EL ARTE Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS EN LAS EXPOSICIONES EN TORNO A PARÍS 2024 – Historias de los Juegos


Si unimos la Ciudad de las Artes con unos Juegos Olímpicos obtenemos como resultado París. Y fue en París durante el verano de 2024 donde ambos campos se dieron la mano. De todos es conocido que la ciudad sede de unos Juegos Olímpicos realiza paralelamente lo que se viene denominando “Olimpiada cultural” con multitud de exposiciones que unen ambos aspectos y París, naturalmente, no fue una excepción. Todo tipo de visiones del deporte se vieron reflejados en numerosas exposiciones: fotografías, esculturas que resaltaban el cuerpo atlético, las equipaciones del deporte, objetos de los primeros Juegos, en fin, muchos aspectos que resumimos mínimamente en este artículo.

Empezamos por el mismísimo museo del Louvre, que quiso centrarse en el Olimpismo como invención moderna de un legado antiguo. El foco estuvo en los primeros Juegos, creados por el francés Coubertin, pero también en otras figuras menos conocidas, como el filólogo galo Michel Bréal, que reinventó la carrera de la maratón y diseñó la primera copa para el ganador de esta categoría, así como el pintor suizo Émile Gilliéron que realizó el primer cartel de los Juegos de 1896.

Encontramos otras piezas singulares, como un cuadro alegoría de los deportes pintado por el padre de Pierre de Coubertin. Otra pieza que destaca es el «Discóbolo finlandés, primer premio de escultura en los Juegos celebrados en la capital francesa en 1924 que realizó el artista griego Costas Dimitriadis y para el que posó un atleta, lanzador de disco él mismo.
El Petit Palais, que se encuentra justo delante del Grand Palais -que fue sede de la esgrima y el taekwondo durante los Juegos- se centró en el cuerpo humano en el arte mostrando obras como una ánfora antigua donde podemos ver el lanzamiento de una jabalina o los trofeos de los Juegos Olímpicos de 1924. En general, las obras expuestas celebraban el cuerpo en movimiento.

El Museo Marmottan se centró en la obsesión de los pintores impresionistas en el deporte, algo que en su época y para ellos era un símbolo de modernidad, lo que atrajo a muchos de los pintores de ese movimiento. Así, podemos ver reflejadas en sus obras escenas de hípica o de esgrima, incluso de rugby o ciclismo. La exposición resalta cómo el deporte pasó de ser un acto de ocio exclusivo para aristócratas a ser un evento de masas. Entre los artistas representados figuran pintores de la talla de Monet, Degas, Caillebotte, Toulouse-Lautrec o Rodin, por citar solo algunos. Sus obras destacan al atleta como figura heróica, personajes que representan la resistencia y la determinación. Las piezas que se expusieron -auténticas joyas del impresionismo- vinieron de museos destacados de todo el mundo, como el Guggenhein de Nueva York, la Galería Nacional de Washington, el Museo de Arte de Filadelfia y el propio Museo de Orsay.
Podríamos citar más, pero la exposición a la que dedicaremos las lineas finales es la de bañadores diseñados por Louis Vuitton (por lo demás, la marca que diseñó el cofre con el que se entregaron las medallas olímpicas) que se pudieron ver en la propia casa de la familia del diseñador de moda. La muestra exhibió también fundas de raquetas de tenis, por citar un ejemplo, así como los tradicionales baúles de la prestigiosa marca.
Finalizamos con las estatuas recreación de la Antigua Grecia que se reinterpretaron simbolizando deportes en el atrio de la Asamblea Nacional y que estuvieron expuestas durante meses para disfrute de los parisinos y visitantes que pasearon ante ellas.