Los abrazos de Falcao

A Radamel Falcao García la suspensión de la celebración de los goles hasta nuevo aviso lo tiene de mal talante. El atacante colombiano siguió con atención, como todo buen jugador, el retorno del fútbol a la escena mundial después de dos meses de incertidumbre, solo para confirmar lo que ya se temía.
Falcao se pegó del televisor para seguir al Borussia Dortmund enfrentando al Shalke 04 en la vuelta del fútbol alemán, el sábado pasado, y estaba pendiente, especialmente, de la posibilidad de anotaciones de los dos equipos. Hubo cuatro, todos del Borussia, pero su decepción fue grande cuando se dio cuenta de que los conquistadores de redes, en ese y en los demás partidos de la primera jornada postcoronavirus, no podían festejar sus logros con sus compañeros porque las precauciones por la propagación de la pandemia lo han impedido. “Qué vaina”, ha debido decir Falcao, con ese acento y la palabra típica caribe de los nacidos en Santa Marta. “Prohibieron celebrar los abrazos, pero ¿no son iguales las marcas en toda la cancha y en los corners, y qué me dicen de los apelotonamientos en las barreras?”.
Ah, caramba; parece que Falcao tiene razón. Las autoridades del fútbol no se percataron de esto y solo mutilaron la alborozada fiesta de los goleadores. Los vimos el fin se semana cada vez que marcaban sus golazos: bailecitos, movimientos de brazos, tibias sonrisas, codazos, pero nada de felicitaciones entre sudores y cuerpos apretados.
Pero viéndolo bien, es en los abrazos de efusión lo único que podía haber una prohibición; impedir las marcas, los apretujones en los saques de esquina o en las barreras hubiera sido cambiar la naturaleza del fútbol, la esencia misma de la lucha que tiene que haber en el partido y en un deporte hecho para la confrontación. El fútbol tiene sus características esenciales, y ahora podemos hablar del discutido VAR: una de las razones de su implementación, además de hacer justicia, fue la de evitar los amontonamientos de jugadores alrededor de los árbitros: ¿se ha evitado? Rotundamente no. Los futbolistas siguen encimando a los jueces porque el juego es calor y fuego, y mientras el fútbol sea fútbol así va a seguir siendo, y no importa que sean partidos de liga, de copas o de mundiales; hasta en amistosos las broncas son parte del bochorno cotidiano.
Así que, Falcao, a aceptar las precauciones, a tragarse la rabia y a esperar a que el virus parta para no volver nunca más.
De fútbol y héroes
Algún día teníamos que hablar de esto. Usualmente hemos oído llamar “héroe” a algún astro de fútbol o de algún otro deporte para exaltar sus hazañas en las canchas del mundo, especialmente cuando se trata de algo decisivo en partidos importantes. Sin embargo, quien ahora escribe nunca ha estado de acuerdo. Héroe debe ser para los creadores de patrias, para los verdaderos gestores de libertad aun a costa de su sangre y su sacrificio, y por eso no nos parece adecuado como metáfora de una gesta deportiva. Ahora, en estos días de reflexión por causa del visitante inesperado sí han surgido héroes de verdad: todos aquellos hombres y mujeres que de sacrificio en sacrificio, de entrega en entrega y ondeando las banderas del amor por los semejantes, exponen sus vidas para salvar a la humanidad aun a costa de su propia existencia. ¿Quién duda de que es a ellos a quienes legítimamente les corresponde la heroicidad?
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