Ahorró 23.000 dólares para la autocaravana de sus sueños y los guardó en una vieja caja de Vans. Su mujer la tiró haciendo limpieza, pero un trabajador de la planta de reciclaje encontró el dinero y se lo devolvió
Los finales no siempre son felices pero el de este hombre lo fue. Mucho. Estuvo a punto de perder todos los ahorros para comprarse su autocaravana soñada, pero recuperó el dinero milagrosamente. No fue sencillo y, sobre todo, dependió de la honradez de terceras personas.
En esta bonita historia son protagonistas la caja de unas viejas zapatillas Vans, un estupendo fajo de dólares y un buenísimo samaritano operario de una planta de reciclaje. Ocurrió hace cinco años, pero merece la pena contarla.
«Las probabilidades de encontrarlo no son mucho mejores que encontrar una aguja en un pajar»
Hoy en día poco se estila el dinero en efectivo: lo habitual es que lo ahorrado se guarde en el banco. Y que generosas transacciones para comprar un vehículo no se hagan en metálico. Pero este residente en Ashland (Oregón) optó por la vieja usanza: atesorar el dinero en su hogar. Concretamente, en una caja de zapatillas.
Se trataba del montante para comprar una autocaravana nueva. Para reunir esos 23.000 dólares, unos 20.700 euros al cambio actual, se deshizo de su antigua autocaravana y de su pick-up. También ahorró en sí. Una vez llegó a la cifra, guardó el fajo en billetes de 20 dólares en la susodicha caja de una Vans, a salvo de posibles robos.
Pero llegó el día del reciclaje, como lo llaman su casa, donde son muy dados a reciclar según comenta él mismo. Su mujer no tenía ni idea de que la caja de esas viejas zapatillas se había convertido en una discreta caja fuerte provisional. Así que la tiró al contenedor de reciclado.
No fue hasta el día siguiente cuando cayeron en la cuenta de que habían tirado más de 20.000 dólares a la basura. Y el camión ya había pasado a vaciar el contenedor: habían vendido autocaravana y pick-up para nada. Pero no se dieron por vencidos.
Primero llamaron a la sede local de la empresa de reciclaje, Recology. Allí les dijeron que lo recogido por el camión ya se había enviado a la central, en Samoa (California) a más de 300 km de Ashland. En una planta de reciclaje se clasifica lo que es susceptible de una segunda vida y lo que no: lo primero se envía para su tratamiento y lo segundo, al vertedero.
Así se lo indicó Linda Wise, directora general de esta planta de Recology, con la que también se puso en contacto. Esperanza le dio más bien poca. «Recogemos más de 100 toneladas de material al día. Las probabilidades de encontrarlo no son mucho mejores que encontrar una aguja en un pajar«, le comentó según recoge NBC.
De hecho, Wise les explicó que ya se había clasificado la mayor parte del material recibido en esa partida. Lo que significaba que una buena parte ya estaba rumbo del vertedero. Quedaban solo unas pocas bolsas por clasificar.
Pese a ello, la directora de la planta ordenó a los operarios que estuvieran atentos por si encontraban la caja o el fajo de billetes. Fue lo segundo. Nick Page, en la línea de cartón, encontró el premio. Y fue lo suficientemente honrado para no quedarse tal montante: «Es probablemente la mayor cantidad de dinero que he tenido entre manos», comentó Page.
El íntegro trabajador llevó a la dirección el fajo de billetes, que contaron. En total faltaban poco más de 300 dólares: mal menor tras haber estado danzando entre pilas de cartón y basura.
La alegría del hombre de Oregón fue mayúscula, como es obvio: habían dado el dinero ya por perdido. Se ofreció a dar parte esos 23.00 dólares a los empleados como recompensa, pero Wise se negó. Ya se encargaría la empresa de recompensarlos. Desde luego Page lo merecía: le dio la alegría de su vida a esta familia y habría sido muy sencillo no hacerlo. Hizo la buena acción del día, del año y posiblemente de la década.
Foto principal: Recology.