La Vinotinto se salpica de chamos

Como dejando atrás el pasado reciente, como tratando de convencerse de que nuevos vientos soplan y dejan en el pantano de los olvidos aquella jornada aciaga de Maturín ante Colombia, la selección se llena ahora de juventud. Se salpica de chamos ansiosos de decirle a la gente que ellos son los propios, que es en ellos donde se puede mirar el porvenir con ojos de promesas. Está muy bien su optimismo a toda prueba, su visión de victorias imaginarias y clamorosas ante los equipos suramericanos, y que para el 2030, tan lejos que se ve pero que en el fútbol puede estar tan cerca, en sus pocos años se puede confiar. ¿Miradas de adolescentes o realidades que están por ahí, lejos del arcoíris pero cerca de los balones entrando en las redes adversarias?…
Habrá que decirlo. No basta con tener dieciocho o veinte años, no alcanza con las ganas desbordadas a flor de piel, no llega con el pensamiento feliz; habrá que tomar en cuenta a las selecciones del continente que no se andan con pequeñeces para conseguir sus metas. Ser joven es una maravilla: “La juventud solo se cura con los años”, como decía Oscar Wilde en sus cuadernos de pensamientos; hay que ser, además y como centro de todo, competitivos. ¿Lo son estos muchachos de nueva data, todos los Javier Otero, Viandro Rapp, Alessandro Miliani, Carlos Faya, Kervin Andrade, Kevin Kelsy, nombrados como ejemplo de un grupo numeroso los que fraguarán la misión nunca completada de los Salomón Rondón, Rafael Romo, Josef Martínez, todos los que ya no estarán para dentro de cinco años? ¿Serán los nuevos muchachos de tanto carácter y fuego como aquellos valores que estuvieron cerca de la hazaña?…
La discusión que hoy enciende las oficinas secretas de la Fifa es sobre la decisión mundialista de 2030. ¿Qué hacer, cómo se va a montar una Copa con 64 selecciones? Y, fundamentalmente, como será el proceso de clasificación, visto que con inauguraciones en Argentina, Uruguay y Paraguay quedarán para el resto, y según la actualidad clasificatoria, cuatro cupos para los siete restantes. ¿Se mantendrá así, o como se corre por los pasillos de las murmuraciones, darán pasaporte de entrada a todos en Suramérica? De ser así, esto lo cambiaría todo: métodos de entrenamientos, planificación de giras, y a la vez, aliento para los que, como Venezuela, nunca alcanzaron la cima, y desaliento para aquellos que consideraban su ingreso al Mundial como un hecho de superación de su fútbol y estímulo para sus jugadores. La Fifa rige los destinos de los países donde el fútbol es la vida misma, es decir, que la Fifa es la conductora de las pasiones populares y del quehacer cotidiano de las naciones.
Nos vemos por ahí.