Matt Stutzman rompe la barrera de los 345 km/h conduciendo su Camaro de más de 3.000 CV solo con los pies

Matt Stutzman no tiene límites. El estadounidense, apodado el “Armless Archer” por sus éxitos en tiro con arco, acaba de marcar un hito histórico en el drag racing: superar su objetivo de pasar de las 200 mph (322 km/h). Y lo ha hecho al volante de un Camaro Pro Mod que pilota íntegramente con los pies.
Lo más impresionante no es solo la cifra. Es que, además de volar hasta los 214,69 mph (345 km/h) en Brainerd International Raceway, Stutzman se llevó su primera victoria en una ronda oficial de “Top Sportsman”, una de las categorías de la National Hot Rod Association (NHRA), el campeonato de drag racing más importante de EEUU.
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Un arquero convertido en piloto de drag
Stutzman nació sin brazos y se hizo mundialmente famoso por convertir esa condición en un motor de superación. En Londres 2012 ganó la plata paralímpica en tiro con arco, y en París 2024 se colgó el oro. También posee un Récord Guinness: el disparo más largo y preciso jamás registrado, a 310 yardas (283,5 metros). Pero su historia no se detuvo ahí.
Como explicó en una entrevista con DragCoverage, su siguiente sueño era alcanzar las 200 mph (322 km/h) en drag racing: “Llevo mucho tiempo persiguiendo ese sueño. Llegamos a 214 (345 km/h)… y esto es solo el principio”.
El Camaro de Stutzman monta un motor preparado por Alan Johnson y un supercargador tan grande como una bolsa de viaje. Este supercargador, es un compresor mecánico conectado al motor que introduce más aire a presión en los cilindros, lo que permite quemar más combustible y generar mucha más potencia.
A diferencia de un turbo, no funciona con los gases de escape, sino que entrega potencia de inmediato. En drag racing, estos supercargadores son gigantescos y pueden llevar un motor por encima de los 3.000 CV. Todo el sistema del coche está adaptado para ser controlado con los pies: el derecho maneja un volante modificado y el izquierdo acelera y frena. Sin ayudas extra ni trato especial.
“Cuando me marco un objetivo, quiero hacerlo de la manera correcta. Sin atajos ni concesiones. Alcanzar las 200 mph (322 km/h) era demostrar que puedo competir en igualdad de condiciones con los mejores de la categoría”, declaró Stutzman.
El pasado mes de agosto, durante la Lucas Oil Drag Racing Series en Minnesota (parte del calendario NHRA), el cronómetro marcó 6,4 segundos en el cuarto de milla a 214,69 mph (345 km/h). Fue el mejor registro de su carrera y el golpe definitivo a la barrera psicológica de las 200 mph (322 km/h).
Pero ese fin de semana dejó algo más importante: su primera victoria en una ronda eliminatoria. En una categoría tan exigente como “Top Sportsman”, llena de veteranos capaces de clavar las salidas y rodar constantes, ganar en la temporada de debut es un mérito de peso.
De la granja de sus padres a volar a 345 km/h
En su web personal, Stutzman recuerda que fue su padre quien lo animó a conducir por primera vez, entregándole sin dudar las llaves de la camioneta de la granja. De aquella experiencia a este Camaro con más de 3.000 CV hay un abismo técnico, pero la misma esencia: aprender, adaptarse y nunca aceptar un “no se puede”.


Además de competir, Stutzman construye y ajusta su propio coche. “Prácticamente cada tuerca y tornillo de este Camaro los he tocado yo. Especificaciones de par en pie-libra”, bromea. Para Stutzman, las 200 mph (322 km/h) son solo un peldaño. Ya ha confesado que le gustaría “saber qué se siente a 300 mph (482 km/h) en un dragster”, un reto que pocos pilotos en el mundo han logrado. Y visto lo que ha conseguido hasta ahora, no parece un sueño imposible.
“Si no estás persiguiendo tu sueño, ¿estás viviendo de verdad?”, dijo tras su histórica pasada en Brainerd. A juzgar por lo visto, Stutzman no solo está viviendo: está escribiendo una de las historias más inspiradoras del automovilismo moderno. Su historia demuestra una vez más que la pasión por correr no entiende de límites físicos.
Imágenes | PennGrade 1 Motor Oil
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