inteligente, reciclado y con sensores que controlan desde la velocidad a la que conduces hasta cuándo habrá que repararlo

No hace falta irse a Suecia, Francia o China para hablar de carreteras futuristas. En Andalucía, la Universidad de Granada ha creado un material que está cambiando las reglas del juego: el asfalto MASAI (Material Asfáltico Sostenible Automatizado e Inteligente). Nació en 2022 con un nombre que rinde homenaje a la tribu africana Masái y a su respeto por los recursos naturales, y ya se prueba en carreteras de Cádiz, Almería y Sierra Nevada.
Su razón de ser se apoya en un triple objetivo: menos emisiones, menos obras y más seguridad. Y lo está consiguiendo con una combinación de reciclaje, inteligencia artificial aplicada al firme y un sistema de mantenimiento predictivo que puede ahorrar millones a las administraciones.
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Un asfalto que “piensa”, predice y se cuida solo
La verdadera innovación de MASAI no está en la capa superficial de asfalto que vemos, sino en la tecnología oculta bajo ella. En su interior se integran sensores capaces de monitorizar el tráfico en tiempo real, la velocidad de los vehículos, su peso y el estado del firme. Toda esa información se envía a sistemas centralizados que analizan los datos y permiten anticipar deterioros, programar reparaciones justo a tiempo y optimizar el mantenimiento de cada tramo.
En palabras de los responsables del proyecto, “la capacidad de predecir cuándo y dónde será necesario realizar trabajos de mantenimiento supone un ahorro económico considerable para las administraciones públicas y una mejora en la seguridad vial”. En la práctica, también se traduciría en menos cortes de tráfico inesperados, presupuestos mejor ajustados y vías en mejor estado durante más tiempo.
El asfalto MASAI no solo es inteligente, también es sostenible: su mezcla incluye al menos un 20 % de asfalto recuperado de carreteras en desuso y se fabrica a temperaturas de entre 110 y 130 °C, frente a los 160–180 °C habituales. Eso significa un “menor consumo energético y hasta un 20 % menos de emisiones de CO₂ por kilómetro construido”, según datos de la Universidad de Granada.
Los ensayos también muestran que este material “reduce en un 15 % los costes del ciclo de vida de la carretera, resiste mejor la aparición de surcos, mejora la adherencia y puede recortar el ruido de rodadura en hasta 3 decibelios”, un factor clave en entornos urbanos.
Andalucía, laboratorio de pruebas de las carreteras del futuro


Los primeros tramos de prueba llegaron en 2024, y el calendario de implantación se acelera. La Junta de Andalucía ya ha confirmado que usará este material en todas las obras y reparaciones importantes a partir de 2025. Entre las vías estratégicas destacan:
- Acceso a Sierra Nevada (A-395), tramo de montaña clave donde la resistencia a las heladas será determinante.
- Autovía Jerez–Los Barrios (A-381), uno de los corredores logísticos más transitados del sur.
- Tercer carril BUS-VAO entre Almonte y El Rocío, un punto sensible por el volumen estacional de tráfico.
Aunque es 100% andaluz, MASAI ya despierta interés fuera de España. Delegaciones europeas y latinoamericanas han visitado Granada para estudiar su posible adopción, lo que podría convertir a España en referente de infraestructuras viales sostenibles. La propia Comisión Europea ha apoyado su desarrollo con fondos específicos para tecnologías verdes en carreteras.
De la tribu Masái a las carreteras españolas
El simbolismo del nombre no es casual. Como recordaban los investigadores en declaraciones recogidas por Andalucía Informa, “al igual que los Masái aprovechan al máximo lo que la naturaleza les proporciona sin generar residuos, nuestro material busca reutilizar y valorizar productos ya existentes para evitar la sobreexplotación de recursos naturales”. Es la traducción de una filosofía milenaria a una de las industrias más contaminantes y costosas: la construcción de carreteras.


Hay que recalcar que el asfalto MASAI no solo monitoriza el estado del firme, la carga del tráfico o el peso de los vehículos: también es capaz de registrar la velocidad a la que circulan los coches en tiempo real. Una función que, aunque podría asociarse a un posible uso sancionador en el futuro, tiene un alcance mucho más amplio: permite realizar estudios de movilidad, identificar tramos donde el exceso de velocidad es recurrente y planificar medidas preventivas antes de que se conviertan en un problema.
Todo ello se suma a otras aplicaciones como el control de camiones, la predicción del desgaste o el análisis del flujo de tráfico. Herramientas que reducen costes, mejoran la seguridad vial y confirman que MASAI es mucho más que un pavimento: es la prueba de que la carretera también puede ser inteligente, sostenible y predecible.
Imágenes | Universidad de Granada, Unsplash
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