Argelia aprieta a los fabricantes de coches y les exige fabricar coches en serio en su territorio. Especialmente a Renault
El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, acaba de lanzar un ultimátum a los fabricantes: el modelo de industria automotriz que hasta ahora ha dominado en el país no tiene cabida en el futuro. La frase que eligió para resumirlo fue tan gráfica como demoledora: “El tiempo del inflado de neumáticos ha terminado”.
La metáfora no es casual. Durante años, los fabricantes extranjeros (con Renault a la cabeza) se han dedicado mayormente a ensamblar kits importados en suelo argelino. En la práctica, los coches llegan a Argelia casi terminados, a falta de montaje, pintura o instalación de accesorios, por ejemplo. Un “paripé industrial” que nunca llegó a generar una cadena real de proveedores, empleo realmente cualificado ni transferencia tecnológica.
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El nuevo pliego de condiciones: fabricar de verdad o irse de Argelia
Tebboune, que busca un cambio drástico que beneficie a su industria propia, acaba de exponer sus nuevas condiciones: los fabricantes que quieran operar en Argelia deberán garantizar al menos un 40 % de integración local. Esto significa que deben instalar procesos de soldadura, estampación o electrónica en el país, y desarrollar un tejido de subcontratistas nacionales.
El presidente fue tajante en su última comparecencia sobre el tema: “En Argelia, Renault nunca ha superado el 5 % de integración”, recogía el diario Watan. Un dato que ilustra la distancia entre lo que pide Argelia y lo que Renault estaba dispuesto a ofrecer.
Y no, no es que Renault sea el único fabricante al que se dirige el presidente argelino, pero el caso de la marca francesa es especialmente delicado: durante años llegó a controlar el 25 % del mercado argelino, pero ahora la realidad es muy distinta. Además, Argelia y Francia no pasan por un gran momento en cuanto a relaciones diplomáticas.


Por otra parte, la planta Renault Algérie Production, inaugurada en 2014 cerca de Orán, apenas produjo 2.500 unidades del Symbol en 2023 (la berlina derivada del Clio, no confundir con el reciente SUV Symbioz) antes de quedar prácticamente paralizada. Las solicitudes de reactivación enviadas al Ejecutivo argelino no han tenido respuesta, y la viabilidad de la instalación depende ahora de que Renault se pliegue a las nuevas condiciones.
Mientras Renault se debate entre la continuidad y la retirada, otros fabricantes parecen dispuestos a dar un paso adelante. Stellantis, por ejemplo, ha confirmado que arrancará su producción en Argelia con un nivel de integración del 35 % ya en 2026, según adelantó L’Automobile. Esto coloca al grupo franco-italiano en una posición privilegiada frente a Renault, que podría ver cómo su histórico dominio del mercado argelino se desvanece si no acelera su adaptación.
Una estrategia con trasfondo político y económico


Las exigencias de Tebboune no solo tienen que ver con la industria del automóvil, ya que se enmarcan en una política más amplia para diversificar la economía del país, reducir la dependencia de las importaciones y reforzar su soberanía industrial.
Según datos del Ejecutivo, ya se han registrado más de 13.000 proyectos de inversión a escala nacional, en sectores que van desde la energía a la construcción, y el 80 % de los objetivos marcados en este ámbito ya estarían en marcha. Así, en Argelia ya no vale “con inflar neumáticos”: o las marcas se comprometen a fabricar coches de verdad en el país, o perderán un mercado que hasta hace poco parecía asegurado.
Imágenes | Renault
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