13 julio, 2025

LA PRIMERA NEGRA EN GANAR UN ORO OLÍMPICO – Historias de los Juegos

LA PRIMERA NEGRA EN GANAR UN ORO OLÍMPICO – Historias

No fue la primera deportista negra en ganar una medalla olímpica (honor que detenta Audrey Patterson), pero sí la primera en proclamarse campeona en unos Juegos Olímpicos. La vida de Alice Coachman, como deportista negra, no fue fácil, pero se hizo con un sitio en la historia al ganar el salto de altura en los Juegos Olímpicos de Londres 48 y ser la primera mujer afroamericana en hacerlo.

Foto de AP

Nacida en 1923, el mero color de su piel le obstaculizó para participar en competiciones deportivas. El que además fuera mujer añadía otro hándicap. En sus comienzos entrenaba descalza en calles sin asfaltar y realizaba salto de altura con material que no era precisamente el deseable, consistente en palos y un tendedero. A sus padres, además, no les gustaba que practicara deporte. “Mi padre quería que yo fuese una ‘señorita’, sentada en el porche”, llegó a contar la propia Alice. Pese a las reservas de sus progenitores, un profesor de su escuela y una tía la apoyaron para que se uniera al equipo de atletismo. Fueron precisamente sus habilidades atléticas las que la llevaron a ganarse una beca cuando contaba 16 años. Pero mientras estudiaba y entrenaba también trabajaba cosiendo uniformes y limpiando las instalaciones deportivas, actividades que iban obligatoriamente unidas a su beca. Aparte de eso, tenía que realizar duras tareas para ayudar a su familia, que contaba con diez hijos, tareas que iban desde recoger algodón hasta cargar con maíz para el molino. Mientras, además, jugaba al béisbol con chicos, una prueba más de sus aptitudes hacia el deporte.

En su etapa como universitaria no dejó récord sin superar, así que su elección para participar en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948 era lógica. Entre 1939 y 1948 ganó en diez ocasiones el campeonato nacional de Estados Unidos de salto de altura, además de ganar en más pruebas, como los 100 metros y el relevo 4×400. Si no se hubieran paralizado los Juegos Olímpicos durante la II Guerra Mundial muy posiblemente Coachman habría engordado su palmarés, pero hubo de esperar a Londres 48 para colgarse el oro en salto de altura.

En esos Juegos, esos en los que brilló la neerlandesa Fanny Blankers-Koen, Alice batió el récord olímpico y quedó por delante de la británica Dorothy Tyler, que repitió medalla de plata, y la francesa Micheline Ostermeyer, otra versátil y exitosa atleta del momento. Tyler llegó a saltar la misma altura que Coachman (1,68 m), pero lo hizo necesitando un segundo intento. Alice fue la única de su país en conseguir un oro en atletismo en esa cita olímpica.

Lo que supuso ese oro pasó a convertirse en un acto bochornoso. Alice Coachman por supuesto que fue recibida por todo lo alto en su vuelta a su país, porque un oro olímpico es algo muy grande, pero la celebración por su logro no fue igual a la de algunos de sus compañeros. Bien es cierto que gozó de un desfile de ni más ni menos que 300 kilómetros entre Atlanta y Albany, su ciudad natal, pero los ciudadanos negros tenían que estar a un lado y los blancos en el opuesto, sin mezclarse. Más vergonzante fue la actitud de las autoridades, que se negaron a darle la mano a la homenajeada. No fue la primera ni la última en padecer esta ignominia, tan solo a causa del color de su piel. Antes, eso sí, fue recibida por el presidente Truman y la que fuera Primera Dama Eleanor Roosevelt. El alcalde de su localidad, sin embargo, demostró bajeza al negarle el saludo a Alice.

No sabemos si eso fue la causa de su inmediata retirada, apenas contando 24 años. El resto de su vida lo dedicó a la enseñanza y a una fundación que llevaba su nombre que ayudaba a atletas con escasos recursos económicos. Con el tiempo recibiría los honores que merecía, así como ser reconocida como la mujer que abrió la puerta a otras atletas negras que, décadas más tarde, se convertirían en lo mejor del atletismo mundial. “Mi victoria en los Juegos Olímpicos animó al resto de mujeres a trabajar y luchar más duro”, afirmó en una ocasión Coachman.

Foto de la Biblioteca del Congreso



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