Así es Alina Charaeva, el talento ruso moldeado en España


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Siempre me pregunté por qué los tenistas del Este tenían tanta facilidad para sacar su máximo potencial aquí en España. Solo con todo el talento exportado desde Rusia nos daría para un libro. Echando un ojo al cuadro de este último BBVA Open Internacional de Valencia, el nombre de Alina Charaeva (Samara, 2002) me impulsaba a conocerla, a entrevistarla por primera vez. Especialmente, el nombre de su entrenador: Carlos Martínez.
A Carlos lo conocemos bien, aunque su currículum habla por él: Kuznetsova, Gasparyan, Kasatkina, Tauson, Halep y, actualmente, Diana Shnaider. Un hombre que se ha ganado la fama de entrenador duro, exigente, dispuesto a llevarte al límite. No todo el mundo tiene la ambición para unir su camino a de Carlos, pero Alina no tuvo ninguna duda cuando abandonó su país con 15 años y se instaló en la Academia CMC de Mollet del Vallés. Ahora que tiene los 23 recién cumplidos, la rusa está mejor que nunca, libre de lesiones y moviendo su ficha dentro del top200. Un perfil de jugadora aguerrida, polivalente, carismática, de esos que conviene conocer antes de que empecemos a verla por los Grand Slams.
¿Qué tal es jugar en Valencia?
Es complicado, ahora se empieza a notar de verdad el calor, hay que beber mucha agua, pero con el paso de los días te vas adaptando.
Tú entrenas en Barcelona, vives en España, eso te da ventaja.
Un poco sí, allí también tenemos calor y algo de humedad, quizá las condiciones sean un poco más rápidas, pero comparado con otras chicas que estén entrenando todo el año bajo techo… entiendo que alguna ventaja debo tener, pero tampoco mucha.
Me asombra tu dominio del español, se supone que es un idioma complicado.
A mí no me parece tan difícil. Escuchando poco a poco fui aprendiendo, así es como empecé a hablarlo. Es un gusto porque así puedo comunicarme mejor con mis entrenadores, nos entendemos mejor. ¡El ruso sí que es difícil! No sé, incluso el inglés es bastante complicado cuando empiezas, pero con el español no me costó tanto.
¿Nunca diste una clase?
Nunca, solo unas semanas de Duolingo, pero es bastante raro (risas). Al final te enseñan unas frases que luego nunca utilizas, como por ejemplo: ‘La chica bebe leche’ […] Pues muy bien (risas).
Si yo estuviera un mes escuchando ruso, ¿crees que entendería algo?
No, no, nada. El ruso es diferente, es muy complicado. Incluso mi novio, que lleva tres años conmigo, sigue sin entender un palabra. Quizá alguna palabrota pero poco más.
¿Cómo fue dejar tu hogar tan joven?
Cuando tenía 14 años me moví a Moscú por seis meses, luego me propusieron irme a California con una entrenadora. Mis padres dijeron que no, que era muy lejos, así que buscamos otra opción más cercana. A través de Sveta (Kuznetsova) llegamos a Carlos (Martínez) y su club en Barcelona, así que fui a probar un tiempo. Yo tampoco estaba pensando más allá, pero a mis padres les gustó mucho. Recuerdo que los primeros entrenamientos fueron duros, yo pensaba: ‘¿Qué quieren hacer conmigo? ¿Me quieren matar?’ (Risas)
¿Tomaste tú la decisión final o fueron ellos?
Cuando estaba en casa me daba miedo irme a un país diferente, con un idioma diferente, pero mis padres jamás me obligaron a ir sí o sí. Me intentaron convencer diciéndome que me irían bien las cosas, que me ayudaría con el idioma y que todo saldría bien. Después de unos meses pude haber elegido volver, perfectamente, pero jamás llegué a ese límite de querer marcharme.
¿Cuánto tiempo necesitaste para adaptarte?
Medio año, quizá. Las primeras semanas sí fueron más complicadas, pero luego empezó gustarme mucho la manera que tenían de entrenar, aunque también echaba de menos estar en casa con mi familia. Al final, si tengo que elegir, prefiero estar entrenando y persiguiendo mi sueño de ser profesional.
¿Por qué todos los rusos salen del país para entrenar fuera?
En Rusia todo es muy complicado, la gente solo busca ganar dinero. En Moscú tenemos muchos centros increíbles de tenis, con pistas sobre todas las superficies, pero a los jugadores del equipo nacional apenas les reservan un par de pistas. Anastasia Myskina es una de las pocas entrenadoras que está intentando cambiar este sistema, está al frente de una gran academia, trabajando con muchas chicas, pero está sufriendo igual que ellas con esta metodología.
¿No hay manera de cambiar eso?
