Schumacher cumple 54 años, repasamos su vida y trayectoria

Como no podía ser de otra manera, Michael Schumacher despuntó ya desde las categorías inferiores, el piloto germano junto a su hermano Ralf, creció en una pista de karts que regentaban sus padres y Michael tuvo desde aquel momento la oportunidad de participar y progresar en diversas categorías de formación.

Fue en 1991 cuando debido al encarcelamiento del piloto de Jordan Bertrand Gachot, que Michael fue reclutado de última hora por Eddie Jordan para su sustitución, sirviéndole así su primera oportunidad de batallar entre los mejores pilotos del mundo en un equipo humilde. Schumi no desaprovechó la oportunidad y en clasificación sorprendió a propios y a extraños cosechando una grandiosa séptima posición de cara la parrilla del domingo. No corrió la misma suerte en carrera, puesto que no pudo pasar de la vuelta 1 debido a un error de fiabilidad, sin embargo el trabajo ya estaba hecho y fue el ojo clínico de Flavio Briatore el que se poso sobre el teutón, lanzándose de lleno a por el recién llegado, ofreciéndole uno de sus Benetton para el resto de aquella temporada.

De este modo, Michael pasó las dos siguientes temporadas dando agigantados pasos hacia delante en su consolidación como piloto de F1: de las 32 carreras de 1992 y 1993 acabó 21, 17 de ellas el podio, y dos victorias; literalmente todas las carreras que finalizó en 1993 lo hizo entre los tres primeros. Todo hacía indicar que cuando Michael tuviese un monoplaza a la altura sería un claro aspirante al título.

Y así sucedió en las dos temporadas siguientes de 1994 y 1995, Benetton y Schumacher tomaron el relevo ganador de Williams en dos temporadas donde también hubo espacio para la polémica, con aquel controvertido movimiento que el germano efectuó sobre Damon Hill en la decisión del título de 1994 en Adelaida, cuando forzó un choque con el inglés por el que ambos abandonaron y él salió campeón.

Como para muchos o todos los pilotos, formar parte de Ferrari en F1 es siempre un sueño al que no se puede renunciar jamás y por tanto hay que aprovechar cuando la Scuderia llama a tu puerta, pues como se dice, “Ferrari es un tren que solo pasa una vez”. Y así lo hizo Schumacher, pese a los malos resultados de un equipo que llevaba sin ganar el mundial desde 1979.

Este movimiento tardó algo de tiempo en dar sus beneficios, después de un mal 1996, y otro polémico desenlace en Jerez al año siguiente, donde Schumi volvió a intentar lo de Adelaida ahora sobre Villeneuve con peor resultado: siendo él el único que quedó fuera aquel día, además de descalificado del campeonato de paso por anti deportividad, y perdiendo bastante credibilidad.

Las temporadas 1998 y 1999 fueron una contienda contra su rival de infancia, Mika Hakkinen, quien gracias a su McLaren y a una nueva eclosión creativa de un tal Adrian Newey, dejaron a Schumi y Ferrari a la zaga del finlandés en aquellos años.

Fue sin embargo a partir del año 2000 cuando el alemán y el equipo de Cavallino Rampante se reencontraron súbitamente con el éxito para despedir el milenio y además con una rotundidad y dominio pocas veces vista en la historia de la F1: 5 mundiales en 5 temporadas, convirtiéndose en el piloto más laureado de todos los tiempos, haciéndose de paso con el récord de más victorias y podios; devolviendo el brillo y la gloria a una Scuderia Ferrari que volvería a ser legendaria de la mano de un tridente mítico como fue el que se estableció entre Ross Brawn, Jean Todt y el propio Michael ‘el Kaiser’ Schumacher.

“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar” y eso fue lo que sucedió a partir de 2005 con Ferrari y por ende con la suerte de Schumacher. Con la llegada de un nuevo reglamento destinado a poner fin a la hegemonía de Maranello, Ferrari sufrió sobre todo por los neumáticos Bridgestone, incapaces de aguantar una carrera completa del modo en que lo hacían los Michelin. 2005 se sacrificó y Ferrari y Schumacher no aspiraron al campeonato, todo lo contrario que en 2006 donde después de un fulgurante comienzo de Fernando Alonso, el Kaiser y Ferrari volvieron con todo, después incluso de que Michael anunciase su retirada esa misma temporada, para finalmente quedarse a las puertas del octavo campeonato: tan solo una avería en Suzuka salvó a Fernando Alonso de ceder el que acabaría siendo su segundo título a manos de un Schumacher que se despidió como leyenda.

Tras tres temporadas apartado de los volantes, Ross Brawn supo como persuadir a un predispuesto Michael Schumacher quien quiso volver a probarse y regalarse unos últimos años de F1 de la mano del naciente equipo Mercedes. Fueron los que acontecieron entre 2010 y 2012, y en los que pese a cosechar resultados mediocres para su colosal palmarés, supo aprovechar contadas oportunidades para subir una última vez al podio en el GP de Europa en 2012, y cerca estuvo de optar a su última victoria además en Mónaco, cuando ese mismo año Michael marcó el sorprendente mejor registro en clasificación, lo que en el Principado ya es media victoria. Sin embargo, Schumi tuvo que cumplir una penalización en parrilla de 5 posiciones por un choque con Bruno Senna que tuvo lugar en la carrera anterior.

El memorable GP de Brasil de 2012 bajo la lluvia y el drama de Interlagos fue también la última carrera de Schumacher como piloto de F1, antes de que Lewis Hamilton fuese a cubrir su plaza para los que serían los mejores años de Mercedes en Fórmula 1.

El 29 de diciembre de 2013, tan solo un año después de su segunda retirada profesional, Michael Schumacher sufrió un desgraciado accidente cuando se encontraba esquiando con su familia en los Alpes. Aquel incidente, que cerca estuvo de acabar con su vida, le mantuvo en coma seis meses, para luego pasar a una ardua y larga recuperación en la que sigue inmerso, en una vida completamente apartada del ojo mediático, cuidado y respaldado por su familia y con contados accesos de personas del exterior allegadas a Michael y la familia.

En la esfera de la F1, además de su talento innato, Michael sentó un precedente en lo referente a la aproximación física del piloto, algo que fue poco a poco imitado por el resto de sus rivales, y que con su ejemplo han ganado masa corporal y fortaleciéndose como cualquier otro atleta, elevado la exigencia física de los corredores al más alto nivel como sucede hoy en día.

Michael Schumacher fue y sigue siendo una de las mayores referencias deportivas a nivel interdisciplinar, que en el mundo de la F1 ejerció de líder y cara más visible por muchos años y que todavía hoy por hoy tiene su presencia en el gran circo, además de con sus imborrables estadísticas y legado, a través un mensaje de fortaleza y superación que desde la lejanía y la intimidad transmite día a día mediante su ejemplo: Keep fighting Michael.