12 septiembre, 2025
Con Buenos Aires en la memoria


Somos hijos del tiempo, y por ello escribimos estas líneas antes del partido jugado anoche en el estadio Monumental de Buenos Aires sin conocer el resultado. Empero, no podemos perder en la densa neblina de los tiempos lo que esta gran ciudad ha sido para Venezuela, así la historia del fútbol hable solo de derrotas. Pero como el fútbol ha sido un universo con todos sus matices, con todos sus colores, traemos a la columna los recuerdos de Richard Páez y César Farías, dos de los grandes directores técnicos que haya dado el país. Allá estudiaron, hicieron cursos y llevaron a la Vinotinto al sitial que hoy ocupa en América del Sur. Y fue de Buenos Aires de donde llegó a Acarigua aquel contingente de jugadores argentinos, alma y vida de aquel equipo que junto a un grupo de grandes criollos llevaron al penta campeonato al llanero Portuguesa…

Alguna vez le preguntamos a Diego Armando Maradona cómo le gustaría ser recordado cuando repicaran las campanas del retiro. Y nos dijo: “Quisiera que cuando yo paseara por las calles de Buenos Aires, las gente me reconociera y dijera ´Mirá, ahí va Dieguito…”. Caminar por aquella ciudad es reconocer sus calles, su gente, la “media luna” de los desayunos, sus asados incomparables, su fútbol como parte de su cultura. Ir a un partido en la Bombonera, y palpar de primera mano la algarabía de la afición, es conocer la razón de ser de ese culto llamado balón. Alicia Dujovne Ortiz, escritora argentina radicada en Francia, decía en su libro “Maradona soy yo”, que las cinco de la tarde en Buenos Aires eran “el olor a asado y el grito de gol”…

¿La Vinotinto ya está clasificada a la repesca, o sigue, como también Bolivia, pendiendo de un finísimo hilo? Al margen de la situación de las dos selecciones podríamos alargar pensamientos y tratar de imaginar lo que serán los mundiales del futuro. En la Fifa se hablar con insistencia de un campeonato de 2030 con 60 selecciones, y otro, de 2034, con 72. Entonces, estas modificaciones cambiarían la concepción de un Mundial para los mejores por uno, más “democrático”, en el que la calificación mantenida hasta ahora sería solo cosa del pasado y se llevaría por delante, como una máquina de trituración, aquel anhelo tan humano de que la selección de un país llegue al cielo del fútbol. Se perdería la esencia, el deseo de estar entre lo más selecto, para pertenecer, menudo logro, al “gran conglomerado” en el que no va a importar ser bueno o malo. Y como hablábamos de Buenos Aires, citaremos a un argentino: Enrique Santos Discépolo, quien dijo alguna vez, en su tango “Cambalache”, “todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”. Nos vemos por ahí.



Fuente: Meridiano