De poco vale llegar a la cima

Pocas cosas enceguecen tanto como la victoria, especialmente si es la victoria deportiva. Se llega a la cima y se es vanagloriado, y no es fácil mantenerse arriba con el aura de la fama cuando esta tiende alrededor de algún personaje un escudo inviolable. “Con ella no hay salida fácil”, dijo Yordano en una canción, y así ha de ser.
Esto lo decimos repasando los sucesos del fútbol actual, del trajín cotidiano de un deporte que no cesa de aparecer con sus ires y venires, y con Carlo Ancelotti, hasta hace unas semanas elogiado hasta la gloria mayor y llevado hasta el pináculo de su oficio, para ahora ser bajado y tener que pararse encima de un terreno con espinas traicioneras. Respetado, visto como un señor de la dirección técnica, ganador de títulos como ningún otro y figura imprescindible del delirio madridista, duerme sin saber si cada mañana al despertar va a oír sonar el teléfono y la voz de Florentino Pérez para decirle que hasta ahí, que ya todo ha terminado.
Y Pérez, como empresario que se precie de serlo, le podría leer la terrible decisión de la junta directiva del Real Madrid. Y entonces, toda aquella historia rica en matices vencedoras, en gestas inigualables para cualquier entrenador europeo, de nada valdrá. De poco habrá servido volar tan alto para sentir en el ala el plomo de la estrepitosa caída. Ah, pobre Ancelotti, tanto para tan poco, qué incierta la vida la de los entrenadores. De aquella cadena eslabonada con certezas solo quedarán cenizas, despojos de un pasado feliz con epílogo amargo.
Pero no sabemos si al momento de ser publicada esta columna el director técnico seguirá en su lugar y solo estamos navegando por el caudaloso cauce de la imaginación, o si quizá le habrá sonado el celular con la ingrata noticia del despido. La especulación es a veces parte del periodismo, muchas veces perseguido por la desesperación de dar la noticia antes que los demás. Si Carlo Ancelotti se va llegará otro, y la vida continuará. El mundo no se detiene, nadie es indispensable, dicen, y en el Real Madrid parece que dan fe de ello.
¿Quién vendrá? Hacemos la pregunta en dos sentidos. En tono mayor, en el Madrid; en tono venezolano, en la selección Vinotinto. Lo del club español ya lo comentamos, y son varias las barajas que pueden entrar en juego. En el caso nacional, ya hemos dicho que nos parece de mala leche hablar imprudentemente de sustituciones, porque dejando a un lado las goleadas ante Bolivia y Chile no hay ningún indicio, ni real ni supuesto, que nos lleve a una conclusión. Se ha hablado en los corrillos de esquina de César Farías como sucesor, mas esta versión no ha pasado de ser parte de la plática informal de cada día, tan característica del fútbol nacional.
Por ahora, y echando una ojeada al colorido panorama nacional, no hay nada nuevo en cien kilómetros a la redonda. Lo demás, hablar por hablar.
Caracteres, caracteres…
Con Carlos Ancelotti hubo una ruptura en el comportamiento del director técnico. En los tiempos recientes se había impuesto el tipo duro, el que no aflojaba tal fácilmente ni hacía concesiones.
Pero el italiano, hombre refinado, de cierta amplitud, tomó otro sendero: con el volvió la mano en el hombro, la conversación sincera, la comprensión; en fin, el sentido humano del patrón de la cuadra, como se dice en Uruguay, aunque no siempre ha sido bien interpretado por algunos de los medios de comunicación, que han pretendido calificarlo de “débil y complaciente” con el plantel.
Su mayor logro ha sido el manejo de tantos nombres y no permitir sobresaltos de egos exaltados ni crecimientos desmesurados de personalidad. Nunca elogia más de la cuenta, ni habla, como tantos otros, de concebir a alguno de sus jugadores como “es el mejor del mundo”.