7 mayo, 2024

Por qué Garbiñe Muguruza es leyenda del tenis mundial

Lo recuerdo como si fuera ayer. Corría el año 2014 y una joven de 20 años acababa de estrenar su palmarés en Hobart y se presentaba al Open de Australia con expectativas ilusionantes. Garbiñe Muguruza. Había oído hablar de ella, visto algunos resúmenes y esperado pacientemente a que se recuperara de una grave lesión de tobillo para comprobar qué tipo de jugadora era aquella. Yo tenía 21 años, estaba en la universidad y decidí trasnochar para seguir su recorrido en Melbourne.

Fue amor tenístico a primera vista. Desde el principio tuve la sensación de que estábamos ante una jugadora especial, una mujer que dictaba las normas del juego, que convertía las defensas en ataque, que flotaba por la pista y desgarraba con esa mirada de competitiva feroz. En aquella ocasión ganó a Wozniacki y su nombre saltó a la palestra. Pronto entendimos que nos iba a dar muchas alegrías, pero que debíamos entender su propia idiosincrasia, sus tiempos, sus valles y sus picos. Solo desde la aceptación hemos podido disfrutar cada instante de tenis supremo que ofreció una tenista tan letal como particular.

Ganar Roland Garros, Wimbledon, WTA Finals y ser número 1 del mundo. Imaginen hacer todo eso y decidir retirarse con 30 años, aceptar que quizá muchas de las cosas que rodean la vida de una tenista no sean para ti y tener claro que la magia y la forja de una leyenda no siempre tienen por qué estar asociadas a la regularidad y la consistencia, sino también a la capacidad de bordar el tenis en momentos de inspiración suprema, casi mística.

Nada puede reprocharse a una mujer que vivió en su carrera tal y como lo hacía en la pista; a su manera, tomando sus propias decisiones, sin miedo a las consecuencias ni al qué dirán. Nunca podremos olvidar esas batallas memorables ante Kerber, Radwanska, Halep o Pliskova, esas cuatro semanas como número 1, esas finales ganadas a las hermanas Williams, ese gracioso discurso ante Venus en el All England Lawn Tennis Club o ese globo, ese antológico globo que detuvo el tiempo e hizo que todos los españoles (hasta el otrora presidente del gobierno Mariano Rajoy, en un tren), contuviéramos la respiración y soltáramos un grito de júbilo al ver que una de las nuestras había tocado el cielo.

Dicen que los suculentos manjares, los perfumes más refinados y los places más exquisitos de la vida hay que disfrutarlos en pequeñas porciones. Quizá a muchos les sepa a poco la carrera de la española, quizá sigan lamentándose por esa final perdida en Australia ante Kenin, en 2020, o por las derrotas en el US Open y la Copa Federación, pero las alegrías superan con creces a los sinsabores y compensan todos los malos momentos. A los genios hay que quererlos tal y como son y la nacida en Caracas se ganó todo nuestro cariño a pulso. Garbiñe Muguruza, siempre estarás en nuestra mente y en nuestro corazón. El tenis es mucho mejor gracias a tus logros. Hasta siempre.

 

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