20 septiembre, 2025
Los procesos de la Vinotinto


Ahora que se avecina la búsqueda de otro seleccionador nacional, tras el estrepitoso fracaso de la gestión de Fernando “Bocha” Batista, es bueno recordar cómo ha sido la historia de la designación de otro entrenadores en las épocas más recientes y los entresijos que lo rodearon desde la gestión de Rafael Esquivel a este tiempo.

El primer técnico que designó el directivo, en libertad condicional en Estados Unidos por su participación en los casos de corrupción del FIFA Gate, fue Carlos Horacio Moreno. Esquivel apenas estaba tomando el poder, tras el repentino fallecimiento de René Hemmer, y necesitaba ganarse el respaldo de los medios de comunicación. El técnico argentino nacionalizado venezolano tenía el prestigio de haber convertido al Deportivo Táchira en la máxima referencia del fútbol nacional y su nombramiento le vino como anillo al dedo al nuevo mandamás de la FVF.

Tras la salida de Moreno del cargo, en una gestión que quedó marcada por la marginación de Stalin Rivas, la estrella insurgente del fútbol nacional de la eliminatoria al mundial de Italia 1990, comenzó la etapa de los llamados “procesos”. El primero de ellos estuvo a cargo del entrenador croata Ratomir Dujkovic. Los técnicos venidos de las antigua República de Yugoslavia se pusieron de moda en Suramérica, cuando Ecuador fichó al montenegrino Dusan Draskovic para iniciar en 1989 una renovación en el fútbol meridional.

Pero a diferencia de lo que ocurrió en Venezuela, Draskovic sí realizó un proceso de cambio profundo con la captación y formación de nuevos jugadores con un biotipo atlético, veloz y potente con futbolistas de regiones antes olvidadas como Esmeralda, y el resultado se vio en la Copa América de Ecuador 1993. El cuadro meridional con el Tanque Hurtado y Aguinaga como máximas referencias goleó a Venezuela 6-1, clasificó invicto en su grupo y por primera vez culminó cuarto al caer 1-0 ante Colombia en el duelo por el tercer lugar.

En cambio el “proceso” de Dujkovic que se vendió como de una transformación desde las bases se redujo dar más tiempo de trabajo y fogueo a la Vinotinto. El técnico croata gozó de largas concentraciones con la selección, realizó una larga gira de preparación de partidos en Alemania, y en Copa América tuvo resultados agridulces. Cayó por paliza ante el anfitrión, y sacó dos empates épicos ante Uruguay (2-2) y Estados Unidos (3-3) y con José Luis Dolgetta de colíder goleador del torneo con cuatro tantos, salvó los papeles.

La era Dujkovic se fue a pique después de las eliminatoria al Mundial de Estados Unidos 1994, en las que supuestamente daría fruto su trabajo de larga preparación. Pero la Vinotinto fue un desastre. Sin ideas y sin fútbol, fue peloteada por todos los rivales, y solo consiguió como consuelo el triunfo 2-1 en la última jornada ante Ecuador.

El ciclo del entrenador balcánico culminó de la peor manera. Se enfrentó a los periodistas de la época, que pedías explicaciones por los abrumadores resultados, y en una rueda de prensa los mandó a cubrir los partido de beisbol, porque según él no sabían nada de fútbol. Esquivel lo destituyó tras ese rifirrafe.

El segundo “proceso” se inició bajo la batuta de Rafa Santana, precedido por sus triunfos en el Marítimo. También ofreció trabajar con el fortalecimiento de las categorías menores y su primer éxito fue el cuarto lugar obtenido en el preolímpico de Mar del Plata 1996. Pero cuando los resultados tampoco llegaron en la eliminatoria al Mundial de Francia 1998, y Venezuela se hundía en cada partido, Esquivel no podía destituir a Santana, porque le había firmado un contrato sin fecha de caducidad. Así que el propio técnico se encargó de buscar un sustituto, que estaría bajo su tutela. Richard Páez rechazó la oferta y el elegido fue el colombo-venezolano Eduardo Borrero.

Después siguió el tercer “proceso” dirigido por el argentino José Omar Pastoriza. Su contratación se produjo para potenciar a la selección campeona en los Centroamericanos de Maracaibo de 1998, pero el técnico recurrió a la figuras con mayor jerarquía en el país como Gilberto Angelucci, Rafael Castellín, Juan García y entre los más nóveles añadió a Juan Arango, Miguel Mea Vitali y Leopoldo Jiménez. Su cambió tampoco fue grande, al punto de que le tocó entrenar a la Vinotinto en la cancha destartalada y polvorienta de la Facultad de Ciencias de la UCV. El ciclo de Pastoriza se comenzó a resquebrajar por las diferencias en los premios que Esquivel debía pagar a los asistentes del entrenador argentino.

El preparador físico que trajo la antigua figura de Independiente de Avellaneda fue el primero en abandonar el barco, y la derrota 1-2 ante Ecuador en Maracaibo e1 15 de noviembre de 2000 agotó las energías de Pastoriza que fue separado del cargo.

El único cambio de verdad en materia de juego hasta el sol de hoy fue el que comandó a partir de ese momento Richard Páez Monzón. Esquivel lo designó a regañadientes, con el objetivo de quemarlo en el puesto de seleccionador nacional para silenciar la voz siempre crítica del técnico merideño. Todo estaba preparado para destituir a Páez del cargo, luego del partido contra Uruguay en Maracaibo, que la FVF ya daba por perdido sin jugarlo. Pero la Vinotinto irreverente hizo acto de aparición. No solo venció 2-0 a Uruguay, sino que ganó otros tres partidos consecutivos, una gesta que no se ha repetido nunca más . Farías, con su cuchillo entre los dientes, cambió el modelo de juego y la identidad de la Vinotinto de Páez que enamoró al país se extravió en el camino.

El último experimento de la dupla Pékerman-Batista culminó como ciclos pasados, que solo dejaron frustración y tiempo consumido en balde. El proceso de cambio profundo del fútbol nacional, de siembra del deporte en todo el país, y de cosecha de jugadores con más formación técnica y táctica en los clubes aún espera por un trabajo serio y planificado.



Fuente: Meridiano