Así es el primer gran verdugo de Alcaraz, Nico Álvarez


🎾 Nuno Borges vs Taylor Fritz
- Entra aquí y regístrate en Bet365
- Haz tu primer depósito de mínimo 5 €
- Entra en la sección «Directo» y ve todos los partidos
Ver partido en Bet365
Estoy convencido de que muchos aficionados al tenis español han escuchado a lo largo de la última década el nombre de Nicolás Álvarez Varona (18 de mayo de 2001, Burgos, España). ¿Motivos? Sobrados: consiguió su primer punto ATP a los 14 años, siendo, a día de hoy, el español más joven en lograrlo; fue la referencia a nivel júnior de nuestro país durante varias temporadas, llegando a ser el #7 del mundo… y dejó una final para el recuerdo del Campeonato de España Sub-16 contra un tal Carlos Alcaraz.
La sombra de aquellos maravillosos años de juventud ha perseguido por momentos a un tipo de fé inquebrantable. Si por algo se caracteriza Nicolás Álvarez Varona es por sobreponerse a los momentos duros, por levantarse tras caídas de todo tipo, algunas más dolorosas que otras, en pos de cumplir su sueño: vivir de este deporte. Ahora, cuando los focos se han alejado de su figura y la presión que gestionar es distinta, el burgalés trata de afianzarse en el circuito ATP Challenger Tour, donde esta temporada vivió uno de sus mejores momentos de su carrera.
Tuvo lugar en El Espinar, parada mítica dentro del tenis español, un torneo al que llegó en una crisis absoluta de confianza y del que salió con el trofeo de subcampeón. Fue la enésima demostración de que Nico atesora talento de sobra, la confirmación de que las cotas más altas aún están por llegar. En plena Copa Sevilla, y tras haber caído en su debut, nuestro protagonista nos recibe con la mayor de sus sonrisas.
Tiene un compromiso importante más tarde, pero eso no es impedimento para disfrutar de una amena charla con un mensaje final muy poderoso. No les mentiré, quizás 15 minutos de conversación me saben a poco, puesto que sirven como aperitivo dentro de una historia con muchas aristas, más profundidad y que podría servir de inspiración a muchos jóvenes talentos, pero se convierten en un salvoconducto maravilloso dentro de la mentalidad de un gran trabajador del circuito, un tipo con ganas de alejarse de la nebulosa de grandes nombres y acontecimientos de su juventud para trazar su propio camino hacia el estrellato en edad de madurez. Este, amigos, es el nuevo Nicolás Álvarez Varona… y, créanme, espero que disfruten de conocerlo tanto como un servidor.
CN: Bueno, Nico, eh… Un tío de Burgos ganándose la vida en Valencia, persiguiendo su sueño por el tenis. No sé cuánta gente había en Burgos con el talento y ambición de darlo todo por perseguir su sueño, como hiciste tú, mudándote finalmente a Valencia.
NAV: No, la verdad que Burgos nunca ha sido una ciudad especialmente de tenis. Realmente, yo creo que a día de hoy los únicos a nivel profesional que jugamos somos Mario Mansilla y yo, y los dos tuvimos que irnos a Valencia hace unos años ya. Fácil no fue, porque no había ninguna tradición ni ninguna referencia, por decirlo así, allí donde empezamos, pero bueno, con ilusión al final se puede conseguir todo.
¿A qué edad te fuiste tú para Valencia?
Con dieciocho años. Recién cumplidos.
¿Y cómo de difícil es dejarlo todo atrás para instalarte en un sitio completamente diferente? Y todo por un sueño que no sabes a dónde te puede llevar, cuánto puede durar…
No es fácil, pero al haber estado viajando mucho desde pequeños, estamos acostumbrados a estar fuera de casa, estamos más o menos acostumbrados. Además, mi hermano ya vivía en Valencia, y es una ciudad que más o menos conocía por entonces, ya que había competido bastante por allí y conocía bastantes jugadores, amigos y demás. Entonces, no fue una transición especialmente dura por esas dos cosas que te digo: estábamos acostumbrados a viajar mucho y ya era una ciudad familiar para mí.
Nico, tú fuiste el número siete del mundo júnior. Recibiste entrevistas, recibiste focos, se habló mucho de ti, en España eras prácticamente el mejor. ¿Te hubiese gustado, en retrospectiva y con el tiempo, tener quizás un perfil un poco más bajo, que esos focos se hubieran alejado un poco de ti?
