Carlos Alcaraz despeja las dudas ganando en Tokio

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Ya está, se acabaron las preocupaciones, todas las dudas están resueltas. Carlos Alcaraz está bien, de hecho, puede que esté mejor que tú y que yo. Este sábado, tras darle 48 horas de recuperación a su tobillo maltrecho, el tenista de El Palmar se dio la oportunidad de enfrentarse ante Zizou Bergs para hacernos ver que sigue siendo igual de competitivo pese a estar algo tocado (6-4, 6-3). Buen partido, como casi siempre que juega el Nº1 del mundo, para sellar su pase a los cuartos de final del ATP 500 de Tokio y asegurar que la organización mantenga la sonrisa durante un día más. Si Carlos sonríe, todo el mundo sonríe, excepto Bergs.

Más que miedo, había dudas de si ese tobillo izquierdo iba a volver a dar problemas. No los dio tanto durante el partido contra Báez, ya que el murciano se configuró rápidamente para hacer los deberes y sellar la victorias. Los problemas de verdad llegarían al día siguiente al despertar y darse cuenta que el dolor no había desaparecido, que seguía ahí, y que podía comprometerle su partido de este sábado. Carlitos descasó, se trató, no entrenó y, en todo momento, siguió las instrucciones de su equipo de trabajo. Si cumplía con cada fase, lo normal era que hoy pudiera saltar a la pista en el último turno de la jornada en Japón. Y así fue, ahora faltaba la segunda parte del trato.

Las segunda parte nada tenía que ver con el físico. Aquí se trataba de acudir a su mentalidad y sacar de ella cualquier atisbo de preocupación, ese temor compresible que te lleva a pensar en el tobillo en cada carrera, en cada salto, en cada golpe. Seguro que no se encontró al 100% desde el inicio, de ahí que Bergs aprovechara para romperle el servicio en el tercer juego del encuentro, tirando de valentía y frialdad ante un oponente que necesitaba algo más de tiempo para encontrar la comodidad. Al final esa ruptura fue clave para empujarle a dar un paso más, ya que su reacción fue inmediata. Marcador final de esta primera manga: 6-4 para el español.

VICTORIA Y TRANQUILIDAD

Ya en el segundo set fue cuando de verdad se vieron las costuras del belga, un tipo con tenis alegre y ofensivo para dar problemas de vez en cuando, pero al que le suele costar un poco más cuando se enfrenta a los mejores. No por nivel, pero si por falta de nivel sostenido. Cuando pasa un tren y no lo coge, su fe por ver otro pasar disminuye hasta tal punto que se cierra la estación. En cambio, Alcaraz lo que hizo fue hincharse, crecer anímicamente, coger el encuentro por el mago y freír a su oponente a derechazos. Fue todo tan fluido que hasta nos olvidemos que, hasta hacía tres horas, ni siquiera teníamos claro si podría entrar a la pista. Pero lo hizo, ganó y sacó su billete para los cuartos de final. Brandon Nakashima le espera allí, cuidado.