La fiebre de las furgonetas camper ha caducado. La nueva moda es camperizar autobuses que son como un chalet con ruedas

Sobre todo en EEUU y Canadá, miles de autobuses escolares retirados encuentran una segunda vida como “viviendas móviles XXL”. Hablamos de upcycling en estado puro: coger un vehículo que ya no sirve para transportar alumnos y transformarlo en un híbrido entre autocaravana y mini chalet, con más metros útiles que cualquier furgoneta y un potencial de diseño enorme.
Además, por el precio de una furgoneta camper mediana, algunos propietarios logran un piso completo sobre ruedas con cocina completa y electrodomésticos grandes, dormitorio independiente, salón, baño con ducha… y una estética muy cuidada. El espacio extra permite interiores luminosos y cálidos, terrazas en el techo, soluciones de almacenaje inteligentes y, sobre todo, mucha personalidad.
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Autobuses convertidos en casas: ¿qué es exactamente un ‘skoolie’ y cuánto cuesta?
Aunque cada proyecto es único, el patrón de quienes se pasan a los autobuses camperizados se repite: quien da el paso busca más espacio, autonomía y libertad. En muchos casos, el presupuesto se ajusta a lo que costaría una camper nueva de gama media, pero el resultado ofrece el confort de una pequeña vivienda. El abanico es amplio porque casi todo se hace a medida.
Hay proyectos DIY que arrancan con la compra del bus en las últimas por unos 3.800–6.500 euros y reformas que, según calidades, suben con facilidad a 35.000–45.000 en materiales y equipamiento. Si interviene un profesional, no es raro que el total se acerque o supere los 60.000–80.000. A cambio, hablamos de superficies interiores que rondan los 20–30 m² en buses de 10–12 m, una cifra inalcanzable para casi cualquier furgoneta.
Más allá del coste, hay que tener en cuenta que limpiar, reacondicionar y camperizar un autobús requiere un extra de tiempo y paciencia. Una reforma completa puede llevar 5 a 14 meses de trabajo ininterrumpido, entre vaciado, aislamiento, electricidad, fontanería, carpintería y homologación donde toque. Pero esto puede variar drásticamente de un proyecto a otro.
Proyectos que inspiran: del estilo boho desértico al costero
La comunidad skoolie es tan diversa como los propios autobuses. Cada proyecto refleja la personalidad de sus dueños, desde el espíritu nómada hasta la búsqueda de diseño y confort.
- Bumpin Bus: 20 m², 14 meses de obra y un interior boho con tonos arena, ocho altavoces y baño/ducha separados para ampliar visualmente el espacio. Aprendieron en YouTube y viven a tiempo completo con gato y perra.
- Trebventure (@trebventure): familia de cinco en un Blue Bird del 99 de 27 m². La compraron por unas 3.300 libras y la reforma estuvo cercana a las 27.000 (entre unos 3.800 y 31.500 euros). Paredes blancas con listones, literas en pasillo y salón separado: tres años de viaje antes de “graduarse” a una casa fija.
- Skoolie Stays: el típico bus escolar amarillo enviado de Florida a West Sussex (Reino Unido) para uso turístico fijo. Cinco meses de obra con madera reciclada y tecnología off-grid (lana de oveja, solar, compost) han dado un resultado espectacular.
- The Queen Beep (@the.queen.beep): sus propietarios cuentan que el presupuesto total de la reforma giró en torno a los 36.500 euros, aunque usaron muchos materiales de segunda mano, como en el un baño minimalista con ducha “de tipo spa”. La terraza en el techo es una maravilla.
Mansiones sobre ruedas… y sostenibles


Interior de ‘Fern The Bus’
El movimiento skoolie, además de girar en torno a autobuses escolares camperizados también se ha convertido en un ejemplo de sostenibilidad práctica: aprovechar, reciclar y rediseñar con estilo. Muchos incorporan paneles solares, sistemas de compostaje y materiales recuperados, demostrando que vivir sobre ruedas puede ser tan ecológico como confortable. Algunos ejemplos:
- Bluenose Bus (@bluenose_bus): un bus de 12 metros que sus dueños llaman “vansion” (mansión sobre ruedas). Vida a tiempo completo con presupuesto mensual contenido y una estética muy costera plagada de blancos, azules y madera de deriva.
- The Hive Drive: distribución “todo en uno” con sofá-cama, cocina completa, baño con ducha y claraboya, y zona de trabajo con mesa retráctil. El diseño gira en torno a la filosofía de comunidad… “bee vibes” incluidas.
- Fern the Bus: un bus de 7,3 m convertido por unos 13.000 euros. Madera clara, encimeras macizas, ducha exterior con calentador instantáneo y terraza en el techo definen su estilo. Minimalismo cálido y muy funcional.
Color, estilo retro e ingenio: skoolies que son casi estudios de diseño


En la vertiente más creativa, algunos autobuses reformados podrían competir con los interiores de diseño más cuidados. Desde el estilo retro con mucho gusto hasta la pureza escandinava, cada detalle cuenta para convertir el metal en hogar. Ojo a estos ejemplos:
- Bicoastal Bus (@bicoastalbus): 26–28 m² de curvas pastel y guiños mid-century. Baño con miles de “penny tiles” y lettering en el suelo, nevera retro y negocio de neones operando desde el maletero.
- The Mayes Team: una reforma profesional en torno a 35.000 euros para una familia de seis. La planta principal, diseñada para aprovecharse al máximo, tiene tonos neutros y mucha luz.
- Live Simply Buses: empresa madre-hija que convierte buses de 12 m para terceros. Su truco estrella: prácticamente cada mueble tiene doble función para exprimir centímetros y eliminar ruidos de carrocería durante pruebas en ruta.
¿Se puede circular con un autobús camperizado en España?


Posible es, fácil no. Importar un autobús (normalmente estadounidense) exige matriculación y homologación individual, acreditar reformas de importancia, cumplir con dimensiones europeas (ancho 2,55 m, alto 4 m, largo 12 m en rígidos), emisiones y seguridad. El peso suele superar los 3.500 kg, por lo que no bastaría el carné B de coche. Casi siempre será necesario C1 (hasta 7.500 kg) o C y adaptar la clasificación a “vehículo vivienda”.
Por complejidad y costes, muchas personas en España que se pasan a los buses camperizados eligen principalmente dos opciones: optar por buses europeos (ex-línea o discrecionales) ya matriculados aquí y transformarlos… o bien usar el autobús camperizado como alojamiento fijo en fincas privadas, granjas-escuela o glampings, donde el uso es estacionario y los trámites son menores (ojo a normativa urbanística local).
Para seguir de cerca este movimiento, hay cuentas en Instagram que muestran desde los procesos de conversión hasta la vida a bordo como las mencionadas @trebventure, @the.queen.beep, @bluenosebus o @bicoastalbus, además de otras como @timetogoadventure y @buslifeforme, que inspiran con rutas, planos y antes/después espectaculares. Pero cuidado que engancha.
Los skoolies o buses camperizados son el siguiente paso natural del movimiento camper: upcycling con metros de sobra, estética cuidada y, si te atreves con la burocracia, un auténtico chalet con ruedas.
Imágenes | @TinyHomeTours, @fernthebus, unsplash, Onrust!
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