La historia de la extinta ‘Maldición de la Cabra’

Cuando cayó el último out del séptimo juego de la Serie Mundial de la Temporada 2016 de las Grandes Ligas disputada entre los Cachorros de Chicago y los Indios de Cleveland, cayó también uno de los gafes más longevos de la historia del deporte. Los oseznos ganaron el dramático partido y se coronaron campeones por primera vez en 108 años, enterrando en el proceso a la llamada ‘maldición de la cabra’.
Pero atención: No es que la ‘maldición de la cabra’ en sí misma tuviera 108 años de edad. No. Fue en la Serie Mundial de 1945 entre los Cachorros de Chicago y los Tigres de Detroit cuando nació esta leyenda, específicamente en su cuarto juego, cuando un fanático del equipo de la ciudad de los vientos llamado William Sianis ingresó al mítico Wrigley Field acompañado de una cabra llamada Murphy.
Los olores del animal molestaron a los otros aficionados, razón por la cual se le pidió a Sianis (dueño de la famosa Taberna Billy Goat) que abandonara el recinto. Evidentemente esto molestó al hombre y fue entonces cuando pronunció sus premonitorias palabras que, con el tiempo, se convirtieron en maldición: “Them Cubs, they ain’t gonna win no more”, o lo que es lo mismo, palabras más, palabras menos: “Esos Cachorros, jamás volverán a ganar”.
Y así fue. El equipo osezno de Chicago jamás volvió a ganar nada en los subsiguientes 71 años, hasta que se rompió el maleficio este 2016. De hecho, tal fue el poder de las palabras de Sianis que ni siquiera, excepto este año, habían logrado el título de la Liga Nacional.
Muchos pudieran argumentar que, debido a ese mismo poder impreso en el “hechizo”, en realidad la ‘maldición de la cabra’ tuvo efecto retroactivo en 1945, y por eso la datan con 108 años de edad. Pero las dos únicas verdades son: Primero, la terrible ‘maldición de la cabra’ tuvo sus (igualmente muy largos) 71 años de duración; y segundo, el período de sequía propiamente dicho tuvo sus (históricos) 108 años de duración.
Y cabe recalcar aquello de “tuvo”, tiempo pasado. Porque lo hecho por los Cachorros ante los Indios fue algo histórico en verdad. El conjunto de Chicago, muy querido y con una de las mejores y mayores aficiones del béisbol, merecía dar este paso victorioso y volver a llamarse a sí mismo campeón… y ahora sin excusas ni maldiciones que valgan.