18 abril, 2024

LA NATACIÓN PARALÍMPICA LE “SALVÓ” LA VIDA – Historias de los Juegos

Una mala decisión, incluso ajena a uno, puede cambiar la vida de una persona. Eso le pasó a la campeona paralímpica de natación Mallory Weggemann. En su caso fue decisivo el día del 21 de enero de 2008, que no logra alejar de su cabeza porque supuso un antes y un después en su trayectoria vital (y, como veremos posteriormente, deportiva). Tenía por aquel entonces 18 años. Le pusieron una inyección epidural en su espalda que, por desgracia, le supuso complicaciones hasta el grado de paralizar su cuerpo de cintura para abajo.

No solo cambió su vida desde el punto de vista físico, sino su mentalidad. Hasta entonces el mundo de los “impedidos” le parecía lejano. En realidad, no tenía ni idea de cómo era la vida de una persona paralizada, ni se lo había planteado. Y entonces fue cuando el deporte, en este caso la natación, llegó a la vida de Mallory y, según reconoce “le salvó la vida”. En realidad no llegó, sino que regresó, pues ya lo practicaba y, de hecho, “la natación es natación en cualquier caso; el agua es la misma agua y el cloro el mismo cloro”.

Foto de Jeremy Snyder

Weggemann pasó de no tener mucha coincidencia sobre el mundo de las personas con alguna discapacidad a llegar a sentirse orgullosa de su condición actual. Es por ello que ha titulado a su libro autobiográfico como “Sin límites”. Y el deporte, pese a haberle proporcionado múltiples medallas a nivel internacional entre las que se incluyen cinco ganadas en los tres Juegos Paralímpicos que ha disputado, no quiere ser “simplemente” una deportista de élite y, haciendo honor al título de su libro, limitarse, así que concede una gran importancia al hecho de ser codirectora de un negocio que “busca cambiar la percepción de la discapacidad en nuestra sociedad a través del poder de contar historias”. Junto a su marido muestra historias de triunfos sobre la adversidad mediante documentales sobre deportistas paralímpicos.

Inspirar a otros es lo que busca, de igual forma que ella misma se sintió inspirada por el equipo paralímpico de Estados Unidos que fue a los Juegos de Pekín 2008 mientras entrenaba en las instalaciones de la universidad de Minnesota. Su hermana la llevó allí y verles fue lo que la llevó a regresar a la natación y, con el tiempo, convertirse en la campeona que ahora es.

Su carrera como nadadora paralímpica no ha sido un camino de rosas. En los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 la reclasificaron en la categoría S8, dedicada a nadadores con una discapacidad menor a la suya. Pese a ello ganó en la prueba de los 50 metros estilo libre y estableció un nuevo récord paralímpico. Una vez conseguido el oro en los Juegos Mallory tuvo otro empeño: volver a andar, algo que llevaba años sin poder hacer. Tuvo que acudir a la ayuda de la gente mediante una campaña de crowfunding hasta que el 16 de noviembre de 2013 pudo caminar de una cierta forma con la ayuda de una especie de soporte para sus brazos y unas muletas para sus antebrazos. Pese a que no podrá abandonar nunca la silla de ruedas, con la ayuda de esos elementos puede tener momentos de cierta movilidad estando erguida. Sin duda todo ello supone una prueba más de su constancia y tenacidad, cualidades éstas indispensables en campeones en general y en deportistas paralímpicos en particular.

Foto de Joe Kusumoto/Team USA



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