Es una pregunta complicada, yo tuve muchos problemas con la federación de tenis, pero ahora no existe porque no tenemos torneos, así que tampoco ayudan, no hacen nada. Recuerdo que se enfadaron mucho conmigo cuando me vine a España con 15 años, pero el problema es que tienen mucha gente mayor en la directiva que no quieren cambiar las cosas, están un poco acomodados. No quieren traer gente joven más ambiciosa, con nuevas ideas, así llevamos 50 años.
Aún así, es admirable la cantidad de jugadores y jugadoras que sacáis cada temporada. ¿Hay algún secreto?
Somos muy fuertes mentalmente, muy trabajadores, tanto chicos como chicas. Nos acostumbramos muy rápido a trabajar duro, esta es la clave. Si uno está preparado para trabajar duro y dar todo lo que tiene, este es el fundamento principal para ser buen deportista.
Los españoles somos un poco más relajados…
Sí, pero me gusta (risas). Al final no sientes esa presión de estar siempre de un lado a otro, es bueno tener un rato tranquilo. Si España saca tantos jugadores es porque tenéis buenos entrenadores, te enseñan bien cómo trabajar. Son dos conceptos diferentes, pero históricamente siempre ha funcionado muy bien el combo de jugador ruso con entrenador español.
Hablemos de Carlos Martínez. Todos dicen que es muy duro entrenando, ¿por qué es tan duro?
Porque quiere lo mejor de ti, quiere sacar todo lo que tienes, da igual cómo. Igual un día acabas llorando, o pensando que ya no puedes más… pero al final del día entiendes que este es el camino. No hay otro camino diferente en este deporte. Puedes tener días de quejarte continuamente, por el viento, por el calor, por el físico, por tu rival… ahí es donde aparece Carlos y te manda callar. ¿Qué más da, si es solo un día? Puedes pensar esto, pero cuenta, cada día cuenta, pero necesitas un entrenador así de duro para recordártelo.
Tú también eres dura.
Yo soy igual o más dura todavía conmigo misma. A veces no tiene que apretarme, yo me aprieto sola. Luego, si después de perder un partido muy peleado estoy muy triste, Carlos es el primero que viene a darme un abrazo y darme ánimos, a decirme que este es el camino y que la próxima ver irá mejor. Eso sí, al día siguiente a primera hora sé que me estará esperado con todas las cosas que hice mal para mejorar.
Tenéis una conexión especial.
Mira, quizá con otros entrenadores me puede ocurrir que me cueste ganar confianza, quizá debería trabajar un poco más esa relación del día a día, pero sé que con Carlos nunca me va a pasar. Confío tanto en él que, cuando estamos jugando partidos, es capaz de enseñarme todo, incluso decirme dónde debo sacar. Confío más en él que en mí misma, estoy convencida de que me dirá lo que debo hacer para ganar.
¿Eres una jugadora muy táctica?
Antes de entrar a pista hablamos de táctica, de las fortalezas y debilidades de la rival, de cómo se mueve en pista, etc. Luego, una vez estás en el partido, es más como tú lo veas. En momentos duros, quizá basta con poner una bola más que tu oponente, ese es el objetivo. Otros días habrá chicas que tiran muy fuerte, ahí entonces toca defenderte tirando largo, por ejemplo. A mí me encanta la táctica, no me gusta jugar solo a tiros o a pegar más fuerte que la otra. Me gusta pensar y cambiar el ritmo, me gusta la variedad.
¿Por qué te gusta tanto la tierra batida?
Me gusta hacer sufrir a las demás chicas (risas). Sé que soy alta y tengo fuerza, puedo sacar fuerte y hacer aces, pero me gusta hacer sufrir a las chicas en los momentos importantes, bien haciéndalas correr, con una bola con peso o tirando una dejada. Eso puede ser muy incómodo para ellas, mientras que a mí me da seguridad y confianza.
La gente de ahora ya no quiere sufrir.
Si no sabes sufrir, no puedes ganar. Igual puedes alguna vez pero, en estos niveles tan cercanos al top100, si no sabes sufrir, pelear y aguantar mentalmente… es muy complicado ganar partidos. Esto le pasa a muchas chicas que están #300 o #400 del mundo, que no quieren sufrir, no saben. Piensan que esta vida es muy chula, van por el mundo viajando, ganan un partido aquí y allá, pero con esa mentalidad no puedes avanzar del top300.
A la mínima que sufren, se dan un parón de tres meses.
