12 septiembre, 2025

han inventado una biblioteca pública de Hot Wheels para que no te dejes todo tu dinero en coleccionar coches

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Coge un libro, deja un libro. Seguro que esto te suena: una pequeña vitrina o estantería con libros que invita a que te lleves uno dejando otro como «pago». Es lo que se conoce como ‘bookcrossing’ una iniciativa nacida hace 25 años y que se ha replicado en ciudades y pueblos de todo el mundo. También en España.

Un padre y un hijo han llevado esta idea a otro nivel: con miniaturas de coches. Su deliciosa y pequeña biblioteca pública está en el jardín de su casa. Sería maravilloso que también comenzara a replicarse como ha ocurrido con los libros. Están en ello.

Si ha funcionado con libros, ¿por qué no con coches de juguete?

Cuando era pequeña, me pasaba horas jugando en casa de un amigo que tenía más de 200 coches de Majorette y Hot Wheels. Me pregunto qué habrá hecho con su enorme colección. Depende del coche, pero las miniaturas pueden ser bastante caras. Sirve de ejemplo este Jeep Hot Wheels de «Jurassic Park» que superaba los 30 euros. 

Hay verdaderos coleccionistas de coches que hasta llenan habitaciones enteras con reproducciones die-cast (coches fundidos en metal). Los hay que optan por venderla al completo, ganando miles de dólares. Pero otra opción podría ser la de donar algunos ejemplares para que la comunidad crezca. Por ejemplo, unidades repetidas.

Es justo la idea que tuvieron un padre y un hijo de Nueva Escocia (Canadá). Viven en el típico barrio residencial norteamericano, con jardín delantero. Allí, junto al buzón, colocaron una pequeña caseta de madera sobre un poste. Más de dos docenas de miniaturas de Hot Wheels lucen en sus cinco baldas. Una puerta de cristal los protege y un cartel anuncia: «Hot Wheels Car Library. Coge un coche, llévate un coche»

Economía circular para coleccionistas. En realidad quien está detrás de la iniciativa es Dads Diecast Den, unos entusiastas de coches de fundición que tienen perfil en Facebook e Instagram. Han compartido fotos de esta pequeña biblioteca de reproducciones. Y animan a otros amantes de las miniaturas a hacer lo mismo: «¡Si estás viendo esto ahora mismo, haznos un gran favor, compártelo y difúndelo nuevamente para que aún más personas puedan inspirarse con este proyecto!».

Dan una serie de consejos para llevarla a cabo. Por ejemplo usar una estructura resistente que proteja a las miniaturas de las inclemencias del tiempo, detallar las reglas amable pero claramente o involucrar a los más pequeños para que no se los lleven sin dejar otro coche a cambio. También invitar a autoridades y vecinos a compartir estas bibliotecas en sus redes sociales. 

Quizá el mayor riesgo son los robos. Por ello también aconsejan colocarlas en lugares frecuentados, visibles e iluminados. Incluso colocar cámaras falsas disuasorias para mantener a raya las manos largas. 

Dos décadas de intercambio de libros. El ‘bookcrossing’ nació a principios de los años 2000. Se acuña a Ron Hornbaker, que ideó un préstamo organizado circular de libros: invitaba a la gente a que etiquetase su libro con las instrucciones de la iniciativa, lo registrara en la base de datos de su web y lo dejase en lugares públicos como por ejemplo un bancos en la calle. El que lo cogiera, tras leerlo, debía dejarlo nuevamente, además de escribir una reseña de su hallazgo.

Esto ha evolucionado a pequeñas bibliotecas públicas en las calles, con libros metidos en vitrinas o armarios. La premisa es más sencilla: deja tu libro y llévate otro. Y una vez leído, lo vuelves a dejar y así sucesivamente. El Metro de Madrid ha creado bajo esta premisa la Metroteca, partiendo de 1.000 libros donados por bibliotecas y asociaciones. Pero esta idea se ha replicado también en ciudades como Valladolid, Cuenca o Alicante, entre otras.

Imágenes | Dads Diecast Den en Facebook

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