16 octubre, 2025

Expropiación de tierras o represión jurídica. La cara más cruda del coche eléctrico son los pueblos en pie de guerra contra las minas de litio

Expropiación de tierras o represión jurídica. La cara más cruda

Europa no puede seguir el ritmo de China en el coche eléctrico: no tiene materias primas (tampoco su capacidad de producción, pero ese es otro melón). Para hacernos una idea, en cada coche eléctrico hay una media de 6 kilos de litio, 10 kg de cobalto y otros 10 kg de manganeso, sin hablar de otro material que se usa masivamente en las baterías, y que Europa tampoco tiene: el grafito (hay una media de 52 kg en cada batería).

Solución: abrir minas. Y la Península Ibérica se ha convertido en un territorio clave de la estrategia europea. Hay al menos 11 municipios entre España y Portugal con proyectos mineros y con sus habitantes en pie de guerra: luchan por no perder sus tierras, sus ríos y su entorno natural.

«Quiero que mi pueblo se desarrolle, pero no a cualquier precio»

Según detalla El País en un reciente reportaje, más de una sexta parte de los proyectos mineros aprobados por Bruselas están en la Península Ibérica, y son prospecciones en marcha aún no estratégicas repartidas a ambos lados de la frontera con Portugal. Los materiales que se quieren extraer en estas ricas tierras van desde las tierras raras hasta el oro, el cobre, la plata o el tungsteno pasando por el estaño o el platino.

Sin estos materiales críticos -y que acapara China en su mayoría- no se pueden fabricar baterías para coches eléctricos o dispositivos electrónicos como ordenadores portátiles, smartphones o televisores, y de ellos es el coche eléctrico el que más materias primas necesita: la mayor parte cobre, cobalto, litio y tierras raras, en este orden. Pero la hostil situación geopolítica también está reavivando la necesidad de rearme, y Europa quiere wolframio, el material con el que se fabrica municiones y blindaje. Y la Península Ibérica tiene, pero el coste de extraerlos no se limita a la inversión económica.

Es sobre todo medioambiental y social para los habitantes de los pequeños pueblos donde hay proyectos mineros: desde la desaparición de especies amenazadas hasta la destrucción de bosques y ecosistemas, la escasez de agua, pasando por la contaminación de tierras, acuíferos y ríos o una mala gestión de los residuos. Sin hablar de las malas condiciones laborales por las que muchas empresas mineras han sido denunciadas.

Minob Mapa
Minob Mapa

Mapa interactivo disponible en la web de MINOB donde se localizan todas las actividades mineras que de alguna forma incumplen la normativa.

Por eso en 2023 se creó el Observatorio Ibérico de la Minería (MINOB), donde la plataforma de la comarca de Olivenza (en Badajoz) y otros pueblos españoles y portugueses buscan asesoramiento legal. En el caso de pueblos costeros gallegos, el MINOB avisa de que la minería metálica puede acabar con el trabajo de más de mil familias marisqueras, mientras la Comisión Europea se ha negado a compartir los informes de impacto ambiental.

En Covas do Barroso, una pedanía de 350 habitantes al norte de Portugal, también luchan desde 2018 por paralizar una de las mayores minas de litio a cielo abierto de Europa. Creen que Bruselas tiene un  «proyecto sin garantía ambiental ni social» que ya ha dejado terrenos agrícolas inutilizables.

En Táliga (Badajoz), un abogado ha denunciado actividades mineras sin consentimiento junto a su finca familiar, pero para los afectados el modus operandi es siempre el mismo: opacidad y tiempos de alegación escasos que no dan margen a los vecinos. Desde el MINOB denuncian obstáculos para el acceso a la información, a la participación pública, expropiación u ocupación de tierras o represión legal.

«No quiero vivir con una mina a 100 metros de mi casa. Ni que se contamine el agua de la que todos dependemos aquí. Quiero que mi pueblo se desarrolle, pero no a cualquier precio», denuncia a El País Eli Correa, edil de Alconchel, un municipio de Badajoz donde hace unos años trataron de expropiar a un vecino para buscar oro y cobre. Como este hay decenas de pueblos en España donde, al igual que ha ocurrido con la expansión de la infraestructura eólica, luchan por no perder lo que tienen en aras de un futuro al que llaman «sostenible».

Imágenes | MINOB

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