La nueva norma Euro 7 va a castigar también a los coches eléctricos porque contaminan, y bastante. Resultado: serán más caros

Mientras la prohibición de la venta de coches con motores térmicos desde 2035 se tambalea, la norma Euro 7 entrará en vigor en poco más de un año. Más allá de los gases de escape, esta nueva regulación pone en el punto de mira en la emisión de partículas. Emisiones de las que no están precisamente libres los coches eléctricos.
Si bien los cero emisiones no generan gases de escape, sí que pueden emitir partículas contaminantes con otros componentes: los frenos y los neumáticos. Y pueden ser más contaminantes que los gasolina o diésel. Así, por primera vez, los coches enchufables estarán bajo lupa de la regulación europea. Esto afectará a los compradores.
No, los eléctricos no son totalmente cero emisiones
La norma Euro 7 se recoge en el Reglamento n.º (UE) 2024/1257 , que entró en vigor en mayo de 2024. Ha dado un margen de más de dos años a los fabricantes, pero ahora comienza la cuenta atrás: desde el 29 de noviembre de 2026 deberán cumplirla todos los coches e industriales ligeros de nueva homologación, y un año después (noviembre de 2027) todos los de nueva matriculación vendidos en ambas categorías.
Partículas de los frenos y coches eléctricos. La Euro 7 pone el foco en las emisiones de partículas más que las anteriores normas. Estos contaminantes pueden ser extremadamente dañinos para la salud, por ejemplo las partículas finas en suspensión ocasionadas por los gases de escape. Pero también las derivadas del desgaste en las pastillas de freno. Esta normativa exigirá limites de emisiones en el frenado (partículas PM10): de hasta 7 mg/km en coches gasolina, diésel e híbridos y de 3 mg/km en eléctricos puros.
La adopción de esta medida no es casual y que ponga lupa igualmente a los eléctricos, tampoco. Aunque es llamativo que se exija menos a los eléctricos puros, cuando son más proclives a producir mayores emisiones de partículas en la frenada.
Más contaminantes. Según un reciente estudio, se prevé que el volumen de emisiones de partículas en suspensión causado por los frenos de los coches se incremente en los próximos años debido la proliferación de los coches eléctricos y enchufables. Estos coches, de mayor peso por la inclusión de las baterías, «generan más de estas emisiones no derivadas del escape derivadas de la fricción», concluía el análisis firmado expertos de diversas facultades de la Universidad de Southampton (Inglaterra).


Fuente: University of Southampton.
Además, también señalaban que ese hollín que se pega en la llanta según van desgastándose las pastillas de freno puede ser más nocivo que los ocasionados por motores diésel. Sobre todo si van enriquecidas con elementos como el cobre pueden alterar la homeostasis celular alveolar, favoreciendo graves enfermedades pulmonares como la fibrosis, el cáncer o el adenocarcinoma. Y es un contaminante muy prolífico: las pastillas de freno provocan al año 20.000 toneladas de polvo en suspensión, quedando 9.000 toneladas en suspensión en la atmósfera, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Lyon.
Europa asimismo postuló hace unos años que la fricción entre las pastillas y los discos de freno ha pasado a ser responsable de una quinta parte de la contaminación ocasionada por los coches.
También los neumáticos. Los coches eléctricos deberán asimismo ser menos contaminante con otro de sus elementos: los neumáticos. También por primera vez la Euro 7 define valores límites para la abrasión de las gomas, que igualmente deberán cumplir los fabricantes.
De igual manera, los enchufables suelen ser proclives a un mayor volumen de emisiones en este punto, ya que al ser más pesados generan una abrasión de las ruedas más elevada. Esto ocasiona partículas microscópicas desprendidas de la banda de rodadura, contribuyendo a su volumen en el aire que respiramos.
¿Cómo afectará a los compradores? Esta norma va a ser un nuevo reto para los fabricantes, que deberán adaptar sus tecnologías para que sus coches eléctricos y enchufables cumplan las exigencias de partículas de la Euro 7. Y eso para los consumidores se traducirá en coches más caros. Si bien no hablamos de tecnología motriz, que es la que más eleva el precio, todo suma.
Pero es que además, eléctricos e híbridos van a tener que cumplir otro aspecto en esta normativa: su batería debe mantener el 80 % de su capacidad tras cinco años (o 100.000 km) y el 67 % tras ocho años (o 160.000 km). Y la batería es el elemento más caro de los eléctricos y PHEV, que han de tener una holgada autonomía eléctrica.
Imágenes | BMW, University of Southampton