EL EQUIPO FILIPINO DE CURLING Y SU SUEÑO DE SER OLÍMPICOS – Historias de los Juegos
Los Juegos Olímpicos de invierno de Milán/Cortina pueden ser testigos de una historia que recuerda muy mucho a la de aquel equipo jamaicano de bobsleigh cuya pasión para poder llegar a ser olímpicos llegó a inspirar un recordado film titulado “Cool runnings». En el caso que nos atañe el apodo bien podría ser el de “Curl runnings”. Se trata del equipo masculino de curling de Filipinas, cuya sola presencia en unos Juegos Olímpicos sería digna de otra película y novela.
Este sueño nació de la idea del suizo-filipino Alan Frei. Su obsesión por rebajar peso y no morir joven, como era habitual en su familia, le hizo decidirse a practicar un deporte. En un principio eligió el esquí de fondo, pero definitivamente no se le daba bien. Frei, que cortó con sus malos hábitos de salud, quería rebajar sus 102 kilos de peso y se le ocurrió el curling, deporte top en Suiza. Esto ocurrió en 2023, apenas un par de años antes de los Juegos Olímpicos que llegará a disputar. Frei abandonó todos sus negocios y se puso a trabajar para conseguir el sueño de ser olímpico algún día. En esas que Frei recibe un correo de Christian Haller, doble campeón mundial junior de curling y, como Frei, suizo-filipino. Haller se había topado en algún momento de su carrera con los hermanos Marc y Enrico Pfister, que compartían los mismos orígenes de los citados anteriormente. Los hermanos ya habían competido por Suiza en el pasado y, junto a Haller, curiosamente habían creado un grupo de chat llamado, medio en broma, “Team Philippines”, con el objetivo de ir a unos Juegos Olímpicos. Frei se unió al trío…y el resto es historia.

Si antes mencionamos los problemas de salud de Frei, advertido por los médicos de que tenía que cambiar sus hábitos de vida, no podemos dejar de mencionar otro asunto de salud que afectó gravemente a uno de los miembros del equipo, su skip Marc Pfister. Ocurrió cuando intentó ser olímpico por primera vez en los Juegos de Pyeongchang 2018 por Suiza. Pfister recibió de súbito dos varapalos: no ser elegido en la selección y recibir un diagnóstico terrible: padecía cáncer. El tratamiento de quimioterapia que sufrió le hizo, naturalmente, perder meses de entrenamiento. Cuando por fin volvió había perdido todo el pelo. Su hermano se rapó en solidaridad y, a continuación, lo hizo todo el equipo.
Pese a las advertencias de que ese cuarteto formado para representar a Filipinas no llegaría lejos (más que nada porque Frei era absolutamente neófito en este deporte) Curling Filipinas se formó. Se tuvo que crear una federación que no existía en el país asiático e incluso alguno de los miembros del equipo tuvo que solicitar el pasaporte filipino. Además, la mayoría de ellos no pudieron dejar sus trabajos, que les ocupaban toda la jornada laboral, pero, aun con todo, el sueño de ser olímpicos les empujó durante meses.
La suerte se puso de su parte cuando el equipo de Kazajistán se retiró de la División B del campeonato Pan Continental en 2023 y acabaron en segundo lugar. Al año siguiente ganaron el campeonato, lo que hizo que subieran a la máxima división, que disputarían al año siguiente. Paralelamente habían ganado una plaza para disputar el preolímpico de Aberdeen, primer escollo para lograr ir a los Juegos.

Antes de disputar ese preolímpico participaron en los Juegos Asiáticos de invierno celebrados en Harbin, China. Para sorpresa de todos, ganaron el oro en ese importante campeonato, que contaba con potencias como el equipo local, Japón y Corea del Sur. Esa medalla de oro supuso, por descontado, la primera para el curling filipino. Para que nos hagamos una idea, en su país la gente les seguía preguntado qué era eso del curling y si barrían porque estaba sucio el hielo. Mientras, se unió al equipo el filipino -canadiense Brayden Carpenter, experimentado jugador que había representado a la Columbia Británica en los nacionales canadienses formando parte del equipo de Cameron De Jong. Aún quedaba el paso final para cumplir el sueño de ser olímpicos: hacer un buen papel en el preolímpico que se disputaba en Aberdeen, ya en 2025, y así acudir al último y definitivo preolímpico. Nuevo sorpresón: Filipinas acabó en primer lugar, ganando todos sus partidos. Les queda un paso más para hacer historia: lograr la plaza final en el evento clasificatorio que se celebrará en diciembre en Kelowna, Canadá. Hasta entonces, además de entrenar duro, deberán superar problemas de financiación, puesto que aunque cuentan con ayuda estatal, han pedido que ésta sea mayor, ya que los costosos viajes que realizan para competir por diversos continentes les obligan a poner dinero de sus bolsillos. Reconozcámoslo, todos somos un poco del Team Filipinas y queremos que puedan cumplir su sueño de ser olímpicos. Sería una de esas historias olímpicas que se recordarán y, quién sabe, un buen argumento de película.

