Emil Ruusuvuori y los problemas de la salud mental en el tenis: «No lo guardes…»


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La historia de Emil Ruusuvuori ha sorprendido a gran parte del mundo del tenis. El finlandés, que llegó a ser número 37 del mundo, estuvo fuera de las pistas más de cuatro meses y a principios de este mes confesó que había decidido parar por problemas de salud mental y que llevaba varios años sufriendo constantes ataque de ansiedad. Y ha querido profundizar en su historia a través de una carta que la propia ATP ha publicado.
El jugador de 26 años comienza explicando como fueron sus últimos meses antes de parar: «El año pasado estuve cuatro meses y medio sin tocar una raqueta. Pero no fue por la razón que cabría esperar. Fue por mi salud mental. Cuando estaba mal, empezaba a olvidar cosas. Mi cuerpo estaba en un sitio, pero mi mente en otro. Pasaba de algo tan simple como casi olvidar mis raquetas a sufrir ataques de pánico. Supe que estaba yendo demasiado lejos en Roland Garros, porque lo que pasaba en mi cabeza en los torneos empezó a afectar a mi vida fuera de la pista. No podía dormir bien, hasta el punto de que empecé a tener pesadillas. Me despertaba sudando, con el corazón palpitándome y sin poder respirar. Me hacía pensar que me estaba volviendo loco. Me levantaba por la mañana e iba a entrenar, pero no estaba allí. Se convirtió en una cuestión de rutina. Cuando llegó el momento de mi partido de primera ronda en París, sentí como si no estuviera realmente en la pista. No estaba presente, salvo por mis pies sobre la tierra batida, así que no me sorprendió perder en tres sets seguidos».
Constantes ataques de pánico
Tras este dramático suceso, Ruusuvuori pensaba que pronto terminaría, pero no fue así: «Intenté tomarme una o dos semanas de descanso para ver si eso me ayudaba antes de ir a Surbiton a una prueba del ATP Challenger Tour sobre hierba. En lugar de eso, tuve un ataque de pánico en la pista. Te diría lo que sentí, pero no recuerdo el partido. Como puedes imaginar, estas cosas me daban mucho miedo. Empecé a tener ataques de pánico fuera de la pista, incluso cuando conducía».
«Durante Wimbledon, tenía que salirme de la carretera, parar y salir del coche porque a veces sentía que me podía desmayar. No tenía control. De algún modo, llegué a la tercera ronda del torneo, pero durante la mitad de mi partido contra Giovanni Mpetshi Perricard, me desmayé mentalmente. Recuerdo que quería salir corriendo de la pista. Era un lugar absurdo: estaba jugando en uno de los torneos en los que soñaba competir de niño y lo único que quería era estar en otro sitio o con otra persona. Pronto supe que algo tenía que cambiar. Ya era suficiente«.
El finlandés aprovechó para explicar cuando empezaron esos ataques de pánico: «La primera vez que hablé con un profesional sobre mi salud mental fue hace unos 10 años, pero mis luchas se convirtieron en un problema más recientemente. Hace tres años, en Miami, fue la primera vez que sufrí un verdadero ataque de pánico. Hay una línea muy fina entre sentir nervios normales y algo más. Es normal estar nervioso ante un partido; puedes empezar a sudar, por ejemplo. Todo el mundo lo tiene diferente y eso viene con el deporte, o realmente con cualquier profesión. Pero esto era algo diferente».
«Una mañana en Florida me desperté y sentí como si alguien me estuviera estrangulando. Era imposible respirar. Era como si alguien me pisara el pecho. Nos subimos al coche para ir al sitio y no podía hablar. Mi mente se volvía loca con un millón de pensamientos arremolinados. Cuando llegamos, estaba temblando. En ese momento, apenas pude contener las lágrimas el tiempo suficiente para decirle a mi entrenador que no me encontraba bien. Me sentía fatal y no sabía lo que estaba pasando. De algún modo, pude calmarme un poco, salí a la pista para enfrentarme a Maxime Cressy y gané el partido. Después hablé un poco de ello con mi equipo, pero no mucho. Seguí adelante. Una vez en la pista, pude desconectar y centrarme en el tenis. Un par de días después, llevé a Jannik Sinner a un tie-break final. Nadie hubiera sabido por lo que había pasado».
A pesar de que su rendimiento deportivo cada vez era mejor, llegó a ser número 37 y alcanzó la final de los ATP 250 de Pune y Hong Kong, sus problemas no desaparecían y lejos de comunicarlo, se lo guardaba todo dentro: «Parte del problema es que aprendí la manera de tener éxito en la pista de tenis y luego me limité a seguirla mientras duró. Me callaba la boca. Algo iba mal, pero seguí haciendo lo que había hecho durante tantos años. Era lo que me permitía jugar al tenis en todo el mundo, así que tenía sentido, ¿no?».
