3 octubre, 2025

Así se metió Novak Djokovic en octavos del US Open 2025

Novak Djokovic volvió a inclinar a Cameron Norrie. Fuente: Getty

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Los que seguimos buscando a Novak Djokovic en este US Open 2025, tendremos que seguir esperando. De momento, en esta primera semana, nos conformamos con la versión beta, esa que tira de recursos y ojo clínico para salir del paso, pero que nunca domina de principio a fin. Funciona a ráfagas, pero interpreta situaciones como nadie. Su triunfo esta madrugada ante Cameron Norrie (6-4, 6-7, 6-2, 6-3) confirma varias cosas. La primera es que el británico sigue sin ver portería ante el serbio: H2H de 7-0 en contra. La segunda es que Nole prefiere guardarse el armamento potente para más adelante. Y eso que hoy se llevó un buen susto cuando se quedó enganchado de la espalda al final del primer asalto, pero esta información mejor os la cuento en el siguiente párrafo.

Todo iba bien, sobre todo para Djokovic. Después de unos primeros compases cargados de igualdad, alguna bola de break que se escapa y el ambiente en la Arthur Ashe cogiendo temperatura, el marcador mostraba un 5-4 claro para el serbio. Ya tenía la ventaja que buscaba, justo después de romperle el servicio a Norrie con uno de esos puntos que te levantan de la grada. Sin embargo, en vez de dirigirse a la línea de saque para sellar el parcial, lo que nos encontramos fue una llamada al médico del torneo para que viniera a verle. Concretamente, a verle la espalda, aunque el tratamiento finalmente sería privado, en vestuarios, despertando una tremenda incertidumbre en todos los allí presentes.

Cinco minutos de reloj y el de Belgrado estaba de vuelta en la pista. Cara larga, preocupado, nula comunicación con su equipo. Simplemente agarró su raqueta, se metió en la pista, cerró el 6-4 y, con la misma cara de pocos amigos, se sentó en el banquillo. El primer set estaba en su bolsillo, estas eran las buenas noticias. Las malas estaban relacionadas con su espalda, con sus gestos de dolor, con el camino que todavía faltaba por delante hasta ganar un duelo al mejor de cinco mangas frente a uno de esos oponentes que se agarran al momento como si fuera un sabueso. Aunque por tenis el resultado era justo, Cameron estaba un tanto desconcertado, necesitaba poner a prueba de verdad al campeón de 24 grandes.

Fue raro el segundo set, por momentos nos regalaron intercambios fascinantes, pero ninguno de los dos estaba bien. Uno estaba tocado físicamente, mientras que el otro evidenciaba estar pensando más de lo recomendable. Si volvemos al 5-4 del primer set, el 100% de la sala hubiera dicho que era un partido visto para sentencia, el típico pulso donde la mentalidad más fuerte se apodera de los momentos importantes, sin necesidad de desplegar una gran versión de tenis. Ahora, sin embargo, ese guión tenia matices, muchos matices. El mayor seguro de Nole parecía ser el saque, con el que no estaba dando tregua desde el inicio, pero quiso el destino que una doble falta le llevara a naufragar en el tiebreak del segundo set, dejando la balanza en punto muerto después de casi dos horas de pelea.

EL CABREO DEFINITIVO

Si pensaban que Novak estaba mosqueado después de perder el segundo set, no veáis cómo se puso tras arrancar el tercero perdiendo su saque. Fue la gota que colmó el vaso para que el serbio reaccionara y se diera cuenta que esta noche no valían medias tintas para sacar adelante la tarea. Enfrente tenía un rival batallador, un currante de este deporte, aunque siempre fue sometido por la constancia del serbio y, sobre todo, por su carácter. Qué le vamos a hacer, no se puede tener todo, de ahí que Norrie acusara esa falta de vigor cuando el tercer set se le empezó a escurrir entre las manos. No es que hicieran nada mal, fue simplemente que el serbio sacó los cuernos y ahí solo unos pocos saben torear. El 6-2, rápido, indoloro, cayó como un manotazo sobre el azul de la Arthur Ashe. Como un adelanto de lo que estaba por venir.

Novak Djokovic en el turno de noche de la Arthur Ashe. Fuente: Getty

 

Pasada la tormenta, el resto del metraje bien lo conocía el de Belgrado, que rápidamente se colocó con break de salida en el cuarto set. Sería el último del partido, os lo puedo asegurar incluso en directo, mientras escribo esta crónica. Tras muchos meses parado y alejado de la competición, la sensación es que Djokovic necesita probarse, meterse en problemas, solucionarlos y, solo cuando entiende que la velada no tiene más que ofrecerle, entonces saca el estoque y remata la faena. De momento le vale, veremos si en octavos de final ante Jan-Lennard Struff –¡que viene desde la previa!– aumenta la exigencia.



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