Bueno, más que un perfil un poco más bajo, creo que me hubiera gustado haberlo gestionado mejor. Ojo, al final no podemos controlar lo que hemos sido, pero sí podemos controlar un poco cómo reaccionamos a las cosas que nos vienen. Yo fui siete del mundo júnior, eso no lo puedo deshacer, pero sí que pude haber deshecho o haberlo hecho diferente… el cómo gestioné esos años posteriores. Así que yo diría, más bien, que cambiaría el cómo gestioné los años posteriores a haber sido el siete del mundo.
¿Gestionar años posteriores a nivel mental, a nivel expectativas que te pones tú mismo?
Sí, a nivel personal, a nivel mental, a nivel presión personal y un poco externa también. Entre comillas, cuando eres de los mejores del mundo junior siempre se te espera, a mí y a todos los que fuimos de ese ranking más o menos, se esperan ciertos resultados en los años siguientes y si no los cumples, bueno, ves como ciertas personas que están jugando contigo suben y tú no, y bueno, entre tus presiones y quizás alguna externa, te pueden hacer más daño de la cuenta.
Los sponsors son una ayuda, pero, ¿pueden ser también en estas situaciones una pequeña losa? Por todo lo que esperan y demandan de ti.
Sí, pero a mí en ese sentido me ha venido más bien que mal. En mi caso, gracias a mi época junior he podido tener un colchón que luego me ha ayudado en mis años siguientes. Al final, cuando pasas a ser profesional, si no destacas muy rápido, los sponsors económicos escasean bastante más que cuando eres júnior. Me vino bien el haber tenido esa carrera juvenil para haber conseguido un pequeño colchón que me ayudó en los años siguientes. Me lo hizo todo un poquito más fácil, sobre todo en la época de Futures, que es donde más dinero se pierde y menos se gana.
¿Cuántas veces te han recordado en los últimos años lo de ser el tenista español más joven en ganar un punto ATP?
Pues unas cuantas, unas cuantas (sonríe). Entre eso y lo de haber ganado a Alcaraz en la final del Campeonato de España, me lo recuerdan bastante de vez en cuando. Pero bueno, al final son cosas anecdóticas que tampoco van más allá.
Te lo tomas como una anécdota también cuando te hablan de Carlitos.
Sí…
Que por cierto, aquella fue una finalaza, te lo tengo que decir.
Sí, al final es una final de un Campeonato de España cuando somos los dos bastante pequeños. Al fin y al cabo, hay miles de campeones de España juveniles que luego no han sido nada, o gente juvenil que no ha sido buena y luego ha sido… A lo que me refiero es que en esas épocas, el ganar un campeonato de España más o menos tampoco cambia prácticamente nada la carrera de uno.
A veces hay que dejarle claro a la gente que luego cada uno tiene su propio proceso y que no siempre hay que subrayar en rojo a aquel que gana esa edad, ¿no?
Desde luego, porque… al final, cuando ganas con esas edades hay muchos más factores que influyen: el físico, el tamaño, la forma de jugar, uno que no se ha desarrollado todavía… Hay muchos factores que pueden hacer que uno gane a otro sin ser realmente mejor jugador, pero posiblemente por el hecho de sacarle diez centímetros de altura, o varios kilos de fuerza, o lo que fuese en ese momento, pues eso te hace ganar el partido o no, pero no significa que yo tenga más potencial o que sea mejor jugador de tenis. O viceversa. Luego cuando ya pasas a la categoría profesional con dieciocho, diecinueve, veinte años, que ya todo es igual a nivel físico y a nivel mental, ahí es donde realmente ya se empiezan a ver las diferencias.
¿Cómo viviste esa adaptación a la jungla de los Futures? Pasar de disputar los Grand Slams júnior a pistas apartadas del mundo, un panorama completamente distinto.
