Jannik Sinner confiesa su cambio tras caer en Roland Garros 2023

Jannik Sinner sigue siendo el hombre de moda de este año en el circuito. A pesar de que su gira de tierra batida está siendo irregular por esas molestias en la cadera que le hicieron abandonar en Madrid y le impidieron estar en Roma, el italiano puede salir de Roland Garros como número uno del mundo, en el mismo lugar donde un año antes sufrió una de sus derrotas más dolorosas. Y sobre aquel partido se confiesa Sinner en una entrevista con The Guardian.
En la charla con el medio inglés, el actual número dos del mundo comenta como aquella derrota contra Altamier (7-6(0), 6-7(7), 6-1, 6-7(4) y 5-7) en segunda ronda de Roland Garros supuso un antes y un después en su forma de encarar los encuentros: “Siempre trato de aprender de mis derrotas y fue difícil. Mi forma de pensar no era muy buena y me prometí que esa actitud no volvería a aparecer. Era hora de dar lo mejor de mí con una sonrisa. Obviamente hay presión, pero la presión es un privilegio”, confiesa el italiano.
– Cambio de actitud
No fue el único que se dio cuenta que su actitud no fue la correcta, también se lo hizo saber su equipo: “Hubo demasiados altibajos emocionales. Puede suceder: juegas un set bien y otro mal, especialmente en tierra batida. Pero no estaba contento en la pista y no tenía motivos para estar así. Mi equipo dijo: ‘¿Por qué tienes esta actitud?’ Tenían razón y siempre he creído que si quieres mejorar tienes que aceptar lo que has hecho mal”, asegura Sinner, que después de su eliminación en París decidió dar un paso hacia delante: “Está bien fallar tiros, incluso perder. Pero hay que estar feliz de estar en la pista.”
Desde entonces, el joven tenista se inculcó una mentalidad positiva y resiliente: “El tenis empezó como mi hobby y ahora es mi trabajo. Pero es importante que siga jugando como si fuera mi hobby. Es imposible ser siempre positivo. Tienes tantos momentos en los que tienes cosas negativas, pero tienes que encontrar una manera de salir de ellas. Cuanto más juegas, más fácil es”.
– Disfrutar bajo presión
El italiano siempre ha afirmado que le gusta lidiar con la presión y que no supone ningún problema para él: “Me gusta bailar en la tormenta de la presión. Hay que disfrutar la presión porque no es como si fuéramos médicos haciendo cirugía. Cometes un error como médico y te puede costar la vida. Simplemente ganamos o perdemos y la semana que viene tienes otra oportunidad”, opina un Sinner que mantiene su visión relativista del tenis.
El cambio de actitud tras aquella derrota en París el año pasado le sirvió para afrontar de otra manera partidos donde iba por debajo como ocurrió en la final de Australia ante Medvedev: «Me ayudó en el segundo set cuando le rompí el servicio por primera vez con 5-1 abajo. Me dio confianza de que podía derrotarlo. Intenté mantenerme concentrado y lo vi decaer un poco físicamente. Tuvo dos semanas difíciles jugando partidos muy largos. Intenté quedarme allí el mayor tiempo posible y coger impulso”, explica un Sinner que le dio la vuelta a la final y remontó dos sets en contra para alzar su primer Grand Slam.
Incluso después de ganar en Australia, el italiano siguió trabajando para seguir mejorando cada vez más: “El trabajo me dio la satisfacción de tener un gran trofeo. Si quieres volver a conseguirlo tienes que seguir trabajando. No hay suerte en el tenis. Tengo que mejorar física y mentalmente y mezclar mi juego porque mis oponentes ahora me conocen mejor. Es divertido encontrar la solución”.
– Su peculiar forma de celebrar los títulos
El hecho de ganar un Grand Slam implica una posterior celebración a la altura de lo conseguido, pero la celebración de Sinner fue acorde a su forma de ser: tranquila y con su gente de confianza. “El mejor momento fue al volver en el avión de regreso con mi equipo. Normalmente duermo durante el vuelo, pero no esa noche. El avión tenía un bar y íbamos allí y conversábamos. Es lo que me gusta, compartir la victoria con la gente que me ayudó a llegar hasta este punto”, confiesa antes de desvelar su forma de celebrar un título: “Mis celebraciones son diferentes. Si tengo una buena semana, siempre como una hamburguesa con patatas fritas, una Coca-Cola y tiramisú o helado. En Melbourne lo tenía todo. Ese es mi placer culpable”, concluye el numero dos del mundo antes de embarcarse en la misión de levantar su primer Roland Garros en el lugar donde hace un año cambió su forma de ver el tenis.