siendo el gran atasco del reciclaje. La mayoría se acaban incinerando o acumulándose en un vertedero porque separar, limpiar y reprocesar todo es caro y complejo.

Pero un equipo de investigadores conjunto de EEUU y China asegura haber encontrado la solución: convertir esos residuos directamente en gasolina (y en ácido clorhídrico recuperable) en un solo paso y a temperatura ambiente.

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Un solo paso, baja energía y sin cloro: así funciona

Los autores de este gran pero complejo avance, que acaba de publicarse en la revista Science, describen la suya como una estrategia “tándem”. Por tratar de simplificarlo, consiste en quitar el cloro de los residuos plásticos mezclados y “reconstruir” ese plástico en moléculas de gasolina.

Para ello, usan líquidos iónicos, que actúan como “superdisolventes-catalizadores”, e isoalcanos ligeros típicos de refinería (por ejemplo, isobutano). En el proceso, el cloro del PVC no se libera en gases: queda atrapado ácido clorhídrico (HCl, una materia prima industrial valiosa) y el resto del polímero se convierte en hidrocarburos C6–C12, que es justo el rango de la gasolina.

Parte de esos isoalcanos se recupera y se reutiliza, lo que recorta drásticamente el consumo de energía y equipos. En rendimiento, los científicos hablan de más del 95 % de conversión a temperatura ambiente y de hasta el 99 % en ciertos PVC rígidos.

En mezclas de PVC con poliolefinas (los plásticos más comunes) reportan alrededor del 96 % de conversión de sólidos a 80 °C. Y ojo, porque esto es clave: han demostrado que el método funciona con flujos mixtos y contaminados, no sólo con muestras “de laboratorio”.

¿Qué son “plásticos mezclados” en la práctica?

Sippakorn Yamkasikorn 0ajotbqfefe Unsplash
Sippakorn Yamkasikorn 0ajotbqfefe Unsplash

No es un tecnicismo: es lo que llega al contenedor. Por ejemplo:

  • Una bandeja multicapa (PET/PE) con restos de comida y etiqueta.
  • Bolsas y film transparente junto a tapones de botellas.
  • Tuberías, cables o mangueras de PVC con polvo o tintas.

Ese batiburrillo no se puede reciclar bien por vía mecánica; separar y limpiar dispara los costes. Así, este método trata la mezcla tal cual, sin hornos a 500 °C ni trenes de craqueo gigantes.

Por qué importa a la energía y a la automoción

El producto principal que se obtiene con este método son moléculas típicas de gasolina, integrables en corrientes de refino, mezclas de nafta o gasolina comercial tras los ajustes de especificación habituales. Y el HCl capturado no se desperdicia: se recupera y puede reutilizarse como materia prima en tratamiento de aguas, procesado de metales, farmacéutica, alimentación o en el propio sector petrolero.

Además, resuelve el talón de Aquiles del PVC: reciclar el cloro. Evitar compuestos clorados tóxicos facilita su valorización y, si en la misma plataforma también entran poliolefinas (que representan cerca de la mitad de la producción global de plásticos, frente a un ~10 % del PVC, según contextualizan los autores), la logística se simplifica y cae el coste de gestión.

Botellas
Botellas

Lo que falta por demostrar. Como todo avance que nace en laboratorio, quedan pruebas por delante. En este caso, la parte industrial: reciclar y estabilizar esos líquidos iónicos, cerrar el balance energético con residuos de verdad (no sólo “bonitos”), tolerancia a impurezas, integración en unidades de refino y, sobre todo, un análisis de ciclo de vida comparado con las rutas mecánicas y otras químicas.

Si esas piezas encajan y esta química confirma su comportamiento a escala, convertir plástico en combustible en un solo paso puede pasar a ser un jugoso negocio para las refinerías… y una herramienta útil para aliviar (que no eliminar) la crisis del plástico, con China y EEUU empujando en la misma dirección.

Imágenes | Motorpasión, Unsplash

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