21 mayo, 2024

¿De quién es la culpa que los agentes libres estén en casa?


EEUU.- Mi buen amigo Ivan Medina me preguntaba en nuestra reciente tertulia semanal dentro del programa de radio Scouting Report si este evidente retraso e incertidumbre en la firma de nuevos contratos para la camada de agentes libres 2018 se debía básicamente al usual comportamiento del famoso agente Scott Boras, que consiste en desgastar a lo máximo las especulaciones y conversaciones donde prevalece la promiscua estrategia de interactuar abiertamente con todos los interesados, lo cual hace posible que el temor de perder la pelea incite a algún equipo a hacer una oferta muy tentadora para pasarle por encima a sus oponentes, todo ello fríamente calculado dentro una hegemónica posición en el mercado de talento que le hace menos complicado el aplicar sus técnicas de negociación.

Aunque seguramente su estrategia sigue basándose en más o menos los mismos parámetros, no es menos cierto que ahora las reglas del juego contractual no solo han variado mucho sino que a diferencia de otros convenios colectivos anteriores nunca había habido tantos efectos colaterales dañinos a la rentabilidad del negocio y, sobre todo, lo más lamentable, hacia la inversión en talento joven o emergente.

El escenario y sus reglas hoy son otros, y eso lo sabemos los agentes, el tema es que al parecer el mango de la sartén por primera vez en años está en la mano de los equipos, ¿y saben qué? Ese fue el gran éxito de MLB al negociar el convenio colectivo, o el gran fracaso de la MLBPA, dicen algunos.

Y los equipos están comenzando a saborear las mieles de ese éxito.

El exceso de efectos secundarios, los cuales incluso podrían ser económicamente viables para cualquier organización, más si tomamos en cuenta lo pagado en penalidades en años anteriores, son la excusa perfecta para negociar en contra de grandes contratos.

Fíjense en estos detalles:

  1. Mientras el umbral de salarios crece de forma mínima cada año (ni siquiera es mayor al 8% en 5 anos) el mercado creció más del 50% en 2017.
  2. Las penalidades en términos porcentuales varían más del 100% en promedio interanual.
  3. Equipos históricamente pagadores del plan de ingresos compartidos no podrán tener devoluciones, que son hechas luego de varios años pagando si se exceden del umbral de salarios. No tiene sentido.
  4. Cualquier exceso de salarios golpea directamente el draft y la inversión en jugadores amateurs internacionales. Quien sobrepase umbral en más de 40 millones de dólares retrasa su 1er pick diez lugares.
  5. Las ofertas calificadas debieron desaparecer. Se convirtieron en una espada de Damocles para los jugadores. Se dice que fue puesta en la mesa a cambio del draft internacional y no se aceptó.

En fin, condiciones más que suficientes para tomar posiciones duras, inexistentes en años anteriores.

Asimismo hay una corriente menos radical, a la cual me apego, que asegura que los equipos tampoco  se darán golpes de pecho, si hay que gastar gastarán a costa de lo que sea, pero hay otra línea de condiciones que debemos evaluar.

La primera es el costo de oportunidad. Crear penalidades este año afectará la inversión en la agencia libre del 2019, que, sin ser muy eruditos en este negocio, sabemos que la generación de ese año será mucho más atractiva que la de 2018: Harper, Machado, Kershaw vs Martinez, Hosmer, González, etc.

En este nuevo convenio las penalidades y bondades que trae consigo el efecto de las ofertas calificadas, equilibrio competitivo y umbral de salarios, hace que los equipos dominantes sigan siéndolo y los débiles sean cada vez más débiles, pues son los que se llevan los mejores talentos del mercado, bien sea en el de los agentes libres y el del talento emergente (Julio 2, draft).

Los equipos del medio, al menos 20, son totalmente desincentivados en este convenio colectivo.

¿Qué queda entonces? Un mercado capaz de generar ofertas tentadoras reducidas a solo cinco o seis equipos.

Los gerentes hoy buscan eficiencia con menos recursos, quieren fortalecer las exitosas teorías de crecimiento desde abajo de Houston, Chicago, Washington y buscar cierres multianuales antes de la agencia libre. Consideran que los jugadores que realmente generan WAR y otros beneficios son jugadores jóvenes y en etapa de arbitraje. Ahora no es negocio darle contratos multianulanes a tipos “maduros”. Hay que buscar también captar al fanático joven, el fanático duro del beisbol es mayor a 50 años. Eso lo saben los dueños.

Hay un término económico-financiero llamado “colusión” que algunos han querido implicar como un causal directo de esta tranca. La colusión es algo similar a un complot o mejor dicho es un acto que implica “cartelizar” el mercado en beneficio de unos pocos (equipos) para limitar o afectar la competencia y por ende el beneficio de otros (jugadores).

Lo han hecho, pero en este caso hay mucha argumentación contractual para creer que no es necesario para lograr los objetivos.

¿Es culpa de Boras? No creo.

 

Jose Felix Luzon M.

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Fuente: Líder en Deportes