Melvin Mora, inmortal en Baltimore

Estar en el lugar correcto hace la diferencia. Melvin Mora lo descubrió cuando se fue a Baltimore en el 2001, un equipo que lo respaldó desde el primer día y en el que se sintió tan seguro que pudo dedicarse a perfeccionar su ofensiva para demostrar que era mucho más que un buen guante. Le aconsejaron ser más paciente en el plato y cambiaron su forma de ver las cosas. En la campaña 2003, aunque se perdió todo el mes de agosto, logró batear para .317 con un sólido OPS de .921. Ese año fue convocado a su primer Juego de Estrellas.
Es probable que muchos pudiesen pensar que aquellos números fueron solo un golpe de suerte, pero no. Melvin estaba listo para mostrar su versión más consistente. De hecho en la campaña 2004 dejó sus mejores registros con un astronómico promedio de .340, que en la Liga Americana solo fue superado por -nada más y nada menos- que Ichiro Suzuki, que ligó para .372. Ese año también impuso un tope personal de jonrones (27) y carreras impulsadas (104). Pero además anotó 111 veces y su promedio de embasado de .419 fue el más alto de la liga. Se hizo acreedor entonces del Bate de Plata y recibió incluso unos votos para el MVP.
En 2005 nuevamente conectó 27 jonrones, la mayor cantidad dentro de los Orioles, superando a Miguel Tejada y Rafael Palmeiro. Y fue electo para su segundo y último clásico de mitad de temporada. En los años siguientes Melvin logró mantenerse, de hecho bateó para .274 tanto en 2006 como en 2007. Y en 2008 registró su última gran exhibición de poder con un total de 23 cuadrangulares, además por segunda vez en su carrera empujó más de 100 carreras, curiosamente las mismas 104 que había conseguido en 2004. Entonces ligó para .285.
Melvin estuvo en Baltimore hasta 2009, una campaña en la que jugó 125 compromisos y facturó un average de .260. Pero su legado se hizo eterno. Sí, jugó un par de campañas más, en 2010 con los Rockies de Colorado y en 2011 con los Cascabeles de Arizona para totalizar 13 contiendas en el llamado mejor beisbol del mundo. Y sí, también es cierto que con los rocosos registró el tercer mejor promedio de su carrera, bateando para .285. Pero nada como Baltimore.
Tan es así que el venezolano fue exaltado al Salón de la Fama de los Orioles en 2015 junto a John Lowenstein y Gary Roenicke. Y no es para menos, con ellos disputó 1256 de sus 1556 juegos en Grandes Ligas y con ellos dejó de ser un utility, un bateador emergente, para convertirse en una verdadera estrella. Bateó para .280 conectó 1323 inatrapables, incluidos 422 extrabases, empujó 662 carreras y anotó otras 709.
En general en el Big Show, Melvin hace parte de los 18 venezolanos que hasta ahora han conseguido superar la barrera de los 1500 hits. Y dejó claro que no hay nada que a los venezolanos nos quede grande.