no tienen ningún sentido para los europeos

Donald Trump lleva tiempo cargando contra Europa por “no comprar coches estadounidenses”. Lo hizo durante su primer mandato y lo ha vuelto a hacer ahora, en plena escalada arancelaria. Pero su queja ignora una realidad que las cifras no pueden ocultar: los coches americanos, en su inmensa mayoría, no encajan en el mercado europeo. Más que por los aranceles, es por una cuestión de producto.
Mientras Trump impone aranceles del 15 % a los coches europeos y amenaza con una guerra comercial si no se reduce el déficit comercial, las marcas americanas siguen sin hacer los deberes. La realidad es que, más allá de Tesla y excepciones contadas como Ford, los fabricantes de EEUU no han sabido o querido adaptarse a los gustos del Viejo Continente. Y eso no se soluciona a golpe de decreto.
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Ni tamaño, ni motores, ni consumo: los coches americanos no son para Europa
Mientras que Europa impone un arancel del 10 % a los coches estadounidenses, EEUU aplicaba solo un 2,5 %, hasta que el mes pasado se llegó al acuerdo del 15 %. Pero reducir el desequilibrio comercial a una cuestión de impuestos es un error. El verdadero obstáculo está en que los coches pensados para el mercado americano simplemente no interesan aquí.
Un ejemplo: el modelo más vendido en EEUU en 2024 fue la Ford F-150, con más de 730.000 unidades matriculadas. Esta pick-up descomunal mide 5,89 m de largo, equipa un motor V6 gasolina de 325 CV y consume 10,7 l/100 km. En contraste, aquí el más vendido fue el Dacia Sandero, un turismo de 4,09 m y un consumo de 5,2 l/100 km.
Hay casi dos metros de diferencia en tamaño, y el doble en consumo. También hay que tener en cuenta que la gasolina cuesta 0,83 €/litro de media en EEUU, mientras que en países como Alemania, España o Francia superó los 1,85 €/litro.
Además, las normativas técnicas entre ambos bloques también son incompatibles. Más allá de una cuestión de tamaño y de consumo, las marcas estadounidenses deben adaptar sus coches para cumplir los estándares de seguridad y de emisiones, lo cual reduce aún más su rentabilidad si las ventas no están garantizadas.
Ford y Tesla, las únicas que han entendido cómo funciona Europa
EUROPA |
VENTAS 2024 |
EEUU |
---|---|---|
135.000 |
COCHES MÁS DE MÁS DE 5 METROS |
1,94 MILLONES |
5,49 MILLONES |
VENTAS TOTALES DE SUV Y PICK-UPS |
9,1 MILLONES |
2,4 % |
% DE MODELOS GRANDES ENTRE LOS SUV Y PICK-UPS |
21% |
1,3 % |
% SUV Y PICK-UPS EN EL MERCADO TOTAL |
12% |
Aunque ahora esté de capa caída, en los últimos años Tesla ha conseguido lo que ningún otro fabricante estadounidense: vender coches eléctricos en Europa a gran escala. En 2024, matriculó más de 400.000 unidades, con el Model Y como uno de los modelos más vendidos del continente. Pero lo ha hecho adaptándose a las normas: fabrica en Berlín, importa desde China y cumple con las exigencias locales.
Ford, por su parte, lleva décadas operando en Europa con una gama diseñada localmente y producción propia como la planta de Colonia, Alemania. En 2024, vendió alrededor de 490.000 coches en Europa. Es la excepción que confirma la regla.


Porque Chevrolet abandonó oficialmente Europa en 2013, quedándose sólo en Rusia. Dodge, RAM o Cadillac siguen siendo marcas testimoniales. En 2024, Cadillac intentó vender su SUV eléctrico Lyriq en Europa, pero con distribución limitada, precios elevados y sin opción de carga rápida en muchos países.
El resultado fueron ventas anecdóticas. Y aunque modelos como el Challenger o el Corvette gustan en redes, no son coches adaptados a las ciudades europeas. Son más virales que viables.
No es una cuestión ideológica ni un boicot encubierto
Mientras Trump critica a Europa por no comprar coches americanos, muchas marcas europeas son grandes empleadoras en EEUU. El mejor ejemplo es BMW, el mayor exportador de coches desde EEUU desde hace más de una década. Su planta de Spartanburg (Carolina del Norte) produce 450.000 coches al año, y casi el 60 % se exporta a más de 120 países.


Lo mismo ocurre con Mercedes, Volkswagen, Volvo, Toyota o Nissan, que fabrican allí para abastecer tanto al mercado americano como al global. Trump puede ver coches de marcas extranjeras en su país, pero muchos son, de hecho, made in USA.
Mientras los fabricantes estadounidenses sigan diseñando coches para carreteras anchas, parkings gigantes y gasolina barata, su éxito en Europa seguirá siendo marginal. En 2024, Europa exportó a EEUU vehículos por valor de casi 39.000 millones de euros. Las importaciones de coches americanos, por el contrario, apenas alcanzaron los 7.700 millones. Y no es por culpa de Europa, ni de los consumidores. Simplemente, el producto no está pensado para nuestro mercado. No es una cuestión ideológica ni un boicot encubierto, como quiere ver Trump: es puro sentido común.
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