Las marcas de coches nos quitaron los botones físicos y nos obligaron a usar una pantalla. No es el futuro, es una idea mal ejecutada que ya fracasó en los años 80

Si has probado un coche nuevo en los últimos años, es muy probable que hayas tenido que navegar por un menú digital para hacer algo tan simple como subir el volumen o ajustar el aire acondicionado. La mayoría de fabricantes han apostado por reducir los botones físicos al mínimo en favor de enormes pantallas, buscando un diseño más limpio, una imagen futurista y un recorte de costes de producción.
Pero esta digitalización total no convence a todos. Marcas como Mazda, Aston Martin, Lexus o incluso Volkswagen están rectificando, recuperando mandos tradicionales para las funciones más esenciales. Incluso Euro NCAP ha empezado a penalizar la sustitución de los botones físicos por cuestión de seguridad. Y no es la primera vez que pasa: en los años 80 ya vivimos una fiebre por digitalizar el coche, y el desenlace fue parecido.
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De Tesla a Mercedes: la carrera por la pantalla más grande
La tendencia la marcaron pioneros como Tesla, que eliminó casi todos los mandos físicos en sus modelos, delegando hasta el limpiaparabrisas o la apertura de la guantera en la pantalla central. O Mercedes-Benz, con su Hyperscreen: más de un metro de superficie táctil que lo domina todo.
BMW, en su Serie 7, también ha apostado por menús táctiles e incluso mandos gestuales. El problema es que la usabilidad no siempre acompaña: buscar un icono en plena marcha puede resultar mucho más peligroso que pulsar un botón. Por eso, algunos fabricantes han empezado a dar marcha atrás.
Volkswagen es gran ejemplo de ello, pues rectificó tras las numerosas quejas por su volante táctil y sus climatizadores digitales o sus controles poco intuitivos. Desde entonces, en los nuevos Golf, Tiguan o Passat, han recuperado mandos físicos. Y Toyota o Lexus han apostado por mantener botones para funciones clave, incluso en sus modelos más modernos. En Mazda, directamente nunca los abandonaron.
Los botones no son una moda: son una cuestión de seguridad


Citroën BX Digit
No se trata de nostalgia. Varios estudios recientes han demostrado que usar una pantalla táctil al conducir puede generar más distracciones que manipular un móvil. En Suecia, la revista Vi Bilägare comparó el tiempo que lleva realizar varias acciones básicas (subir la temperatura, cambiar la emisora, activar el desempañador) en coches modernos con pantallas frente a un Volvo V70 de hace 15 años con mandos físicos. El resultado fue contundente: el coche antiguo permitía realizar todas las tareas en menos tiempo y con menos distracción.
Por eso, organismos como Euro NCAP ya han anunciado que, a partir de 2026, evaluarán negativamente los sistemas que obliguen a usar pantallas para controlar funciones básicas mientras se conduce. Una decisión que podría marcar un antes y un después en el diseño de interiores.
Ya lo vivimos en los 80: cuando queríamos tener nuestro propio KITT
La fiebre digital no es nueva. En los años 80, inspirados por series como ‘El Coche Fantástico’, varios fabricantes quisieron hacer del coche un gadget futurista. Y lo hicieron a su manera. Renault, por ejemplo, lanzó el R11 Electronic, con una voz sintética que alertaba al conductor, un cuadro LCD lleno de colorines y mandos desde el volante.
Citroën, con el BX Digit, incorporó un velocímetro en forma de carretera animada, un ordenador de a bordo con 15 funciones y hasta una radio de alta fidelidad Pioneer. Pero los más atrevidos fueron los estadounidenses…
El Buick Riviera de 1986 fue el primer coche de producción con una pantalla táctil real: el Graphic Control Center. Con una interfaz monocroma, permitía controlar el climatizador, la radio y múltiples parámetros del coche. Era revolucionario… pero también poco práctico, lento y complejo de manejar. Fracasó por lo mismo que hoy preocupa a muchos: la experiencia de usuario.
Del Aston Martin Lagonda al Cadillac Seville: los pioneros digitales
Otro coche adelantado a su tiempo fue el Aston Martin Lagonda, lanzado en 1976. Equipado con un panel de instrumentos digital sin agujas y pantallas tipo LED, rompió todos los esquemas. También Cadillac y Lincoln se sumaron a la moda, con cuadros completamente digitales en modelos como el Seville o el Continental. Algunos incluso usaban pantallas CRT como las de los televisores.
En aquel momento, la tecnología parecía salida del futuro. Pero su fiabilidad era dudosa, y los usuarios no estaban preparados para interfaces tan complejas. Muchos de esos sistemas quedaron relegados a ediciones especiales, y el concepto de “pantalla en el coche” desapareció durante años. Hasta que volvió, claro, con los smartphones como punta de lanza.


Con el tiempo, las pantallas evolucionaron: primero LCD, luego OLED, con mejor calidad de imagen, respuesta táctil más rápida y menor consumo. También mejoró el software, gracias a la llegada de Android Auto y Apple CarPlay, que reemplazaron los sistemas propios de muchas marcas, caóticos y poco funcionales.
Incluso la conectividad móvil (con tarjetas eSIM y procesadores firmados por Intel o NVIDIA) ha ayudado a hacer más fluida la experiencia digital a bordo. Pero, aunque el hardware y el software sean mejores, el problema no ha desaparecido del todo. De hecho, la obsesión por digitalizarlo todo ha llegado al punto de eliminar palancas, botones físicos e incluso indicadores visuales de funciones clave.
El equilibrio es posible: pantalla sí, pero no para todo


Lo que vuelve a plantear la misma pregunta que en los 80: ¿estamos haciéndolo realmente mejor que antes? Lo ideal no es volver al pasado ni renunciar a las pantallas, sino encontrar un equilibrio sensato. Las pantallas son útiles para mostrar información flexible, navegación o entretenimiento. Pero funciones esenciales como la climatización, los faros o la función de desempañar las lunas deberían seguir estando a un clic, no a tres toques en una pantalla.
Y ese equilibrio ya lo están buscando muchas marcas como: BMW en sus últimas berlinas; Ford con combinaciones de pantalla y ruletas; Dacia, con interfaces básicas pero muy usables o Peugeot, con su i-Cockpit y accesos directos físicos personalizables. Los botones físicos no son una reliquia del pasado: son una herramienta de seguridad, ergonomía y control. Y aunque el futuro del coche sea digital, hay funciones que siempre deberían estar al alcance de un solo gesto.
Imágenes | Motorpasión, Citroën, Buick, Aston Martin,
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