Fue complicado, porque vienes de jugar los torneos más grandes del mundo juvenil, los Grand Slam júnior. En mi época todavía no estaban las ayudas que hay a día de hoy para los juveniles, las plazas reservadas en torneos Challengers y demás. En mi época, lo que yo viví eran plazas para los quince mil (Futures, categoría más baja del mundo). Hay que pasar por todo un proceso de torneos malos, de pistas malas, de condiciones en las que no te apetece jugar: mucha gente se quedaba por ese camino, no conseguía dar el cambio, sobre todo a nivel mental, de conseguir ese cambio tan brusco. De unos meses a otros pasas de jugar en las mejores pistas del mundo, con gente viéndote, a que no te vea nadie en la pista 28 de un club de El Cairo. No es una situación fácil: cuanto antes se pasa esa etapa y te metes en los Challengers, más fácil es todo y menos se sufre en todos los sentidos.
¿Recuerdas algún torneo en especial dentro de esa etapa? Te iba a decir con cariño, pero no creo que esa sea la palabra adecuada… digamos que un torneo en el que no dieses crédito de lo que vivías, en el que te preguntases: ‘¿Qué hago aquí?’
Sí, me acuerdo. Siendo juvenil fui a un par de Futures a Argelia… y la verdad es que no se podía jugar a tenis. Era de todo menos un torneo de tenis: no recuerdo con especial detalle, pero en la pista de entreno no había tres bolas seguidas que botasen igual. Era un desastre. Estaba en mitad de un barrio que olía horrible, pasaban coches constantemente: tú te tirabas la bola hacia arriba, pitaban veinte coches hasta que tocabas la pelota. La verdad que fue bastante complicado, una experiencia que no le recomiendo a nadie.
Ni a tu peor enemigo, seguro. Eso sí, con el paso del tiempo tuviste un gran momento de forma: te acercaste a la fase previa de los Grand Slams, esa frontera que todos buscáis… y sufriste una lesión en el Aquiles. ¿Cómo lidiar con un palo tan duro? Estás acercándote a donde por fin, tras mucho trabajo, querías estar… y te llega un varapalo así, no sé si fue peor gestionar la mente o el físico.
Sí, a ver, una lesión nunca viene en un buen momento, pero cuando te pilla especialmente en una situación positiva… venía de hacer una muy buena pretemporada, e iba a empezar una época, hasta prácticamente verano, en la que no defendía ningún punto. Empecé el año haciendo unas semifinales en Tenerife, jugando bien y, fácil no fue por eso, porque te ves bien, te ves con ganas y, sin embargo, ves que el cuerpo te dice que no, que no aguanta más, porque ya llevaba bastantes meses jugando con el dolor y haciéndolo bien a pesar del dolor. Por desgracia fue a más y llegó un momento que no me dejaba ni entrenar, así que tuvimos que parar. No es fácil, en el mismo momento también tienes un poco la idea de querer ya empezar a jugar otra vez sin dolor, entonces…
Se te hace bola todo, ¿no?
Sí. Tampoco piensas mucho en la dinámica en la que venías ni en que estabas en un buen momento. Quizás cuando más lo notas es cuando llevas ya ese tiempo parado, esos meses parado y también sobre todo cuando vuelves, ya que has perdido todo el ránking y empiezas en los torneos de abajo. Las sensaciones que tienes en pista no tienen nada que ver a como eran antes, porque llevas mucho tiempo fuera, no tienes ritmo, has perdido la forma.
No es fácil empezar de cero sin ritmo, sin la misma confianza y todavía con algún dolor, te vienen otros dolores, que es muy típico después de estar un tiempo parado, dolores en otros lugares. No es una situación fácil, te hace perder, entre comillas, más tiempo de lo que es únicamente el tiempo en el que has estado recuperando de la lesión: entre el tiempo de estar fuera de pista, el que empleas para volver a coger un poco de ritmo, el que tardas otra vez en volver a recuperar el ranking que tenías… pues ahí pasa un tiempo curioso, la verdad.
¿Te llegaste a desilusionar del tenis en algún momento o te has llegado a desilusionar del tenis en algún momento reciente?
Sí. He pasado épocas complicadas este año. En El Espinar fue una de ellas. Justo antes de El Espinar venía de una época bastante mala. Había empezado bien el año, jugando bien, pero con pocos resultados, y no gestioné bien el hecho de que estaba jugando bien, pero los resultados no me acompañaban. Seguí teniendo malos resultados y empecé a jugar mal. Entonces, bueno, ahí se complica. Al final, si consigues tener una consistencia cuando estás jugando bien y no tienes buenos resultados, creo que esos resultados siempre te van a llegar, pero si no lo gestionas bien… al final se te va. Allí en El Espinar… (pausa) No sé si toqué fondo, pero estaba bastante mal, y…
Todo esto, imagino, justo antes de empezar el torneo.
