12 mayo, 2024

Holger Rune y unas prisas que no son buenas

Con la llegada de la tierra, muchos focos se ponían encima de Holger Rune. Llegaba su momento. Aquí es donde debía dar un paso adelante y postularse como la gran amenaza de Carlos Alcaraz, a la vez que se creía mejor que Sinner en esta superficie. Por lo visto hasta ahora, su paso por la gira está siendo decepcionante y no está cumpliendo las expectativas.

Cuartos de final en Montecarlo, semifinal en Munich (con paliza incluida) y tercera ronda en Madrid. Ese es el bagaje hasta el momento, teniendo que defender ahora la final en Roma y los cuartos de final en Roland Garros. Algo pobre para alguien del que esperábamos bastante más. El año pasado, Rune hizo dos finales de Masters 1000 y llegó a cuartos en París. Justo en el año donde debía dar un paso adelante, lo ha dado, pero hacia atrás.

En pista, a Rune se le ve algo perdido. Seguimos sin verle un estilo 100% definido. No termina uno de tener del todo claro a qué quiere jugar. La sensación es que quiere abarcar demasiadas cosas. Quiere jugar de fondo, hacer dejadas, sacar y volear, correr de lado a lado, cortarla, pegarle fuerte… Quiere hacer de todo, y no termina por hacer casi nada. Desde fuera, se le acaba viendo algo confuso sobre cómo ganar puntos y en una superficie como la tierra, si no explotas las dos o tres cosas que quieres hacer, terminas perdido en batallas interminables desde el fondo y sin saber cómo ganar puntos.

El baile de entrenadores que ha tenido en el último año (tres idas y regresos con Mouratoglou, la contratación y marcha de Becker y Luthi, y el sí y no con Lars Christensen) habla de que el danés tampoco tiene claro qué camino quiere tomar en su carrera. Quiere hacer algo, pero todavía no sabe qué. Mientras él sigue dudando y los resultados no terminan por llegar, ve cómo sus dos compañeros de generación, Alcaraz y Sinner, no dejan de sumar títulos, a la vez que él se queda algo estancado. Y es que, ese es otro de los grandes problemas de Rune, que ve cómo sus mayores rivales se alejan y se alejan y él, por mucho que lo intenta, no termina por acercarse a ellos.

Su tenis termina siendo de inspiración. Cuando tiene la semana, es un rival muy difícil de batir y se le ve con otro aire en pista. Tiene una calidad descomunal y es capaz de hacer cosas que muy pocos pueden hacer, y mucho menos a sus 20 años. El problema de Rune es que quiere las cosas ya, sin entender que todo tiene un proceso y hay que andar el camino antes de verse en el destino. Las prisas nunca fueron buenas y la paciencia es la clave de todo. 

Con Roma y París como las siguientes paradas en el calendario, le viene curvas a un Rune que tendrá que lidiar la presión de tener que defender un gran grueso de puntos, sabiendo que, en el caso de no cumplir las expectativas como en el inicio de gira de tierra, el golpe moral puede ser bastante duro para su confianza.

 

 



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