«Siendo un atleta profesional, intentas sobrevivir a cualquier problema, olvidarlo y dejarlo atrás con la esperanza de que desaparezca. De alguna manera pude hacerlo, y esa es la parte cruel del deporte. Después de Wimbledon el año pasado, empecé con un nuevo equipo e intenté jugar en Washington. Cuando me fui a la cama, empecé a tener la sensación de que había alguien más en la habitación. Había una especie de miedo, la sensación de que alguien estaba allí intentando hacerme daño. Vencí a Borna Coric en tres duros sets, pero el tenis no fue lo más difícil. En el punto de partido contra Borna, pensé si debía cometer una doble falta para salir de allí. Viajé a Montreal, pero me retiré alegando gripe estomacal, pero en realidad fue por mi mente. Decidí que ya era suficiente».
Colgó la raqueta durante cuatro meses y medio
Ruusuvuori decidió parar, pero fue en ese momento cuando todo se complicó más: «No toqué una raqueta durante cuatro meses y medio y algunos de esos días fueron los más duros. Durante los últimos 10 años, la vida fue muy constante. Siempre estaba el siguiente partido, el siguiente torneo. Todo estaba en movimiento y, de repente, ya no era así. Fue un shock, porque de repente era muy aburrido y no había nada que hacer. Durante los últimos 10 años, la vida fue tan constante. Siempre estaba el siguiente partido, el siguiente torneo. Todo estaba en movimiento y, de repente, ya no era así. Fue un shock, porque de repente era muy aburrido y no había nada que hacer. Ya no sentía alegría por nada. No competía en la pista y ahora luchaba por levantarme de la cama y, sinceramente, hasta me planteaba si quería vivir, lo que me daba mucho miedo. Peor aún era cómo esto afectaba a mis allegados y lo preocupados que los tenía. No podía ir a una pista de tenis, especialmente en Finlandia. No quería ver a gente relacionada con el tenis porque no podía responder a sus preguntas. Era una situación difícil».
Tras el parón de cuatro meses decidió volver: «Lo bueno de este proceso es que me he hecho a la idea de que puede que no vuelva a jugar. Antes ni siquiera era una opción. Todo giraba en torno a mi tenis y mi carrera. Pero, aun así, siempre tuve la idea de que volvería. Ni siquiera era una cuestión de tiempo. Tardé un tiempo en preparar mi cuerpo para volver a competir, y mi primer torneo de vuelta fue en febrero, en una prueba del ATP Challenger Tour en Tenerife. El primer partido fue horrible. Era muy difícil estar en la pista. El segundo fue un poco mejor, pero desde entonces he tenido altibajos».
Y aunque todavía sufre ataques de pánico, ya sabe cómo gestionarlos: «Sigue sin ser fácil. El mes pasado fui a Corea del Sur y tuve uno de mis peores ataques de pánico. Me desperté por la mañana y el corazón me latía demasiado rápido. Antes del partido, estaba en la ducha y seguía sintiéndome muy rara. Mi corazón era como un coche que giraba a demasiadas revoluciones. Estaba sentado y mi ritmo cardiaco era de 100 RPM, y mi ritmo cardiaco normal en reposo es de unas 37 RPM. Eso no era muy bueno y empiezas a cuestionarte si merece la pena. La diferencia es que ahora tengo la capacidad de ayudarme a mí mismo en esos momentos. Cuando los pensamientos empiezan a llegar y a desbordarse, tengo más herramientas para calmarme».
Quiere ayudar a la gente con su historia
Una vez es consciente de sus problemas, el objetivo del finlandés es visibilizar la importancia de la salud mental y destacar la necesidad de pedir ayuda: «Pude hacer realidad mi sueño y convertirme en tenista. Como logré ese objetivo, tenía la mentalidad de que debía hacer lo que hiciera falta para seguir avanzando. No hablaba de problemas mentales porque los veía como una debilidad. Esa es quizá la palabra clave. Era algo que sentía que no existía en el deporte y permitir que alguien me viera vulnerable era demostrar que no era lo suficientemente fuerte.»
«Creo que el mayor cambio en mí ahora es que si no quiero estar en la cancha, no voy a forzarme. Tienes que hacerlo, un poco, por supuesto. En el deporte no puedes sentirte bien todos los días, no se trata de eso. Es una lucha, tienes que superar esos retos. Pero tienes que sentir que al menos hay un propósito y una pasión por ello y entonces puedes hacerlo. Si mi historia ayuda, aunque solo sea a una persona, habrá merecido la pena. Mi principal esperanza es que la gente sepa que hay que cuidar la mente y cuidarse. Esa es la clave. Si no estás bien, no hay nada más importante que ayudarte a ti mismo. No lo guardes todo dentro de ti. No pasa nada por estar triste. Está bien tener un mal día. Pero recuerda siempre una cosa: los momentos difíciles no duran para siempre«, sentencia un Ruusuvuori que se abre en esta extensa carta, donde refleja uno de los principales problemas de la sociedad actual, la salud mental.