Rutas micológicas 2025 en la Sierra de Aracena


Otoño en la Sierra de Aracena. El suelo húmedo huele a barro y a hojas podridas. Abres la cesta y piensas: ¿qué hago yo aquí?
Muy fácil: vienes a recolectar setas. Pero no cualquiera. Aquí hablamos de boletus edulis tentullo, boletus aereus tentullo, amanita caesarea tana, macrolepiota procera gallipierno y lactarius deliciosus níscalo o pinatel. El póker de ases de la micología.
Y ojo: el 90 % del Parque Natural es privado. No se te ocurra saltar un portillo sin permiso. Nosotros tenemos las llaves de esas fincas. Exclusividad. Campo abierto. Pero aun así, siempre hay un listo que aparece por donde no debe. Bienvenido a la vida real.
Las setas no aparecen por arte de magia. Brotan cuando el otoño trae lluvias abundantes y después asoma el sol. El suelo tiene que estar empapado de agua para que el micelio despierte. Si no hay humedad, no hay setas, así de simple. Por eso conviene ir mirando nuestra agenda: ahí anunciamos cuándo y dónde saldremos al monte, según marque la temporada.
Contenido
¿Qué es una seta?
Lo primero que hay que entender es qué es una seta. Lo que ves, lo que cortas, lo que metes en la cesta, es solo el fruto. El verdadero hongo está escondido bajo tierra: un entramado de filamentos, el micelio, que coloniza el suelo en silencio. Cuando la lluvia y la temperatura lo permiten, brota el sombrero con su pie, su anillo o su volva. Cada parte es una pista. El color del sombrero, la textura del pie, las láminas o los poros en el himenio… todo cuenta. Quien no sabe leer esas señales juega a la ruleta rusa.
Por eso en nuestras rutas no solo recogemos: enseñamos. Mostramos cómo distinguir un boletus aereus tentullo que nunca se mancha de azul de otro que sí lo hace y puede darte un buen disgusto. Explicamos por qué la amanita caesarea tana luce ese amarillo huevo en el pie y las láminas, y cómo esa diferencia tan simple la separa de la mortal amanita muscaria, que es roja y blanca y preciosa en las fotos, pero tóxica en el plato. El gallipierno, la macrolepiota, lo reconoces por su sombrero cuarteado como una sombrilla de feria, por el anillo que baila en el pie y por ese porte elegante que nunca verás en setas pequeñas. El níscalo o pinatel, en cambio, se chiva solo: naranja vivo, leche del mismo color al cortarlo y bordes enrollados. Es la seta de los que empiezan, la más agradecida y la más fácil de identificar.
Boletus edulis – el señor elegante
Sombrero marrón, pie gordote y carne blanca que nunca azulea. Sabe a bosque y frutos secos. Lo ves y entiendes por qué lo llaman “tentullo” en Huelva.

Boletus aereus – el oscuro
Sombrero casi negro, carne blanca y aroma brutal. Es el primo más exclusivo del edulis. Menos común, más codiciado.

Las no comestibles y peligrosas
Ahora bien, no todo lo que brilla en el suelo se come. En estos montes acechan trampas letales. La oronja verde, la temida amanita phalloides, es capaz de matar a un adulto con una sola pieza. Su aspecto es engañoso: sombrero verde oliva, láminas blancas y volva en saco. El que no se fije en el detalle, cae. Y luego está el boletus satanas, con su sombrero blanquecino y ese pie rojo que azulea al corte, un gigante precioso y venenoso que muchos confunden con un boleto comestible. A ellos se une la muscaria, con su rojo de cuento y sus puntitos blancos. Bonita, sí. Mortal, también.
¿Por qué venir con nosotros?
Porque aquí no hay manual de Ikea para setas. Una cosa es verlas en fotos y otra es agacharte, mancharte de barro y saber si lo que tienes delante va a la sartén o al contenedor tóxico.
En Sierra eXtreme no improvisamos. Llevamos años pateando estos montes, hablando con los dueños, cuidando los campos.
Te llevamos al sitio correcto, en el momento justo. Te enseñamos a distinguir lo comestible de lo mortal. Y sí, después las probamos.
Coge solo lo que vayas a comer. Usa cesta, no bolsa de plástico. No arranques de raíz. Y sobre todo: no entres donde no debes.
Las setas son un tesoro, pero también una ruleta rusa. Si quieres jugar, hazlo con alguien que sepa cargar el tambor.
Este 2025 no te quedes mirando fotos en Instagram. Ponte las botas, trae la cesta y ven con nosotros a recolectar setas en la Sierra de Aracena.
Aprenderás, reirás, comerás. Y, lo más importante, volverás a casa sano.