29 marzo, 2024

DE HEROÍNA NACIONAL A DESPRECIADA – Historias de los Juegos

Pese a haber sido considerada por la prestigiosa publicación “Sports Illustrated” como la mejor tiradora de esgrima del siglo XX Helene Mayer no dejará nunca de ser una figura polémica, muy a su pesar. Víctima de las circunstancias, fue usada y manipulada para fines políticos tanto por las autoridades de su país  -Alemania- como por el propio Comité Olímpico Internacional con el objetivo de celebrar unos Juegos Olímpicos de Berlín 36 con todos los participantes posibles.

Helene era hija de padre judío y madre cristiana. Pese a que era alta y rubia y, sobre todo, a que la condición de judía se hereda únicamente por parte maternal, se la consideró en todo momento judía. Incluso asistió a un colegio cristiano, aunque no asistía a las clases de religión. En sus comienzos esa condición de considerarla judía no pareció afectar a su carrera dentro de la esgrima. No había llegado aún al poder el partido nazi, así que Helene empezó a ganar títulos y no paró en ello. El primero, el nacional alemán de florete, cuando sólo contaba 13 años. Antes de cumplir los 20 ya se había hecho con seis de dichos campeonatos.

Ganó el oro olímpico a la edad de 17 años en los Juegos de Ámsterdam celebrados en 1928. Con ello se convirtió en heroína nacional (nótese la paradoja con su destino posterior, como veremos). Su figura estaba por todas partes. Era recibida por todo lo alto, le entregaron el reconocimiento más grande existente en la Alemania de por aquel entonces…Todo parecía ir marcando una vida de auténtica estrella del deporte.

Pero empezó la época mala para Helene. Primero, con la muerte de su padre; posteriormente con sólo un quinto puesto en los Juegos de Los Ángeles de 1932. Esto tiene una explicación clara y mucho más dramática que no haberse subido al podio: dos horas antes de disputar el enfrentamiento que perdió fue informada de que su novio había fallecido en un entrenamiento militar en Alemania.

Entonces Helene se quedó en Estados Unidos para estudiar en una universidad. ¿Qué estaba pasando en su país de origen en esos momentos? Malas noticias: Hitler subió al poder en 1933. Creó leyes anti judías (las llamadas Leyes de Núremberg) que la llegaron a considerar como no alemana. Sí, la misma que había dado un oro olímpico al país germano pocos años antes había sido desposeída de su nacionalidad alemana. Fue expulsada asimismo de su club de esgrima en su país por la misma razón.

Mientras, recordemos, Helene seguía en Estados Unidos, en una especie de auto exilio sin tener muy claro qué hacer ante la nueva cita olímpica de 1936…que se desarrollaría en la Alemania nazi que ahora la rechazaba. Y en esas que su situación se enreda o se resuelve, según como se mire y tuvo mucho que ver su final participación en los Juegos en que en éstos participaran potencias de la talla de Estados Unidos. Y es que algunos países amenazaron con boicotear los Juegos si Alemania no aceptaba competir a deportistas judíos. Estados Unidos, mismamente, contaba con bastantes en su delegación, los cuales temían un trato vejatorio o simplemente injusto para con ellos. Hubo mucho tira y afloja, mucha negociación entre el COI y el Comité Organizador. El panorama pintaba feo si se confirmaba el boicot así que a Alemania no le quedó más remedio que “ceder” de alguna manera, aunque lo hizo de forma muy limitada: fingiría que los deportistas judíos eran bienvenidos entrando en sus filas a uno, solamente a uno: a Helene Mayer (que ni siquiera era propiamente judía). Así que Alemania no tiene más remedio que devolverle su nacionalidad, de la que había sido despojada. Mayer fue presionada por varios grupos judíos de Estados Unidos y de Europa para que se negara a competir por la Alemania nazi, pero ella aceptó la invitación porque, según anunció, estaba deseando reunirse con su familia.

El polémico saludo en el podio de Berlín 36

Si Hitler esperaba un oro de parte de Mayer se decepcionaría porque no lo logró. ¿Igual eso alegró al dictador? Podría ser. Pero Helene Mayer realizó un papel más que digno, llegando a la final, aunque la perdiera justamente frente a una judía, la húngara Ilona Schacherer. Y fue entonces cuando se produjo el momento más polémico de su vida: realizar el saludo nazi desde el podio. Mucho se ha especulado por las razones que la llevaron a hacerlo. Algunos afirman que para no poner en peligro a familiares que ya estarían en un campo de concentración, aunque otros historiadores niegan el caso. Otra teoría, la más crítica hacia ella llegando a tacharla de oportunista, es que Helene simplemente quería competir y ser olímpica de nuevo. ¿Fue usada o se dejó usar por el régimen nazi? La heroína de antaño, entre tantos vaivenes, fue considerada incluso una traidora. Para unos traidora a sus orígenes judíos y para otros traidora a Alemania por competir por ese país siendo “medio judía”. ¿Usada por el COI para que los Juegos de Berlín fueran un éxito? Su participación sin duda facilitó la de otros grandes deportistas judíos (sin ir más lejos, la húngara que la derrotó en la final). Otros han llegado a afirmar que ella era ignorante de lo que realmente estaba ocurriendo en Alemania. Asómbrense: se prohibió a la Prensa alemana mencionar su nombre. El mismísimo Joseph Goebbels, preguntado por ella, se negó a hacer comentarios. Es más: a los pocos días de conseguir la medalla de plata en Berlín 36 se le retiró la nacionalidad alemana. Ello nos lleva a una conclusión: descaradamente fue usada para que otros países no boicotearan los Juegos. Si luego ella hizo bien o no en aceptar la invitación y realizar el saludo nazi es otro cantar. Por cierto, su imagen no apareció ni un segundo en el documental de los Juegos que realizó Leni Riefenstahl.

Como pueden bien deducir Helene Mayer no se quedó en una Alemania que la despreciaba y en la que corría peligro. Regresó a Estados Unidos y acabó nacionalizándose estadounidense. Defendiendo sus colores llegó a ganar un campeonato del mundo y hasta seis nacionales. Pero Helene Mayer regresó a su país en los años 50, donde acabaría falleciendo al poco.

Su figura es fuera de toda duda destacable en la historia de la esgrima olímpica pero quizá haya sido más trascendente para la historia de los Juegos su participación en los de Berlín 36. Nunca sabremos qué habría pasado si ella hubiera rechazado la invitación. ¿Habría boicoteado Estados Unidos los Juegos? ¿Nos habríamos perdido las victorias de Jesse Owens ante Hitler?



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