29 abril, 2024

Caracas mostró su débil proyecto y Táchira quedó en franca deuda


La debacle de los equipos venezolanos en la Copa Libertadores y la Copa Suramericana no debe sorprender. Aunque siempre hay la ilusión de competir y dar batalla en los torneos de Conmebol, la pura y dura realidad de la cancha ha sido demoledora para Caracas FC, Deportivo Táchira, Metropolitanos y Rayo Zuliano. Ocho derrotas, 24 goles en contra y apenas tres a favor es el desolador resumen estadísticos de las primera dos jornadas de los representantes de la Liga Futve en el actual curso de las copas.

Del Caracas no había mucho que esperar. Desde la desaparición física de su mecenas, Guillermo Valentiner, el equipo tuvo que cambiar su dinámica económica. Dejó de ser el equipo con más músculo financiero para fichar jugadores de cartel nacional e internacional, se concentró en las categorías menores para formar talentos para la exportación y su principal objetivo ni siquiera es conseguir títulos nacionales, sino clasificar a los torneos de Conmebol para tener ingresos en dólares.

Se puede estar en desacuerdo con esa nueva visión institucional de los Rojos, pero así viene funcionando el Caracas y difícilmente va a cambiar de dirección. El problema es que no se puede competir en Suramérica con una plantilla que fue desmantelada, tras vender o prestar a sus principales referentes en el ataque, y se dejó la responsabilidad de salir al combate a unos chamos que están en proceso de crecimiento como Renné Rivas, Bryant Ortega o Ender Echenique. No es de extrañar, en consecuencia, que el Caracas esté viviendo la peor temporada de su exitosa historia tanto en la Liga Futve como en la Libertadores.

Del Táchira de Saragó se esperaba más combate por su gran desempeño la temporada pasada con 34 juegos invictos y un fútbol de posesión, sólido en el fondo de la cancha, combinativo, preciso y eficaz para hacer daño que invitaba al sueño de verlo trascender más allá de Venezuela. Pero la imagen ofrecida en las derrotas en casa (0-2) ante River Plate de Argentina y de visitante (3-0) contra Libertad de Paraguay estuvo muy alejada de lo que había mostrado el cuadro aurinegro a largo de su brillante temporada pasada.

El cuadro de Saragó apenas pisó el área rival en ambos partidos. La ubicuidad de Maurice Cova para adueñarse del mediocampo y marcar el ritmo de los partidos con su toques en corto y en largo o de sorprender con sus potentes zapatazos de media distancia; la profundidad que siempre aporta Nelson Hernández; y el desequilibrio que provoca Yerson Chacón con su conducción a toda velocidad para romper líneas se esfumaron en Pueblo Nuevo y en el estadio La Huerta de Asunción.

Sin embargo, queda la esperanza de que en su regreso al tempo sagrado de San Cristóbal, en los duelos ante Libertad de Nacional de Uruguay respectivamente, Táchira vuelva a ser el equipo propositivo y tenga más audacia para plantarse firme y conseguir puntos.

Pese a las dos derrotas en la Suramericana, Metropolitanos ha sido el equipo que mejor ha lucido. Mereció conseguir al menos un punto en su visita a (3-2) Garcilaso, pero los 3.300 metros sobre el nivel del mar del estadio del Cusco ahogaron al violeta en los minutos finales, cuando necesitaba resistir. En la derrota en el Olímpico (0-2) contra Cuiabá también intentó llegar al arco rival con más ímpetu que ideas, recurriendo a una repetitiva lluvia de centros que los brasileños supieron controlar.

De Rayo Zuliano se sabía que su presencia sería testimonial. El gran logro de la joven institución del Catatumbo fue clasificar a la Copa Suramericana en su debut en primera división. Más que triunfos, lo que hay que esperar del cuadro rayado es que se consolide como club y que el fútbol profesional finalmente se arraigue y eche raíces profundas en el Zulia.

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La Liga Futve tiene que elevar la calidad del torneo para ser más competitivos

¿Puede hacer algo la Liga Futve para intentar modificar la poca competitividad que han mostrado en los últimos años los equipos venezolanos en el ámbito internacional? En principio, la Liga Futve no tiene ninguna injerencia sobre los proyectos, los objetivos o la manera como cada institución gestiona sus recursos o sus plantillas. La Liga solo se encarga de planificar el torneo, proponer el calendario, aprobar y hacer cumplir el reglamento que lo regirá y conseguir recursos para la transmisión de los partidos, como ha hecho con canales nacionales e internacionales.

Lo que la Liga sí está en la obligación de hacer es analizar con su avanzado sistema de estadísticas las principales fallas que se repiten en los torneos nacionales con el propósito de alertar a los clubes en procura de elevar la calidad de los partidos. ¿Cuál es la cantidad efectiva de juego? ¿Cuántos goles se marcan de cabeza, de tiro libre, de jugada asociada o con un desborde o un pase atrás? Para mejorar el rendimiento internacional, primero hay que tener una Liga Futve más competitiva.

Se necesitan DT que cambien la dinámica abúlica de los partidos

La realidad económica del país y las propias deficiencias históricas del fútbol nacional para consolidarse como un espectáculo con estadios repletos en cada estadio en todas las jornadas, hacen imposible que los equipos de la Liga Futve puedan equipararse en nómina con el resto de los clubes de Suramérica, donde este deporte es una religión. Así que no hay manera de competir económicamente con el resto de los equipos que compiten en Copa Libertadores o la Suramericana.

Para citar un ejemplo, el valor de la plantilla del Atlético Mineiro es de 88,70 millones de euros y la de River Plate es de 97,5 mientras que la del Deportivo Táchira ronda los 7,88 y la del Caracas FC es de 6,65. La única manera de competir con mayor opción en la élite regional es con fútbol. Hay que invertir en la formación de los jugadores y entrenadores en las categorías menores. Sacar brillo a la capacidad técnica y táctica de los nuevos talentos para que lleguen al profesional con más argumentos. En primera y segunda división se necesitan DT más propositivos, que presionen, corran, metan y se arriesguen a cambiar la dinámica abúlica.



Fuente: Meridiano