El problema (y la solución) de Alejandro Davidovich
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Hace apenas un par de semanas, Alejandro Davidovich sufría, sin dudas, la derrota más dura de su carrera. Uno de esos partidos que dejan huella, capaces de desmontar ciertos elementos del progreso en una mente con margen para la mejoría. Su verdugo fue Alex de Miñaur y sus ecos aún resuenan en plazas como el ATP Cincinnati 2025, donde una nueva retirada ante Joao Fonseca pone de manifiesto cuál es la última barrera a superar para el malagueño: conectar mente y cuerpo y automatizar sus funciones. Adquirir esto, tan complicado en ocasiones, ofrecería estabilidad a un bólido con caballos de sobra para competir ante los mejores.
Dos retiradas seguidas no evidencian, eso sí, el descomunal progreso que hemos visto en Alejandro Davidovich a lo largo del 2025. Tras una temporada de altibajos, cambios de equipo, apuestas que no funcionaron y una mirada introspectiva para regresar a su versión de 2023, Foki dio con la tecla en los banquillos, con un Félix Mantilla en rol «pacificador»; siguió cultivando la mente, confirmó su estabilidad emocional fuera de la pista tras casarse con su prometida y vio cómo hacer las cosas bien fuera de la pista daba sus frutos dentro de la misma. Llegada al top-20 en su mejor ranking histórico, victorias de mucho mérito ante los mejores… y varias oportunidades de conquistar su primer título, con tres finales de, eso sí, amargo recuerdo.
Ha sido la última la que ha dejado clavada la mayor espina. Inmerso en la vorágine frenética de un calendario que cada vez ofrece menos tregua a los mejores, Foki aún parece sentir el dolor de las bolas de partido perdidas ante de Miñaur. A Canadá, claro, llegó con la lengua fuera: su cuerpo dijo basta ante un Andrey Rublev que jamás reniega un tiroteo. Parecía entendible, máxime tras la decepción vivida apenas días atrás: aquel torneo, quizás, llegaba demasiado pronto. Foki quiso dar rienda suelta a la dinámica positiva cuando ni su cuerpo ni su mente habían terminado de sanar… y Cincinnati es una prueba fehaciente de ello, convertida ahora en una nueva herida que, esperemos, tarde poco tiempo en cicatrizar.

UNA ÚLTIMA FRONTERA QUE PUEDE MARCAR EL TECHO DE DAVIDOVICH
Ese ansia por demostrar al mundo de lo que es capaz, las prisas por resetear tras una final tan dura en lo mental, han provocado que el cuerpo de Foki colapse. Las brutales condiciones climáticas de Ohio tampoco ayudaron, y la cuestión parece claramente física, pero en el engranaje de un tenista profesional no hay pieza que se mueva de forma libre. No hay nada al azar, y la conexión cuerpo-mente se vuelve tan fundamental cuando nos topamos con casos como el del propio Davidovich.
La brutal exigencia de Washington, la búsqueda de puntos y victorias como medicina… todo eso dejan una clara lección al malagueño: si el gran objetivo no ha llegado, la solución no es correr más. La eficiencia y los pequeños ajustes, como bien ha demostrado a lo largo de todo el año, son el camino más directo al éxito, lo que le harán seguir evolucionando y acercarse a desbloquear todo su potencial, un potencial que, si me preguntan, apunta claramente al top-10. Paciencia, saber escuchar a tu cuerpo y confiar en el proceso incluso después de los varapalos más despiadados: solo así Foki saboreará las mieles de un título y será lo suficientemente regular como para batir a los mejores cada dos semanas. Que Cincinnati sirva de lección… y nosotros sigamos aquí, viendo el progreso de nuestra segunda mejor espada.