Esto tampoco es el camino, aunque aquí cada chica te podrá decir una cosa, cada persona es de una forma. Si no estás ganando partidos, no estás bien mentalmente y tomas la decisión de parar 2-3 meses, la realidad es que luego volverás con lo mismo. Igual te sientes más feliz por haber descansado, o más feliz fuera de la pista por tener tiempo, pero cuando vuelvas a la pista tu cerebro te recordará los partidos del pasado. Llegará el 40-40 y fallarás esa derecha fácil. Es importantísimo ganar partidos sufriendo, jugando mal, la solución nunca puede ser bajar los brazos.
Y más ahora, donde cualquiera puede ganar cualquiera.
Ahora mismo todo el mundo sabe jugar al tenis, hasta el top400 todo el mundo juega muchísimo. El mejor ejemplo es Loïs Boisson, semifinales en Roland Garros hace unos días. ¿Cómo puede pasar esto? Porque todos tenemos el nivel, todas las chicas estamos jugando bien, controlamos la derecha y el revés, sabemos hacer todo. Ahora Boisson está top70, pero hace tres meses estaba jugando contra mí en un 30K aquí en España […] Y ahora mírala, semifinales en un Grand Slam.
Volviendo al tema del sufrimiento, tú también lo has pasado mal, sobre todo con las lesiones.
He tenido de todo: cadera, hombro, abdominal, tobillo, etc. Con el hombro tuve una operación debido a un nervio, pero lo que más duro mentalmente fue sufrir todas estas lesiones tan consecutivas. Me recuperaba de una cosa y a la semana siguiente me salía otra. El hombro derecho me acabó afectando a la cadera derecha, pero luego quedé tocada del abdominal izquierdo por cargar demasiado al otro lado. Es muy difícil, todo esto me ha frenado muchísimo.
Te ha hecho explotar más tarde.
Recuerdo mirar siempre a las otras chicas de mi nivel, de mi edad, muchas ya estaban jugando los primeros WTA o subiendo en el ranking, mientras que yo seguía #800 del mundo. Y no era por estar jugando mal, sino por no poder jugar. Mentalmente sufres mucho más por verlas jugar, ni siquiera hablo de verlas ganar partidos o ganando dinero, sino de verlas competir y disfrutar. Esa sensación es muy dolorosa.
Ahora que ya has dejado atrás las lesiones, ¿qué es lo que más te preocupa?
Un poco de todo, los tenistas le damos muchas vueltas a las cosas, aunque económicamente siempre ha sido duro. Nunca tuve un sponsor, solo mis padres me ayudaban, durante mucho tiempo tuve que mantenerme sola. Ahora estoy ganando el dinero justo para sobrevivir, pero permanecer en estos niveles supone mucho sufrimiento mental. Ojalá tener más poder económico para ir a torneos más lejanos, o para viajar más semanas con entrenador, o para volver más veces a casa. Me motiva ver cómo está el circuito y ver que no hay tanta diferencia de nivel hasta llegar al top100, aunque sigue siendo muy difícil. Antes de irte a la cama es normal pensar en todas estas cosas, tu cabeza está todo el rato dando vueltas.
Lo bueno es que un torneo puede cambiarte la vida, como a Loïs Boisson.
Es la suerte del tenis, puedes perder diez torneos en primera ronda, pero igual en el undécimo todo cambia, igual en el undécimo sales campeona. A principio de año era incapaz de ganar un partido, solo perdía, muchas veces teniendo match points a favor, pero yo sabía que tenía el nivel […] De repente, tres finales y un título, ahora estoy #180 del mundo. Al principio de año pensé que me iría al #400.
En 2022 acabaste el año #648 del mundo. Al año siguiente, #328. Al siguiente, #268. Ahora estás #180… no vas mal.
Es que hasta 2022 no había sido capaz de encadenar un año compitiendo, tuve que parar cinco meses por el tobillo y ocho meses por la cadera. Cuando estuve sana es cuando pude subir de ranking.
Eso te debe tranquilizar.
He madurado mucho, aprendí a escuchar mucho más a Carlos, a resolver algunos errores, gané mucha confianza en mí. He visto que no juego peor que otras chicas, que tengo el nivel, pero tengo que confiar mucho más en mí. Así han llegado los buenos resultados, pero antes tenía que madurar mucho.
¿Qué debes mejorar para dar el siguiente salto?
Ojalá hubiera una receta mágica que fuera: si hago esto, ya está (risas). Nunca se sabe, lo normal es seguir trabajando duro pero, si quiero subir en el ranking, tendré que trabajar todavía más duro. Esta es la clave: creer en ti misma, creer en tu equipo y trabajar duro. Esto es lo que te hará ganar torneos, partidos y remontar un resultado adverso cuando estés jugando mal.
Pensé que me dirías algo técnico, algún golpe.
Tengo de todo, soy una jugadora completa: derecha, revés, cortado, saque, volea, etc. Ahora mismo es más una cuestión de confiar y seguir apostando por este proceso.