El Gran Reemplazo que Kutchan (Japón) teme por el turismo del esquí

Una de las teorías consipiranoicas de moda en Europa es la del Gran Reemplazo según la cual la población blanca cristiana europea está siendo sistemáticamente reemplazada por inmigrantes. En Japón, un pueblo tradicionalmente cerrado a los extranjeros, también andan preocupados con estos cambios en sus calles.
El envejecimiento de su población, y la cada vez mayor apuesta por el turismo, registrando cifras récord de viajeros cada año, hace que falte mucha mano de obra. Los jóvenes del país, cada vez menos, no quieren trabajar en hoteles o bares, así que las empresas buscan gente en países cercanos como Vietnam, Tailandia o Camboya. Personas con unas costumbres y educación muy distintas, lo que provoca muchos recelos.
En el pintoresco pueblo de Kutchan (17.000 habitantes) con sus característicos edificios de techos rojos bajo el Monte Yotei, durante muchos años se había dedicado al cultivo de productos como la patata. Pero estar a los pies de las ya internacionales y famosas pistas de esquí de Niseko ha atraído muchos extranjeros que han convertido este punto de Japón en un foco de tensión más en el conflicto nacional sobre mano de obra, turismo e inmigración.
En esa ciudad, una empresa planea construir alojamiento para hasta 1.200 trabajadores, la mayoría extranjeros. Estos empleados son necesarios para que puedan funcionar las estaciones de esquí y construir las instalaciones de la zona. Sin embargo, los residentes locales están pidiendo al gobierno que bloquee las instalaciones, alegando preocupaciones sobre la seguridad y la percepción de un deterioro del orden social.

Un grupo de vecinas de Kutchan este verano
La situación de Kutchan es un microcosmos de la crisis demográfica de Japón donde el floreciente sector turístico del país, valorado en 50.000 millones de dólares, que se ha convertido desde 2024 en su segundo mayor motor económico después de los automóviles
La población del país se ha reducido de 128 millones en 2008 a 125,4 millones en 2022, con el 29,9% de la población de 65 años o más en 2023, una proporción que se espera que aumente al 34,8% en 2040.
La población en edad de trabajar se ha reducido de 87 millones en 1997 a 74,2 millones en 2022, dejando a las ciudades rurales como Kutchan sin desempleados. La tasa de fertilidad de Japón, 1.26 nacimientos por mujer en 2022, es significativamente menor que la 2.1 requerida para mantener una población estable. Los nacimientos cayeron a un mínimo histórico de 758.631 en 2023, pero el aumento de la esperanza de vida aumenta los costos de atención médica y pensiones, lo que representa más del 30% del presupuesto nacional.
Menos trabajadores, menos impuestos recaudados, lo que afecta los ingresos fiscales y socava el crecimiento económico, con empresas como el turismo, la atención médica y la construcción enfrentándose a como lidiar con la falta de personal.
El auge del turismo en Kutchan ayudará precisamente a la economía local, que ha visto como los subsidios para las familias y la ayuda para el cuidado de niños se han derrumbado por falta de presupuesto, y aunque la automatización y la robótica, particularmente en el cuidado de ancianos, proporcionan algún respiro, no pueden reemplazar totalmente a los humanos.
Pero la ciudad carece de la fuerza laboral para mantener la economía en marcha. Así que los trabajadores extranjeros se han vuelto indispensables para mantener la sanidad y los servicios. Sin embargo, la oposición a su presencia indica una profunda tensión cultural en Japón.
Dependiendo de la época del año, los inmigrantes pueden representar hasta un 22% de los 17.000 habitantes de Kutchan, una de las proporciones más altas de Japón. Esta realidad demográfica posiciona a la pequeña ciudad como una prueba temprana y visible de las fricciones sociales y políticas que se prevé que proliferen a nivel nacional en un país receloso de la inmigración, pero cada vez más dependiente de ella para mantener a flote su economía.
En todo Japón, el aumento de la inmigración extranjera se ha sentido con mayor intensidad desde la pandemia de la COVID-19, con un auge del turismo justo cuando las nuevas políticas permitían la entrada de más trabajadores extranjeros al país. También ha impulsado el auge de los partidos nacionalistas de extrema derecha, que lograron debilitar la mayoría del Partido Liberal Democrático, que lleva gobernando regularmente desde 1955 y consecutivamente desde 2012.
El partido votó en las primarias del pasado sábado a Sanae Takaichi, exministra del Interior de Japón, como nueva líder que suceda a Shigeru Ishiba, primer ministro del país y quien podría convocar elecciones probablemente para este 2025.
Con todo, la historia de Kutchan es la de siempre: es el dinero y los adinerados los que traen los inmigrantes. Pero es que estos son indispensables.
A Kutchan los extranjeros comenzaron a llegar a principios de la década de 2000, cuando los australianos descubrieron la nieve polvo de la zona. Después del COVID-19, inversores inmobiliarios de Hong Kong, Singapur y China viendo el negocio, comenzaron a comprar terrenos a los residentes que los fueron vendiendo felizmente. Pero ahora esos terrenos hay que construirlos y luego esos hoteles mantenerlos, y no hay residentes para trabajar ahí, así que esas empresas están llamando a trabajadores del sudeste asiático.
Muchos de ellos llegan con problemas económicos, a menudo están mal pagados y su formación y educación es muy distinta. Algunos residentes se quejan ahora que encuentran botellas o papeles en las aceras (en Japón no hay papeleras porque fueron retiradas tras el ataque terrorista con gas sarín en el metro de Tokio en 1995. Los residuos te los llevas a casa y los tiras en tu basura).
En una artículo del New York Times explicando esta nueva etapa de Japón con la inmigración, una residente de Kutchan explica que
«Son muy diferentes a los occidentales y a los ricos que habíamos visto antes. He comenzado una petición con unos 4.000 personas más para bloquear la construcción del alojamiento para trabajadores temporales.
No he tenido problemas directos, pero vecinos míos me han dicho que extranjeros habían entrado en garajes y tirado botellas en las aceras.»
De momento el Ayuntamiento no está por la labor de detener la construcción de unos alojamientos necesarios para el funcionamiento del turismo en la ciudad. Así que muchos de estos residentes han empezado a apoyar al candidato local de extrema derecha quién advierte de una «invasión silenciosa» de extranjeros y que de ser elegido tiene la intención de abordar cuestiones como la construcción en Kutchan. No explica como va a encontrar trabajadores para esos hoteles, restaurantes y edificios en construcción en un país donde no hay desempleados (un 2,5% en agosto).
La residente que habló con el NYT tiene la solución:
«Solo quiero que detengan este tipo de desarrollo. Se están construyendo demasiados hoteles en Kutchan y en la zona en general. Cada vez es más difícil vivir. Es casi como si nos volviéramos extranjeros en nuestra propia ciudad”.
Pero sin ese desarrollo, y nadie que quiera volver a plantar patatas, Kutchan estará condenada a morir.

Kutchán a los pies de las pistas de esquí de Niseko (Japón)