Sí, sí. No sabía ni si iba a jugar el torneo. Al final lo jugué, me lo tomé un poco más como un entrenamiento, como unas vacaciones… no sé cómo me lo tomé y fue todo mucho más natural, sin ninguna presión. Cuando me quise dar cuenta, estaba 3-0 arriba en el tercer set de la final. Me gustaría haberme dado cuenta un poco más tarde, después de haber ganado la final, pero me di cuenta antes, él también subió el nivel, y…
¿El primer momento en el que reflexionas y te paras a pensar en toda la situación es en mitad del tercer set de la final?
Sí. En ningún momento de la semana me paré a pensar que estaba en cuartos, en semis o en la final, y ni mucho menos que podía ganar el torneo… hasta ese 3-0 y el momento en el que el árbitro dice: ‘Tiempo’. Y creo que también fue un poco por el tiempo médico que pidió mi rival, que te da un poco para pensar, porque al final, si tienes solo el minuto, minuto y medio que tienes entre cambios de lado, pues tampoco te da mucho a pensar, pero al final me dieron esos cinco o siete minutos extra que no siempre vienen bien. Tampoco te puedo decir que fue culpa mía porque luego también él subió mucho el nivel, él jugó después muy bien. En fin, sí que fue el único momento de la semana en el que me planteé que podía llegar a ganar el torneo.
¿Sabías que, en caso de haber ganado, quizás podrías haber pasado a la fase previa del US Open? Estabas justo en el límite.
De eso me enteré después, una vez acabó el torneo. Sabía que mi rival tenía prácticamente mi mismo ranking y, claro, luego entró al US Open. Sí que me di cuenta de que si hubiera ganado habría entrado, pero bueno, por suerte es algo que no tuve en mente durante el partido.
Imagino que a nivel de objetivos a corto y medio plazo, uno de ellos es entrar en esas fases previas de Grand Slam: te quedaste muy cerca, en su momento, de entrar en Wimbledon… y es la gran frontera de todo jugador.
Sí, pero principalmente mi objetivo es tener un poco más de consistencia de la que estaba teniendo, tanto a nivel mental como a nivel físico, en los próximos torneos. Con eso, creo que al final los resultados llegarán. La semana pasada también jugué bastante bien, vengo en una dinámica bastante mejor a raíz de El Espinar. Esta semana (NdA: perdió en primera ronda de la Copa Sevilla ante Jaime Faria en un partido a tres mangas, muy disputado) fue un partido un poquito raro, que perdí un poco más por cosas extratenísticas, pero la dinámica sigue siendo bastante buena.
Por último, Nico, me gustaría preguntarte una cosa: ¿qué mensaje le mandarías a la gente? Y con esto me refiero a todos aquellos que alguna vez leyeron o vieron tu nombre, tuvieron grandes expectativas por lo que hiciste a nivel júnior y ahora ven que te estás labrando tu camino, enfocado en seguir trabajando y confiando en el proceso. ¿Qué te gustaría decirles?
Que ciertas personas, cuando no me dicen cosas muy bonitas por redes sociales, sé que intentan hacerme daño. Lo primero de todo, que las palabras de gente que no conozco, si intentan hacerme daño, sobre todo, que sepan que prácticamente ni las leo o las borro de inmediato, así que no hace falta ni que se molesten en escribir. Al final, el primero que sufre las cosas soy yo. Lo cierto es que por mucho que hayas palmado mil pavos por apostar… a ti nunca te va a doler más una derrota mía que a mí mismo. Nunca.
Entonces, bueno, tú habrás perdido mil pavos, pero has estado sentadito en el sofá de tu casa mientras yo estaba corriendo tres horas dentro de una pista de tenis a 40 grados. Les diría que si quieren, un día cambiamos los roles. Que intenten hacer ellos lo que hacemos unos cuantos de los que estamos por aquí y, mientras tanto, yo me pongo en un sofá a intentar apostar a ver quién gana, a ver si acierto. Eso para los que no están de mi lado; para los que están de mi lado, que muchas gracias… y que espero que un día me puedan ver donde realmente quiero estar.