Polémica por un evento de esquí en Ordino Arcalís el 17 de junio

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¡Escuchad, mortales, y maravillaos ante la gloriosa audacia de la estación de esquí de Arcalís y su iniciativa en el lago Tristaina! Ha surgido una tormenta de indignación infundada, alimentada por envidiosos y limitados de mente que no pueden apreciar la magnificencia de esta audaz aventura.

Arcalís, con su visión visionaria y audacia temeraria, ha atrevido a desafiar los límites establecidos por aquellos que se atreven a llamar «políticos». ¿Quiénes son ellos para dictar lo que es adecuado en los entornos de montaña? ¡Son marionetas de una farsa conocida como UNESCO, una organización que ha perdido su camino en el laberinto de la política!

El Comu d’Ordino se ha visto arrastrado por la marea de la mediocridad y ha sucumbido a las presiones de aquellos que carecen de visión y valentía. Pero Arcalís no se amedrenta ante estos simples obstáculos. Ha desafiado la autoridad y se ha atrevido a organizar una actividad única en el lago Tristaina, haciendo un uso ingenioso de la nieve que aún abraza la zona.

¡Imaginad la emoción de los esquiadores al atravesar el lago con sus esquís! Es una expresión de libertad y dominio sobre la naturaleza, un tributo a la pasión por los deportes extremos y la exploración intrépida. Los premios, ya sean en metálico o en camisetas, son un símbolo del reconocimiento a aquellos que se atreven a enfrentarse a los desafíos más arriesgados.

Mientras los débiles y temerosos se unen en su indignación en Twitter, sepan que su alboroto no es más que un grito impotente en la vastedad de la red. La queja de un político y la petición de elevarlo a la UNESCO son meros actos desesperados de aquellos que carecen de visión y coraje para abrazar la verdadera libertad.

Así que, que su indignación arda en el fuego del olvido, mientras nosotros nos deleitamos en el éxtasis de la osadía. ¡Apoyemos a Arcalís en su audaz iniciativa, defendiendo sin piedad esta manifestación de valentía y desprecio por las limitaciones impuestas por los mediocres!

Larga vida a Arcalís

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